Con una cuenta en World of Warcraft
Hace un par de días (aprovechando las ofertas por el Black Friday) me compré World of Wacraft y sus primeras dos expansiones: The Burning Crusade y The Wrath of the Lich King. Con menos de un mes antes de que tenga que pagar la siguiente mensualidad, estas son algunas de mis expectativas.
Nunca me enganché con un MMORPG (Massive Multiplayer Online Rol Playing Game). El primero que probé fue Mu Online, y salvo la posibilidad de encontrarme con mis amigos en un mundo virtual, no tenía ninguna característica que me gustara. Era monótono, los gráficos eran exagerados y mi conexión a Internet tampoco ayudaba. Luego probé Ragnarok, en gran parte por algunos amigos que decían haber encontrado el juego perfecto. No obstante, la sensación que tuve fue la misma, y además (debido a que jugaba en un servidor privado) el juego se asemejaba a uno de un solo jugador, ya que solía estar vacío de otros personajes.
Cuando apareció la fiebre de World of Warcraft (WoW) yo ya estaba totalmente desencantado de los MMORPG. Prefería mil veces jugar un videojuego en una consola o en una PC de cualquier otro género que pagar una suscripción por entrar a un mundo alternativo lleno de personajes similares. A pesar de ello, le di una oportunidad y descargué la prueba por diez días e instalé el juego. No duré ni tres días. Me aburrí.
Sin embargo, siempre me ha intrigado por qué este tipo de juegos, y sobre todo WoW, ha tenido tanto éxito. Actualmente tiene más de doce millones de suscriptores y a partir de la próxima semana, tres expansiones con respecto al juego original. Ha creado toda una subcultura alrededor de él y es normal encontrar referencias suyas en la cultura pop.
Quizás estaba enfocando de una manera errónea mis intentos por ingresar a este mundo al ver el juego y sus desafíos como lo que uno suele encontrar en un juego para un solo jugador y dejaba de lado el aspecto de comunidad que propuestas como esta suelen reforzar. Quizás no estaba viviendo del todo la verdadera experiencia de un MMORPG.
Debido a ello, al mayor tiempo libre que tengo en estos días (solo me quedan algunos finales y acabo la universidad), a las ganas que tengo de escribir sobre este mundo virtual y a la oferta en la Blizzard Store ($20 dólares por tres juegos no está nada mal) es que decidí entrar al mundo de World of Warcraft. Aún me falta descargar alrededor de 10 Gb antes de poder entrar al servidor, pero espero en algunos días poder comentarles mis primeras experiencias en el mundo de Azeroth.