Serás mía y de nadie más
El sexo salvaje puede llegar a niveles de brutalidad insospechados…
Una hermosa araña europea, conocida como Larinia jeskovi, cuelga de su tela. Por fin alcanzó la madurez sexual y espera nerviosa la llegada de su galán —están en época de apareamiento.
El macho la divisa. Se acerca con cautela. Sabe que muchas de sus parientes suelen comerse a sus parejas. El caso más conocido es de la Latrodectus mactans o viuda negra. Canibalismo sexual le llaman. Y no es para menos. Son solitarias y muy poco sociables, se alimentan de cualquier cosa que se mueva y, probablemente, esté muy hambrienta.
El sexo en las arañas es algo complejo. El macho tiene los testículos en el abdomen pero sus [dos] penes, que en realidad son unos apéndices llamados pedipalpos, se ubican cerca a la boca. Las hembras, por su parte, cuentan con dos orificios genitales en el vientre llamado epígino.
En el caso de Larinia jeskovi, poseen también una estructura sobre la región genital femenina llamada escapo, que es fundamental para el acoplamiento del órgano reproductor masculino durante la copulación. Es difícil imaginar sexo más íntimo que en esta especie.
Regresando a nuestra historia amorosa, la pareja se encuentra frente a frente y el macho empieza a masturbarse (técnicamente se le conoce como inducción espermática). Puede resultar de muy mala educación; pero, al no haber una conexión interna entre los pedipalpos y los testículos, es la única forma que tiene para depositar el esperma directamente en su órgano reproductor. Ahora sí, ¡ya esta listo para copular!
La hembra no pone resistencia a pesar de ser la primera —y tal vez la última— vez que lo ve. Deja que su pareja se acomode sobre su vientre; y, lo que pensó que sería el momento más feliz y excitante de su vida, termina de manera abrupta y dolorosa. El sexo no duró ni seis segundos (esto si es ser precoz). Es más, cuando todo terminó, el macho le mutiló el escapo y huyó corriendo.
He aquí unas fotos de los genitales femeninos, tomadas por investigadores de la Universidad de Greifswald (Alemania), antes y después del apareamiento:
Los investigadores observaron que los machos poseen varias placas endurecidas de quitina (una proteína que forma estructuras duras como el exoesqueleto de los artrópodos) en sus pedipalpos, que actúan como filosas cuchillas. Cada vez que los introduce en los orificios genitales de la hembra, hace un corte en el escapo. Se requiere de dos cortes para mutilarlo por completo.
La consecuencia de esto es que las hembras no pueden tener otro compañero sexual en el resto de su vida, según reporta un estudio publicado la semana pasada en Current Biology. Al no haber forma de que sus órganos reproductores puedan acoplarse con los de otro macho, el primero que la copula asegura que toda la descendencia sea suya.
En muchas especies de arañas, las hembras suelen tener sexo con diferentes machos, pero solo el esperma de uno fertiliza sus huevos —normalmente, el primero. Esto les ha llevado a desarrollar diversas estrategias para asegurar la paternidad de todas las crías. Por ejemplo, los machos de las Argyrodes secretan un material amorfo que tapona los orificios reproductivos de la hembra, funcionando como un cinturón de castidad. Más extraño es el caso de las Argiope donde los machos se castran y utilizan sus propios penes como tapones.
El problema con estas estrategias es que algunas arañas han desarrollado mecanismos para destaponar los orificios reproductivos de la hembra y depositar su esperma dentro de ellas. Por esta razón, mutilar los genitales femeninos producidos es la estrategia más drástica y eficiente para asegurar la paternidad de todas las crías, pues la hembra sólo tendrá una pareja sexual a lo largo de toda su vida.
Y ¿esto no será contraproducente para la especie? Es decir, limitar a una única vez la actividad reproductiva. Resulta que no porque las arañas tienen una estructura llamada espermateca cerca a sus orificios reproductores, donde pueden almacenar el esperma viable por muchos años y así fertilizar sus huevos en cualquier momento.
Referencia:
Mouginot P, et al. Securing Paternity by Mutilating Female Genitalia in Spiders. Curr Biol. 25: 1-5 (2015)