Detección de problemas genéticos en los primeros días de gestación
Antes de la invención de la ecografía, los futuros padres no sabían si su bebé sería niño o niña hasta el día del nacimiento. Esto era motivo de apuestas entre los familiares y amigos. Hoy en día no solo conocemos el sexo a los pocos meses de gestación, sino que hacemos seguimiento a su desarrollo en el vientre de la madre, reconociendo problemas que podrían complicar el parto de manera oportuna. Lamentablemente, todavía no somos capaces de identificar trastornos genéticos antes del nacimiento.
Existen diversas enfermedades producidas por la mutación (error) de un solo gen, que si bien son poco frecuentes, podrían provocar abortos espontáneos o afectar seriamente la calidad de vida del niño si los padres no están debidamente preparados para afrontarla. La talasemia (1 de cada 8000 embarazos en algunas regiones) y la anemia falciforme (1 de 500 embarazos en afroamericanos), son dos de las enfermedades genéticas más comunes. Afectan a los glóbulos rojos debido a mutaciones en el gen de la hemoglobina y causan la muerte de miles de infantes al año, especialmente, en países pobres.
Otros problemas graves son las aneuploidias, es decir, defectos a nivel del número de cromosomas del bebé. El ser humano tiene 46 cromosomas agrupados en pares (una mitad del padre y la otra de la madre). En raras ocasiones puede haber cromosomas de más como en el Síndrome de Down (tres cromosomas 21). Para hacer un diagnóstico certero se requiere necesariamente analizar el genoma del feto.
El principal inconveniente para realizar estos análisis genéticos prenatales es que los métodos existentes son invasivos. La amniocentesis, por ejemplo, consiste en introducir una aguja fina y hueca a través del abdomen y del útero para extraer unos 14 mililitros del líquido amniótico, que contiene células del feto de donde se extrae el ADN para los análisis correspondientes. Sin embargo, este procedimiento no está exento de riesgos como la infección o lesión del feto, abortos espontáneos o escape del líquido amniótico. Además, la amniocentesis se realiza después de la semana 12 de gestación.
Otro método similar es la muestra de vellosidad coriónica (MVC). En este caso, la muestra se toma de una envolutura que recubre el embrión llamado corion. También es invasivo y puede presentar los mismos riesgos que la amniocentesis con la ventaja que el procedimiento puede realizarse a partir de la semana 9 de gestación.
En 1997, el patólogo químico Dennis Lo de la Universidad de Hong Kong, descubrió que en la sangre de la madre había fragmentos del ADN del feto (entre el 4% y 10% del total a las 10 semanas de gestación); y, en 2010, logró realizar pruebas genéticas sencillas a partir de este ADN. Este estudio fue muy relevante porque abría la posibilidad de conocer el estado del feto sin poner en riesgo su desarrollo. Sin embargo, había algunos inconvenientes. Uno de ellos era que el ADN del feto estaba muy fragmentado. Al ser tan cortos no se podían identificar de manera certera la mayoría de los problemas genéticos.
Ahora, un grupo de investigadores de estadounidenses, liderados por el Dr. Sascha Drewlo, han desarrollado un nuevo método sencillo, seguro y confiable para obtener muestras de células del embrión en desarrollo para realizar análisis genéticos completos. Los resultados fueron publicados la semana pasada en Science Translational Medicine.
Por un proceso hasta ahora desconocido, las células del trofoblasto (tejido que permite la implantación del embrión en el útero y que posteriormente se convierte en la placenta) migran de manera natural hacia el cuello uterino de la mujer. Por ello, a través de un simple frotis para Papanicolau, se puede extraer las células de embrión en desarrollo a partir de los cinco días de gestación.
La parte más complicada del proceso es separar y purificar las células del trofoblasto, cuya proporción es 2000 veces menor al de las células de la madre. Para ello Drewlo y su equipo utilizaron una técnica conocida como TRIC que consiste en utilizar anticuerpos que reconocen específicamente las células del trofoblasto (Anti-HLA-G), unidos a pequeñas partículas magnéticas. De esta manera, utilizando potentes imanes se pueden aislar dichas células a partir de la muestra, para luego hacer la extracción del ADN y los análisis genéticos correspondientes.
A través de esta sencilla técnica, los investigadores pudieron obtener entre un 85% y 99,9% de pureza del ADN fetal y lograr realizar un análisis del perfil genético completo dentro de la primera semana de gestación.
Sin embargo, esto también trae consigo un tema ético. ¿Qué pasaría si una pareja se entera que su futuro bebé llegará al mundo con un problema genético grave? ¿Tomarán la decisión de terminar con el embarazo? Hay países donde el aborto por casos como este es legal y si se hace dentro de las primeras semanas de gestación sería menos traumático para la madre. Por otro lado, si una pareja sabe que su bebé tendrá problemas de salud y requerirá de cuidados especiales, podrá estar mejor preparada para hacerlo y darle una mejor calidad del vida a su hijo. Sin dudas, este tema dará para un amplio debate.
Referencia:
Jain, C., Kadam, L., van Dijk, M., Kohan-Ghadr, H., Kilburn, B., Hartman, C., Mazzorana, V., Visser, A., Hertz, M., Bolnick, A., Fritz, R., Armant, D., & Drewlo, S. (2016). Fetal genome profiling at 5 weeks of gestation after noninvasive isolation of trophoblast cells from the endocervical canal Science Translational Medicine, 8 (363), 363-363 DOI: 10.1126/scitranslmed.aah4661