Reseña de Judas Priest - Redeemer of Souls - Sony Music Entertaiment - 2014
Judas Priest es el más columnario miembro del heavy metal al lado de Black Sabbath. Sin ellos no existiríamos pues todo lo que ha venido siendo el heavy desde los setentas son como notas a pie de página de los planteamientos de Priest. Todos sus discos, con la excepción de Demolition, son piezas memorables y únicas de la historia del metal.
El retorno de Rob Halford en el 2004 con Angel of Retribution ha sido el último gran hito de la banda. Creo que la reunión se produjo porque Halford estaba teniendo mucho éxito con su banda. Resurrection, Live Insurrection y Crucible fueron expresiones enérgicas del metal más aguerrido en esos años y la verdad, pese a que “Ripper” Owens es un notable vocalista, a los demás Priest se les metió practicar new metal y el grupo estaba bastante de capa caída en comparación por ejemplo con Iron Maiden que había conseguido poner muy buenos discos en el inicio del siglo XXI. Supongo que eso animó a la reunión. El fruto, Angel of Retribution, fue bastante bueno, pero al parecer Rob había entrado en la espiral descendente de sus dotes vocales. Algo que se haría preocupantemente evidente con el DVD en vivo Rising in the East. Además hubo testimonios de todo el mundo de que simplemente ya no podía sostener los tonos más altos de sus viejos temas. Yo mismo lo presencie en 2011 en Santiago en su Epitaph Tour y era verdad, había cambiado sus estilo de cantar hacia algo medio thrasher (para seguirla haciendo).
Luego la banda editó Nostradamus, un ambicioso trabajo conceptual sobre la vida de dicho personaje del Renacimiento francés. Creo que todo el mundo coincidió en que la grandilocuencia se comió al talento y resultó un disco muy desigual, con más bajas que altas, que sin embargo dejaron unos temas dignos de seguir escuchándose por sí mismos.
Luego de 6 años acá tenemos el nuevo disco de Judas Priest que posiblemente sea el último (todo acaba). De hecho es para mí difícil dar una opinión completamente imparcial ya que soy un gran seguidor de la banda y tengo todos sus discos, los cuales he escuchado cientos de veces. Por ello trataré de no caer en un subjetivismo que vicie mi opinión, aunque también sabiendo que la objetividad absoluta no es posible.
Lo primero a decir es que estamos ante el conjunto de temas de Priest más aburrido y pobre que haya escuchado en toda mi vida. Es una placa de 13 temas que tranquilamente pudieron ser 9 y que en realidad daban más para un mini LP de 6. Así como lo leen. Pasemos a desgranarlo.
Como ya sabemos las mejores dotes vocales de Halford, que eran uno de los puntos fuertes de la banda, ahora son solo historia. En todo el disco, salvo unos contados momentos, se mueve en medio de tonos graves y bajos, algo que es de agradecer si pensamos en que no es necesario que se exponga innecesariamente, pero que como el disco ha optado por la línea del heavy metal tradicional resulta bastante pesado, en el mal sentido, y se extrañan los picos agudos y las vocalizaciones altas más sostenidas. Aun así, por su oficio, llega a sacarle partido a eso en algunos momentos. Otro aspecto que llama la atención es que este es el disco de las influencias. Desde fines de los 70 que Judas Priest no hacía tan evidentes sus influencias, pero en este disco las raíces setenteras y blueseras previas se sienten de manera evidente.
Llendo a los temas, el disco abre con una regular Dragonaut, que representa el estilo típico de la banda y que al parecer es presentada como una bienvenida . Lamentablemente aunque tiene un buen verso y un buen puente, falla en el coro que resulta muy plano. Las guitarras lo hacen algo mejor; aunque la he escuchado ya 6 veces no me engancha. Luego sigue el primer single y tema homónimo del disco Redeemer of Souls que ha sido muy criticado y tildado de soso apenas se dio a conocer, pero la verdad pese a su relativa inanidad es de lo mejor del disco, sobre todo por cierto espíritu de epopeya. A mí me gusta y Halford está inspirado en su ejecución, aunque si lo comparamos por ejemplo con Nostradamus, el single de adelanto que salió para dicho álbum o con Judas Rising del Angel of Retribution que salió con la misma intención, resulta muy deficitario.
Halls of Valhalla es el intento más épico del disco y uno de sus pocos picos. Recuerda en su estructura y planteamiento a Judas Rising del Retribution, con un grito al inicio, uno de los pocos momentos altos de la voz de Halford (aunque se perciben las huellas de producción para realzarla artificialmente). El tema tiene ritmo y ambición épicas pero poco más, por momentos queda en evidencia la falta de la voz de Halford. Las guitarras no hacen gran cosa acá. Sword of Damocles es uno de los temas más extraños del disco y en general de la carrera de Judas. ¿Por qué? Porque parece de Iron Maiden (me recuerda en especial The Clansman). De verdad, es la primera vez que le oigo a los Priest algo que parece de Maiden. La melodía central y el riff podría haber sido firmado la Doncella de Hierro, no sé si esto tiene que ver con algún tributo, pero al menos en cuanto sonido resulta simpático y aunque no llega a levantar vuelo, es chévere.
El siguiente de la lista es March of the Damned en el que la voz de Halford suena como la de Ozzy (si eso no es decadencia…) en un tema pesadísimo que tiene mucho de Black Sabbath y que se salva solo por la melodía constante y el riff. Es un buen relleno, pero relleno al fin, está como para un lado B. Down In Flames es lo que sigue y para mí es el mejor tema del disco con diferencia. Es una mezcla de épica y nostalgia muy rockera y en el que este estilo bajo de cantar funciona a la perfección. Uno de los pocos aciertos del disco.
A partir de acá la cosa comienza a venirse abajo con roche. Si hasta ahora el disco no había estado muy empilador, desde este tema la cosa se torna más jodida. Hell and Back está hecha como un tema influido por el oscuro rock sureño pero más allá de los punteos de guitarra, el tema es flojísimo. Cold Blooded es un retorno a los 80, pero sin mucha fortuna. Lo mejor que tiene es la letra, pero eso al final es poco. El tema no prende tampoco. Metalizer, cuyo nombre hace que abrigues esperanza, es un intento de llegar a Painkiller, pero que se desinfla a los primeros segundos, me parece incluso un tema incompleto. Crossfire levanta un poco el estandarte porque nos ofrece un Judas más setentero y entrañable, como el que podíamos oír en el Sad Wings of Destiny o en el Sin After Sin y algo da, podría salvarse, como lado B. Secrets of the Dead es monstruosamente aburrida y salvo su eléctrico inicio es un tema que nació muerto. Battle Cry es cualquier cosa menos un grito de batalla, de lo peor compuesto por Priest (descartando Demolition). Begginning of the End es una balada, la que cierra el disco y que cabría llamar más una elegía o canto fúnebre, creo que por la defunción de este gigante que ha sido Priest. El tema es malísimo y sin norte y que va anunciando que de Priest no queda ya mucho.
Como dije al inicio, yo soy un fanático de Judas Priest y opino que son la banda más importante de la historia del heavy metal y punto. Ellos son los que al final inventaron el sonido de lo que llamamos heavy y son la banda de referencia por antonomasia. De este disco, claro, me compraré el doble vinilo y la edición en DigiPack con DVD y todo la parafernalia con la que venga, pero no les voy a engañar. Hay muy poco de rescatable en este último esfuerzo de la banda. No es tan jodido como el Super Collider de Megadeth, una pura bazofia, pero el resultado final es pobre. Quizás la ausencia de KK Downing gravite en ello, no sé, no creo que haya tenido tanta importancia compositiva. Una obra pobre y deficitaria que sin embargo ha sido lanzada por un grande incuestionable.
Tema título del disco
Dragonaut, tema regularón