La noche de Doro en Lima
La visita de una artista incansable como Doro Pesch (que nunca ha tenido ni un año de para desde 1983) es de hecho una ocasión remarcable. Yo honestamente pensé que nunca vendría pues en el Perú el heavy metal de corte tradicional es cultivado solo por un puñado de headbangers, acá siempre ha primado lo extremo desde fines de los 80, así que yo había perdido la esperanza. Sin embargo, hay que vivir para ver y casi no me la creía cuando empezaron a aparecer los volantes y la publicidad sobre su inminente concierto. Sé que para muchos la visita carecía de interés porque creen que Doro se agotó en su carrera con Warlock en la segunda mitad de los 80. Su carrera solista en nuestro país es conocida por una pequeña minoría. Por lo general se oye decir que luego de Warlock se suavizó y que su material ya no tuvo interés. Por supuesto ella en Europa es una de las grandes y se ha convertido en un icono de la cultura headbanger por derecho propio. Pero acá las cosas son muy diferentes.
Que quede claro entonces que lo de Doro no es ningún retorno de una vieja gloria a usufructuar su pasado, sino la continuación de una lucha tenaz por permanecer vigente, algo que por supuesto ha tenido sus costos personales y sus riesgos.
La noche comenzó con una más que magra asistencia a eso de los 8:30 pm en la que salió la revelación Mandrágora, banda de metal tradicional de Nuevo Chimbote, que al lado de Cobra, lideran nuestra pequeña nueva ola de heavy metal. Parte del atractivo y supongo de la razón de ser de su presencia en el show es que la banda está liderada por Fátima ‘Natt Hammer’, cantante de flagelante voz y que tiene como una de sus inspiraciones más caras a Doro Pesch (lleva sendos tatuajes alusivos en ambos brazos). La banda toco un breve set de media hora (que parece que debió ser de más) en el que los temas se afiliaban a una forma energética de speed heavy metal. Interpretaron potentes riffs y los músicos estaban muy bien acompasados entre sí. El dominio de escenario de Fátima está siendo elaborado y creo que llegará a ser muy bueno. Dejaron una muy buena impresión en el público, en gran medida compuesto por gente de mucho más edad que no los conoce. Hay que estar atento a un EP que están pronto a editar.
La segunda banda de la noche fue El Loco Cervantes, agrupación liderada por el excantante de Masacre en la época en la que practicaban heavy metal y que ahora luce el pelo corto. Su estilo no está tanto ya dentro del heavy clásico sino que ha migrado bastante hacia el power metal tipo europeo. Incluso tocaron un tema llamado 5 Mentiras cuya entrada es semejante a la versión de Over the hills and far away, de Gary Moore, que hace Nightwish (o sea powerizada). Por momentos también se oía un poco más rock. La voz de Cervantes es aún muy potente y sonó muy bien. Aunque creo que debería difundirse un poco más.
El ambiente estaba listo para la aparición de Doro, aunque la audiencia continuaba siendo muy magra (no sé cuántos habrán ido pero, así a la mirada, pueden que hayan sobrepasado las 200 personas, una vergüenza). La gente se apiñaba en las filas delanteras y luego de algunas constataciones de sonido. Fátima reapareció y presentó a los cabeza de cartel quienes tomaron sus ubicaciones: Nick Douglas al bajo (el miembro más antiguo de la banda que lleva ya 24 años con Doro); Johnny Dee a la percusión (otro miembro con 20 años en el grupo); Luca Princiotta, que está con ella desde el 2006, y el holandés Baas Maas en la otra guitarra y más reciente adición al grupo. Y mientras tocaban los primeros y acelerados acordes de Earthshaker Rock, heavy metal ochentero puro, luego la siguió con uno que yo esperaba para más tarde, I Rule the Ruins. Desde esos primeros temas, Doro se hizo de la parte frontal del escenario. Cantando en medio de los fans que en todo momento extendían sus brazos hacia ella casi como una forma de adoración. Inclinada hacia ellos, constantemente a lo largo del show se la pasó agradeciendo y felicitando a los fans con frases como, “you are the best”, “you are great” y otras. El set se centró básicamente en temas de Warlock, que son geniales, pero lamenté esa elección un poco pues yo también soy fan de ella y de su carrera posterior, así se sucedieron Burning Witches (que tal temazo), Fight for Rock, una impactante ejecución de The Night of the Warlock (del Fear no Evil, 2009).
Volvió a los clásicos llenos de potencia con la balada Without You y la speedica Metal Racer (este tema me hizo pararme sobre una mesa y saltar sobre ella). Luego mis recuerdos fueron sacudidos nuevamente con el tema Unholy Love, de su lanzamiento de 1990, que tuvo un video de fuerte presupuesto y que es más bien un hard rock melódico. De allí Doro pasó a otro tema reciente, Raise your fist in the air, en el que de pasó habló del metal como una forma de rebelión contra las cosas que están mal y atentan contra nuestros derechos. Casi nadie le entendió porque habla un inglés bien germanizado, pero me gustó que dedicara unas palabras a ello. Después cantó su balada más exitosa, Für Immer (Para Siempre o por siempre), bella canción que reúne tres idiomas, principalmente Alemán e Inglés pero que tiene una conocida (bueno al menos yo pensé que era conocida) línea en castellano (“Hay una promesa en el sonido”), y que usualmente en sus shows la primera parte la dice ella y el público (así esté en Japón) le contesta “en el sonido”, bueno acá se produjo un vergonzoso silencio con menos de 20 personas dispersas diciéndolo.
Luego se produjo el habitual solo de batería cargo de Johnny Dee (ex miembro de Britny Fox, quien lo diría). Como se ve en los DVD de Doro, lo matizó con la parte inicial de “I Love it Loud” de Kiss (la parte de eieieieieieieeeee), jugando con el público. Luego de eso y de supongo una buena refrescada, salió Doro a cortar rabo, oreja y pata. Con una potencia raras veces vista por esos lados (que come esta tía, con 49 años, será que ha convertido toda su energía sexual en puro heavy metal) interpretó poderosas versiones de “We Are the Metalheads” (himno de Wacken), “Breaking the Law” (el clásico de Judas Priest, pero con varios arreglos novedosos, sobre todo el sorprendente y desubicador inicio en medio tiempo) y el clásico himno que hace que nos unamos a ella en sus shows: “All We Are”. Este tema suele ser cantado por ella con otros artistas en sus DVD de aniversario, que han llegado a ser clásicos de cada 5 años. El público la coreó a rabiar. Por ello pensé que con ese ya habría acabado el show, pero la genial Doro había decidido que no. Supongo que el que nunca antes hubiese tocado en Lima la llevó a darnos un poco más. Y recibimos Out of Control, otro de los temas speedicos de los primeros dos discos de Warlock; Hero, que es una tributo personal y sincero a Ronnie James Dio, padre fundador del metal; la elegante Metal Tango (oigan la versión con instrumentación clásica del Classic Diamonds, 2004) y el clásico de todos los tiempos, True As Steel.
¡Qué show!, cualquiera que me venga con boludeces acerca de la pobreza del estilo de Doro que es supuestamente suave, que se hunda en la vergüenza. Doro transmitió la esencia del heavy metal en dos horas de show llenos de energía: PODER. El metal es puro poder y quien no lo entiende no sabe de qué va esto. El metal puede dejar de ser muchas cosas, pero no puede dejar de tener poder. Sobre todo el heavy metal.
Con respecto de la organización misma del show, se ve que Danger Steele ha hecho grandes avances en este plano. El sonido estuvo de primera y son pocas las veces que se puede decir eso de un show en Perú. Al menos yo escuché todos los instrumentos y no me quedaron pitando los oídos por la muerte de algunas neuronas. La iluminación estuvo eficaz. Lamentablemente la cantidad de gente que fue era escasa para la talla de la artista (unos 200 más y habría estado mejor) pero supongo que este es un mes gastado, pues viene Metallica y eso es prioridad para la mayoría, además también el 11 está por acá Sonta Arctica y los powers querrán verlos así que eso debe haber drenado el flujo de asistentes a Doro, aunque si a mí me dieran escoger yo preferiría ver a Doro entre casi cualquier otro artista del metal (tendrían que confrontarla con algún clásico como Motörhead o Judas Priest para que no la escogiera a ella).
En la posterior firma de autógrafos comprobé que la mayoría de la gente estaba más pegada a su etapa con Warlock y que apenas y conocían la carrera de Doro solista, una pena. En persona resultó ser tan educada y amable que en nada desmintió la imagen que me había formado de ella. Apurados por esos energúmenos que son los de seguridad (entiendo que sean severos, pero por qué rayos tienen que ser unos patanes) del local ella se preocupaba de que nos sintiéramos bien. Al tomarme una foto con ella el vigilante dijo “ya vete”, ella me preguntó, “¿estás contento con la foto?” y la vi y estaba genial. Es decir que si no me gustaba se daba tiempo para tomarnos otra foto. Le hice un pequeño presente, ella da tanto y casi nadie le da nada. Un libro de José María Arguedas, obviamente traducido al inglés, Yawar Fiesta. Le pareció interesante (no le regalan muchos libros en los conciertos al parecer). Ojalá le guste.
Esa fue la gran noche. Prometo comprarme una mejor cámara.
Otras fotos intresantes acá
The Night of the Warlock (por ahora el único video decente en youtube del concierto)
Leer la reseña de Awaken From Slumber de Purtenance acá
Leer la reseña de Inmmortal Legacy de Hirax acá
Leer la reseña del Slaves of the Magic de Necropsya acá