Nace en Canadá, crece en Panamá pero se comerá en EEUU
“Propiedad Privada. No pasar”. Es lo que advierte un letrero ubicado en la puerta de una piscigranja a orillas del río Caldera, cerca de la localidad de Boquete, en las montañas panameñas. Una pequeña calcomanía de forma circular indica que pertenece a la empresa AquaBounty.
Dentro de estas instalaciones, donde también se cultivan truchas que son exportadas a Estados Unidos, hay cuatro estanques que contienen cerca de 5000 salmones transgénicos. Llevan por nombre AquaAdvantage y su principal característica es que alcanzan el tamaño comercial en 18 meses —la mitad del tiempo que le toma a los salmones convencionales.
Desde el año 2009, Panamá se ha convertido en el único país del mundo donde se crían y engordan estos famosos salmones. Pocos saben que, inicialmente, hubo un interés de hacerlo en nuestro país; pero, a falta de regulaciones específicas en bioseguridad, no logró concretarse.
En la naturaleza, los salmones del atlántico (Salmo salar) nacen en los ríos y requieren de aguas templadas —a unos 16ºC— para poder desarrollarse. En invierno, cuando las aguas son muy frías y el alimento es escaso, dejan de crecer. Les toma entre 2 y 5 años en llegar a su fase juvenil. En este momento migran hacia el océano. Después de un par de años, alcanzan su fase adulta. Regresan al lugar donde nacieron para reproducirse y empezar otra vez con su ciclo de vida.
En cautiverio, los salmones alcanzan su fase adulta y tamaño comercial en tres años. Esto se logra gracias al desarrollo de alimentos balanceados y procesos de selección de los individuos con mayor porcentaje de músculo y tamaño.
¿Por qué un salmón transgénico?
Para responder a esta pregunta debemos ponernos por un momento en el lugar de los productores. Si tu fueras uno, lo que desearías es maximizar tus beneficios económicos, ya sea produciendo más con la misma inversión o insumos (aumento del rendimiento y productividad) o reduciendo los costos de producción.
Un salmón que alcance su tamaño comercial en menor tiempo te permitiría sacar tu producto más rápido al mercado, producir más lotes en el mismo tiempo que con un salmón convencional y reducir el dinero invertido en alimento.
Es así que en 1989, la empresa norteamericana AquaBounty produce un salmón que posee la hormona de crecimiento más activa proveniente de su pariente que vive en el océano pacífico, el salmón rey o chinook. Además, para que esta hormona foránea se exprese en todo momento —incluso cuando las aguas son muy frías— le incorporaron el promotor (o interruptor genético) de una proteína de anticongelamiento de un pez parecido a una anguila llamado Zoarces americanus.
En otras palabras, mientras que el salmón convencional sólo crece en los meses templados y cálidos, el transgénico lo hace todo el año. Así reduce su tiempo de desarrollo a la mitad.
Un largo viaje
A más de 7.000 Km de distancia de Boquete (Panamá), en el extremo este de la Isla Príncipe Edward (Canadá), se encuentra una pequeña instalación donde se producen y seleccionan los huevos de salmón transgénico que son enviados a Panamá para su engorde y crianza.
En estas instalaciones los huevos de salmón son sometidos a altas presiones para ser esterilizados como medida de contención y bioseguridad en caso de escapes. La técnica no es 100% segura ya que entre 2 y 10 huevos por cada 1000 siguen siendo fértiles.
El riesgo de escape siempre existe dentro de la acuicultura. Por esta razón, se ha elegido Panamá como lugar estratégico para la crianza de estos salmones transgénicos ya que las aguas cálidas en esta zona tropical no son propicias para la subsistencia del animal. Además que en esa región no existen parientes silvestres que podrían mezclarse con los transgénicos. Esto no ocurre en Estados Unidos ni en Canadá. La diversidad de salmónidos en estas regiones es grande, por lo tanto, el riesgo mayor.
¿Cuándo llegan al mercado?
En el 2012 se cumplían 19 años desde que AquaBounty solicitó a la Administración de Medicinas y Alimentos de Estados Unidos (FDA) la aprobación de su salmón AquAdvantage para consumo humano. Esta institución determinó que el salmón transgénico era equivalente al convencional, por lo tanto, no presentaba riesgo alguno para la salud.
Esta decisión y los borradores de los análisis de riesgos ambientales fueron puestos a consulta pública por unos meses, que concluyó en abril del 2013. La FDA recibió más de 37.000 comentarios y la decisión final que debió darse en seis meses, tomó finalmente dieciocho. El salmón transgénico ya puede comercializarse dentro del territorio estadounidense.
Lo gracioso de las conclusiones de la FDA es que indica que este salmón “no tendría impactos significativos en el ambiente de los Estados Unidos”. Pues, claro, si no se cultiva en EEUU ¿qué riesgo podría representar?
Los salmones transgénicos que han sido producidos en Panamá todo este tiempo (unas 62 toneladas o 100.000 individuos) fueron sacrificados y enterrados. Ninguno podía comercializarse.
Si bien la figura ha cambiado, esto no indica que ya lo podemos encontrar en nuestros mercados. Se debe hacer una producción a mayor escala que permita producir tantos salmones como demande el mercado norteamericano, que al año importa más de 200.000 toneladas, principalmente, de Chile y Noruega.
Para ello se deberán autorizar nuevos criaderos que cumplan con todas las medidas de bioseguridad y las regulaciones ambientales de cada país. También se deberá evaluar la demanda de los mercados (ya muchos se han opuesto a comercializarlos), que va muy ligado con la aceptación del público. Se estima que recién en dos años serán comercializados.
Nuestro país no se caracteriza por consumir salmones. Son pocos quienes lo hacen y es poco probable que llegue a nuestro mercado. Dependerá mucho de dónde los importemos y las medidas de control que se realicen para segregarlos y diferenciarlos de los convencionales. Solo queda esperar lo que le depara el futuro a este salmoncillo.