Bacteria responsable de úlceras estomacales presente en el agua potable
Abrir el caño… dejar correr el agua por un minuto antes de llenar una botella de vidrio de un litro estéril… filtrar el agua colectada a través de una membrana con poros microscópicos… almacenar la membrana con todo lo que capturó a -80ºC. Este proceso lo realizaron durante un año, de lunes a viernes, investigadores de la Dirección General de Salud Ambiental e Inocuidad Alimentaria (DIGESA). El objetivo fue determinar si había presencia de una bacteria llamada Helicobacter pylori en el agua potable.
Tres décadas atrás, los científicos australianos Barry Marshall y Robin Warren descubrían una bacteria con forma de espiral que habitaba el estómago de pacientes que padecían de gastritis y úlceras estomacales. Sospechaban que el microbio era el responsable pero la comunidad médica rechazaba mayoritariamente esta hipótesis. Para ellos, las úlceras eran causadas por el estrés y estas bacterias invadían posteriormente la zona afectada.
Con el fin de demostrar que estaban en lo cierto, Marshall y Warren trataron de inocular con la bacteria —que luego llamaron Helicobacter pylori— a diferentes animales de laboratorio, pero ninguno mostraba infección alguna. Más tarde se dieron cuenta que muy pocas especies podían ser infectadas por este patógeno.
En otro experimento, el Dr. Marshall observó que la bacteria desaparecía y el paciente no presentaba más dolencias cuando se incorporaba bismuto y antibióticos al tratamiento estándar para las úlceras y la gastritis. Era una evidencia sólida de que H. pylori era responsable de estos problemas gástricos, pero sus artículos eran rechazados o retrasados sin explicación alguna. La frustración que sentía lo llevó a demostrar su hipótesis con el único ser humano que estaría dispuesto a firmar un consentimiento para beber una solución de H. pylori aislada de pacientes enfermos: él mismo.
“Quería hacer un experimento en humanos y no podía hacerlo con el Dr. Warren porque ya había padecido la infección de Helicobacter. Yo no la había tenido nunca, así que me hice una endoscopia y todo resultó normal”, dice Marshall en una entrevista. Dos días después, bebió la solución. A la siguiente semana empezó a sufrir vómitos y padecer de una gastritis severa. Una nueva endoscopía reveló que H. pylori había colonizado todo su estómago. Ya no quedaban dudas de que esta bacteria era la responsable de las úlceras y que un tratamiento con antibióticos podían curarlas.
Por este descubrimiento, Marshall y Warren recibieron el Premio Nobel de Medicina en el año 2005.
La principal vía de transmisión de esta bacteria es oral, por ejemplo, al consumir alimentos o bebidas contaminadas. Por ello es más frecuente hallar personas infectadas en países de bajos niveles económicos y condiciones sanitarias deficientes. Por ejemplo, el 93,6% de la población nigeriana presenta H. pylori, mientras que en nuestro país cerca de la mitad, aunque hay distritos donde puede haber una mayor proporción.
Se ha demostrado también que H. pylori puede provocar cáncer de estómago, que es el tercero más frecuente en el país, de acuerdo con las estadísticas del Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas.
En 1991, se determina por primera vez que el suministro de agua potable podría ser una fuente de transmisión de H. pylori. Se observó una mayor presencia de la bacteria en personas que consumían agua del sistema de abastecimiento municipal que de los pozos comunitarios. Lamentablemente, es muy complicado aislar H. pylori directamente del agua potable pues se encuentra en un estado conocido como “viable pero no cultivable“. Esto no permite saber con certeza si el agua está contaminada con H. pylori a través de pruebas microbiológicas estándar. Sin embargo, hoy en día podemos aplicar una técnica conocida como la reacción en cadena de la polimerasa (PCR) para identificar y determinar cuánto ADN de H. pylori hay en una muestra.
¿Recuerdan los filtros que colectaron durante un año y almacenaron a -80°C los investigadores de DIGESA? Pues, estos fueron remitidos al biólogo Kevin Boehnke en la Universidad de Michigan (Estados Unidos) para hacerles la PCR. Los resultados mostraron que la quinta parte (49 de 241) de las muestras analizadas tenían niveles detectables de ADN de H. pylori. Además observó que la presencia de la bacteria se reducía a medida que la temperatura del agua aumentaba y el pH disminuía.
Si bien es cierto, la presencia de ADN de H. pylori no garantiza que la bacteria esté viable (viva y con capacidad de infectar), es probable que así sea dado que la presencia de cloro en el agua puede degradar el ADN presente en menos de tres días, que es el tiempo que puede tardar en llegar el agua desde las plantas de abastecimiento hasta los hogares. En otras palabras, la presencia de ADN de H. pylori es un fuerte indicio de la presencia de la bacteria viable en el agua potable, y basta solamente una por litro para contraer la infección.
Los investigadores se muestran cautos al mostrar sus resultados. Si bien ha sido el análisis de agua más prolongado llevado a cabo hasta la fecha en el mundo, las muestras solo fueron colectadas de un caño en el distrito de Lince. Los niveles podrían variar en otros distritos. Sin embargo, esta información es muy importante para que las personas tomen conciencia de hervir el agua antes de consumirla y evitar caer en modas absurdas como consumir agua cruda, por más embotellada que venga.
Referencia:
Boehnke KF, Brewster RK, Sánchez BN, et al. An assessment of drinking water contamination with Helicobacter pylori in Lima, Peru. Helicobacter. 2018;e12462. https://doi.org/10.1111/hel.12462