Lo que debes saber sobre el arroz dorado
El arroz dorado ha estado en boca de todos luego del pronunciamiento de 110 ganadores del Premio Nobel, quienes hacían un llamado a Greenpeace a que cese y desista en su campaña contra este producto transgénico, y contra los cultivos y alimentos mejorados a través de la biotecnología en general. Sin embargo, mucha de la información transmitida no es tan cierta o está llena de medias verdades que es preciso aclarar.
En 1999, Ingo Potrykus del Instituto Federal de Tecnología de Zurich y Peter Beyer de la Universidad de Friburgo, crean el arroz dorado. Les tomó casi seis años lograrlo y la investigación fue financiada por la Fundación Rockefeller.
El nombre proviene del color que adquiere el arroz gracias a la producción de un pigmento conocido como β-caroteno —presente en las zanahorias y papayas. Los animales, incluyendo los humanos, convertimos ese pigmento en vitamina A (o retinol). Por ello, este nutriente se encuentra en cantidades suficientes en las carnes rojas, el pescado y las aves de corral. Lamentablemente, millones de personas en el mundo no tienen acceso a estos productos. Sufren de serios cuadros de desnutrición y, como consecuencia, deficiencia de nutrientes como la vitamina A.
La deficiencia de vitamina A es la principal causa de ceguera en los niños e incrementa su susceptibilidad a padecer enfermedades infecciosas. De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, 250 millones de niños en etapa pre-escolar sufren esta deficiencia, medio millón queda ciego cada año y la mitad de ellos muere antes de los doce meses de haber perdido la vista. El arroz dorado fue creado como una alternativa para solucionar este problema.
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La primera versión del arroz dorado (GR1), publicada en el 2000 en la revista Science, incorporó un gen del narciso y otro de una bacteria (Erwinia uredovora), junto a una serie de componentes accesorios (promotores, terminadores, genes selectores) para lograr una adecuada expresión de estos genes. Lo interesante de este trabajo era que casi todos los pasos para producir el β-caroteno estaban presentes en el arroz y sólo requería de estos dos genes adicionales para reconstruir la ruta metabólica.
El problema con el GR1 era que producía muy poco β-caroteno por cada gramo de arroz (solo 1,6 μg / g arroz). De acuerdo a la FAO, por cada 6 mg [1 mg = 1000 μg] de β-caroteno ingerido, nuestro cuerpo produce 1 mg de vitamina A. La cantidad recomendada para los niños entre 1 y 8 años va de 0,3 y 0,4 mg de vitamina A al día. Entonces, aplicando la regla de tres simple tenemos que se requiere entre 1,8 y 2,4 mg de β-caroteno para cubrir el requerimiento diario de este nutriente, lo que se traduce en 1,13 y 1,50 Kg de consumo arroz dorado por día.
Los que se oponen al arroz dorado siempre toman este dato para justificar su oposición. “Es imposible que un niño coma tanto arroz en un día”, suelen decir.
Potrykus y Beyer se dieron cuenta de este “pequeño” problema por lo que requerían de un conjunto adicional de habilidades y conocimientos para conseguir que su invento llegue los que más lo necesitaban. Fue en este momento donde entra la compañía suiza Syngenta a participar del proyecto, dada su experiencia en el desarrollo y regulación de transgénicos.
Syngenta desarrolló varios eventos transgénicos de arroz dorado para ver cuál producía una mayor cantidad de β-caroteno por cada gramo de arroz. En el 2004 inició las primeras pruebas en campo y en el 2005 obtuvo una variedad que producía 37 μg / g arroz —esto era 23 veces más que la primera versión de arroz dorado— reemplazando el gen del narciso por un gen del maíz. La llamaron GR2.
Con esta nueva versión del arroz dorado ya se requeriría de unos 100 g para suplir la deficiencia de vitamina A. Syngenta liberó la patente y donó la tecnología a la Junta Humanitaria del Arroz Dorado que presidía Potrykus. En el 2005, las investigaciones se trasladan a Filipinas, donde está ubicado el Instituto Internacional de Investigación del Arroz (IRRI), con el objetivo de desarrollar versiones del GR2 usando las variedades más usadas en los países asiáticos.
El arroz dorado fue desarrollado en la variedad “japonica“, porque era mucho más fácil de transformar. Sin embargo, la variedad más usada en el continente asiático era la “indica“, que tienen un grano más largo y firme. Hasta el 2010 se destinaron los esfuerzos para lograr que esta variedad incorpore los componentes genéticos para la producción de β-caroteno. Los trabajos se realizaron en invernadero.
Una vez logrado esto se pasó a las primeras pruebas experimentales en campo, en distintas localidades de Filipinas, con el fin de evaluar sus rendimientos (cantidad producida por hectárea), susceptibilidad a plagas y enfermedades, adaptación a los suelos asiáticos, etc.
En el 2012, se publica la primera investigación que demuestra que el arroz dorado funciona como un suplemento efectivo de la vitamina A. Sin embargo, esta investigación tuvo serios problemas éticos que, si bien no invalidan los resultados, fue motivo suficiente para ser desacreditada. Lo que ocurrió es que los padres de los niños que formaron parte del estudio, no sabían que el arroz dorado que estaban consumiendo era transgénico, solo les indicaron que estaba biofortificado. Es decir, no hubo un consentimiento informado previo.
Al año siguiente, un grupo de activistas anti-transgénicos destruyeron un campo de experimentación de arroz dorado en Filipinas.
A la fecha, los resultados de las pruebas experimentales en diversas locaciones de Filipinas han demostrado que los niveles de β-caroteno en el arroz dorado son consistentemente altos y la calidad del grano es similar a lo consumido por las poblaciones locales. Sin embargo, los rendimientos no son uniformes y son menores al de las variedades convencionales. Es decir, se obtiene menos arroz por hectárea que las variedades ampliamente utilizadas por los agricultores asiáticos.
En conclusión, el arroz dorado es una alternativa para el problema deficiencia de vitamina A que aqueja a poblaciones pobres del sur asiático y África. Muchos de los que se oponen a la tecnología dicen que por qué no les dan zanahorias o camotes para suplir esa deficiencia. El problema es que la dieta de estas personas se basa íntegramente en arroz. Es como decirle a los pobladores peruanos que viven en la puna que cultiven lentejas para suplir su deficiencia de hierro, cuando lo único que crece ahí es papa, oca y mashua. Sin embargo, afirmar que el arroz dorado está salvando millones de vidas de niños en el mundo y oponerse a ella es un acto de lesa humanidad, es una gran mentira. El arroz dorado aún no está disponible para los agricultores y aún quedan unos años más de espera.
Fuentes: IRRI | Golden Rice Project |