Entrevista: Joaquín Achúcarro, un piano en si mismo
Por Gonzalo Tello (Ópera Perú)
Un 1 de noviembre de 1932 nace en Bilbao Joaquín Achúcarro, quien se convertiría en un niño prodigio intérprete del piano. Debuta a los 13 años frente a la orquesta de su ciudad y logra tempranos éxitos. Fue cuando participa en 1959 en la famosa competencia internacional de Liverpool que gana el primer premio y con este triunfo inicia su exitosa carrera internacional. Este premio fue ganado el año anterior por el director de orquesta indio Zubin Mehta, quien al escuchar a este joven pianista dice: “Solo he escuchado este sonido en Rubinstein”.
Por más de medio siglo Achúcarro conquista el mundo e interpreta en las mejores salas y con los mejores artistas del mundo. Son más de 210 orquestas y 360 directores de orquesta con los que ha trabajado, con eminencias como Claudio Abbado, Sir Adrian Boult, Riccardo Chailly, Sir Colin Davis, Zubin Mehta, Sir Yehudi Menuhin, Seiji Ozawa y Sir Simon Rattle. Como si fuera poco, como solista ha dado miles de presentaciones en lugares míticos como el Avery Fisher Hall y Carnegie Hall de Nueva York, Philharmonie de Berlín, Concertgebouw de Ámsterdam, Kennedy Center de Washington, Musikverein de Viena, Royal Albert Hall de Londres, Salle Gaveau y Salle Pleyel de París, Teatro alla Scala de Milán, Suntory Hall de Tokyo, Sydney Opera House, Teatro Colón de Buenos Aires y The Barbican de Londres.
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Ostenta importantes reconocimientos como el Premio Nacional de Música de 1992 y la Medalla de Oro de las Artes, entregada por el Rey Juan Carlos I. Es miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y Comendador de la Orden de Isabel La Católica.
Habiendo visitado el Perú varias veces, solo vino una vez en 2009 para presentarse como solista junto a la Orquesta de la Ciudad de los Reyes, dirigida por Pablo Sabat, interpretando el Concierto no. 2 de Brahms. Cuando recibió la invitación de Fernando Valcárcel para volver, no a acompañar sólo a la Orquesta Sinfónica Nacional, sino también a la Sinfónica Nacional Juvenil, no lo dudó y pidió hacer lo que más se pueda. Y es que Achúcarro tiene una relación muy estrecha con los jóvenes, como profesor por más de 20 años en la Universidad Metodista de Texas.
Joaquín Achúcarro llega esta vez para interpretar tres conciertos: “Noche en los jardines de España” de Falla y el Concierto para la mano izquierda de Ravel con la OSN este viernes, y el Concierto para piano de Grieg con la OSNJ el domingo.
Pero, ¿qué tan complicado es para un artista combinar tres obras con dos orquestas en ensayos alternados? “Fíjese, que alguna vez me ha tocado interpretar cuatro programas diferentes en días consecutivos”, me cuenta al final de su primer ensayo con la OSN en el Gran Teatro Nacional. Achúcarro, a pesar de sus años, es una persona muy despierta y simpática que siempre busca el momento para dar una pizca de ironía pero con mucha sinceridad y carisma en cada comentario. Además es una enciclopedia del saber que ha conocido a los grandes artistas del último medio siglo, y de todos puede contar anécdotas que llevan a un consejo.
Maestro, tengo una hipótesis: Hoy por hoy, la música se interpreta mejor que nunca, por la técnica, rigurosidad y respeto que se tiene por las obras del pasado. Los compositores clásicos estarían encantados de escuchar sus obras hoy. ¿Qué tan cierto es esto?
Si, incluso en esas épocas los músicos tocaban de memoria, no seguían partituras. También con las grabaciones se ha mejorado. Hoy los músicos son muscularmente mejores que la media de los de mi generación.
Entonces, ¿Cuál es la diferencia entre los pianistas de antaño y los de ahora?
Hay una generación que está estudiando para ganar concursos y sólo para eso. Eso no les deja tiempo a visitar museos, a pararse delante de un maravilloso cuadro de Velásquez o Rubens, de tener pasión por algo que no sea tocar lo más rápido posible. El dejar de estudiar un rato y leer unas poesías de García Lorca, algo de Calderón de la Barca, Juan Ramón Jiménez, o salir simplemente un momento de la música y visitar otras artes. Puede decirse ¿y eso qué tiene que ver con que yo de esta nota o la otra?
O sea, ¿son mejores técnicos pero no necesariamente mejores humanos?
Con la invención del internet, no sabemos hacia donde irá la humanidad. Casi todas las veces que hay un cambio tecnológico, ha habido un cambio social importantísimo. Así como la invención del ferrocarril motivó la colonización de California y el avión a reacción motiva todo lo que somos ahora, el internet pues todavía no sabemos qué producirá. Es algo que da miedo, pues dentro de 20 años será totalmente diferente.
Usted me dice que esta generación es mejor que la media de su generación, pero usted es parte de un selecto grupo de virtuosos.
Es que yo he pasado mucho tiempo tratando de hacer hablar, cantar y reflexionar al piano. El número de sonidos que pueden salir de un piano es mayor que el número de partidas de ajedrez que se pueden jugar, que es 10 elevado a la 27 me parece. Lo que puede hacer, desde un sonido imperceptible hasta el más alto fortísimo, el manejo del pedal y la creación de esa especie de poesía de la cual no podemos definir absolutamente nada. Procuro también estar al nivel muscular de lo que pasa hoy.
¿Hay algo, técnicamente hablando, de su generación o de sus predecesores, que esta generación no tenga en cuenta y deba hacerlo?
La actual generación debería estar pensando en los infinitos sonidos que puede producir un piano y en lo que pasa, no sólo preocuparse de tocar una nota más rápida o más fuerte. Hay un punto de partida musical que si está respetado, pero hay un punto culminante de poesía, intimidad y recogimiento que falta. Por ejemplo, hace poco escuché una grabación de nocturnos de Chopin, casi todos como seguidos, no sé qué decir.
Esto me hace pensar en otra pregunta, de que las grabaciones referenciales son válidas así como las grabaciones en vivo. A veces el artista se queja de que el público va con la idea de una excelente grabación en la cabeza y tiende a comparar con lo que oye en el teatro. ¿Qué tan difícil es esto para ustedes?
Yo he aprendido enormemente de los discos de Rachmaninov, Rubinstein, Horovitz, Schnabel, Lipatti, Benedetti Michelangeli, todos estos gigantes de generaciones pasadas que grabaron. Ahora, la grabación requiere un estudio, días de trabajo, cambios, edición, como en las películas. Ahora creo que las grabaciones en vivo están al alcance de cualquiera pues no hay un solo concierto en que no se pueda grabar con un teléfono. Uno tiene que olvidarse que hay micrófonos y dirigirse al público que ha venido con los brazos abiertos, para transmitirles lo que creo que el compositor quería transmitirles. Mire si nos estamos poniendo difíciles.
Suena muy lógico.
Pues, primero tengo yo que interpretar lo que quiso decir el compositor, y él no me dejó más que un testamento criptográfico, que son unas notas en un pentagrama con una que dice “fuerte”, otra que dice “piano”, “crescendo” o “ritardando”. Con eso yo tengo que formar una idea del drama del compositor, a través de un instrumento. Mire usted la cantidad de factores que hay que tomar en cuenta. Además, hay que ver el estado del instrumento, si el auditorio tiene un sonido seco o no, son muchos factores.
Dicho esto, ¿para usted cuál es el punto de partida para una interpretación: Seguir la partitura en sí, o regirse de la grabación referencial? He tenido un debate reciente entre qué es lo más importante…
Mi opinión es clarísima. Usted ha dicho “seguir la partitura”. Yo le pregunto, ¿qué es seguir la partitura? ¿Tocar fuerte aquí o piano allí? En teatro, usted agarra un libro de Shakespeare, lo lee y lo recita de una manera y otro lo hace de otra manera, y los dos siguen la partitura. Recuerdo una vez cuando vi “El Rey Lear”, se menciona nueve veces la palabra “yes”. Oí a Lawrence Olivier decir de nueve maneras distintas cada uno de esos “yes”. Creo que ya he contestado su pregunta, aunque todavía no del todo. Otro ejemplo: Usted tiene un árbol y le pide a 25 pintores diferentes que lo pinten. ¿Cree que todos son iguales? no hay ni uno. Creo que contesté a su pregunta.
En parte. Aún no me queda claro si está bien o no el que, usted como músico, se base en la partitura e interprete con ella, pero yo como melómano pueda preferir una grabación referencial a su interpretación.
Es que usted está acostumbrado a su grabación y cree que es la Biblia. Ahí yo distingo dos cosas: Cuando oigo a alguien que me sorprende y puedo aceptarlo porque me parece que tiene una lógica musical; y cuando hay otra cosa que me parece blasfema respecto a la música, eso ya no tiene discusión. Le cuento otra historia: Vaughan Williams, el compositor inglés, había ido a almorzar con un crítico, y este le decía que él no necesitaba escuchar una obra, pues solo leía la partitura y la escuchaba por dentro. Entonces llega el maître y pregunta ¿qué van a comer?, a lo que Vaughan Williams responde: “El señor nada porque le basta con leer el menú”. (Risas). Creo que sigo contestando a su pregunta.
Hablemos del programa que trae para estos dos conciertos. ¿Es cierto que un español es mejor intérprete de la obra de Manuel de Falla u otros compositores españoles que otros músicos?
¡Si soy yo el mejor intérprete de la obra de Falla! (risas). Bueno, Rubinstein tocaba la música española que daba gloria oírlo. Ahí lo que sucede también es el ritmo interno, si un es flemático, sanguíneo…
En ese sentido, ¿cómo se complementan estas dos obras de Falla y Ravel que incluye en el primer programa? ¿Hay alguna conexión entre ellas?
Pues ellos eran muy amigos. Creo que Falla influyó en Ravel y Debussy, y Debussy, Ravel y Dukas influyeron en Falla de una manera espectacular y total. Cuando Falla llegó a París, su carta de presentación era la ópera “La Vida Breve”. Albéniz le había dado unas cartas de presentación para Dukas, Debussy y Ravel, ya con eso lo reconocieron como uno de ellos. Se dice de “Noche en los jardines de España” que el cuerpo es español y el vestido es francés. Falla aprendió mucho de la orquestación de Ravel o intercambiaron ideas, no lo sabemos, pero es una cosa totalmente fructífera. Fue (Zubin) Mehta el que me dijo sobre “Noches…”, la hicimos juntos y el por primera vez. Ve los solos para orquesta y me dice: “¡Pero si esto es Wagner!” y efectivamente la orquestación de Falla es fantástica y da mucho que pensar, es una obra de una profundidad enorme. El mezclar el flamenco con lo luminoso de la noche, con las sensaciones casi olfativas del perfume de esta obra, gracias a las orquestaciones, que a lo mejor se las tomó prestadas a Ravel, o Ravel a Falla, no lo sabemos…
Entonces, ¿todavía hay una deuda con Falla en el sentido de redescubrir su obra?
Yo no tengo ninguna deuda. A mí me parece uno de los grandísimos, grandísimos, grandísimos, a pesar de lo poco de su obra. Le tardó siete años escribir “Noches…”, y no sé qué crítico hablaba de las siete versiones que hizo sólo de la primera canción de las “Siete canciones españolas”, siete veces distintas. Sus obras las escribía y reescribía, cambiaba las notas, el tempo, hasta llegar al resultado final. Chopin mismo también, lo que tuvo que sufrir…Yo cada vez pienso más en el compositor, en lo que ha sufrido para escribir, salvo Mozart y Bach, que esos no han sufrido nada.
Y usted al volver a interpretar estas obras, ¿sigue descubriendo nuevas sensaciones, sonidos, reinterpretaciones o expresiones?
Tanto como reinterpretaciones no, pero detalles en los que no había pensado, nuevos sonidos y nuevas posibilidades, creo que no ha habido una vez en que haya tocado y no haya descubierto algo que me parece puede servir para la siguiente vez.
Hablando del Concierto de Grieg que interpretará con la OSNJ en el segundo programa, y que de alguna manera es más romántico y tiene, digamos, otra esencia o produce otro resultado. ¿Cuál es su opinión? ¿Por qué lo interpretará?
Primero, es un concierto brillantísimo. Usted me ha preguntado ¿Por qué? y yo le hubiera contestado ¿Y por qué no? Lleva más de cien años tocándose y haciendo las delicias de todo, porque tiene el lado romántico, virtuosísimo, brillante, poético, y tiene un qué se yo que los que no somos noruegos nos parece que tiene algo de nórdico que nos transmite. Yo tengo algo de noruego también, pues mi bisabuelo, que era noruego, era pariente de Grieg. Mi abuela era prima de Grieg, que se quedó en Bilbao y murió allí, pero mantuvo una relación enorme con Bergen, de donde él era también. Todavía tenemos unos parientes con los que nos escribimos de vez en cuando.
¿Así que es una cuestión de genes o de motivación?
¡Y quién soy yo para contestar a esa pregunta! Del tema de genes no cabe duda, pues de otra manera no hay como explicar el genio de Mozart, Bach, Beethoven, Schubert, Brahms o Ravel. Pero hoy recién estamos aprendiendo cómo funciona el cerebro, sus células y sus explicaciones científicas. Estamos una vez más frente a los desconocido, en que cuando se contesta una pregunta, surgen otras diez. Yo no sé si es genético o es por talento. Hasta donde sepa nadie me ha sabido explicar qué es el talento, y si es innato, pues ¿Qué es lo innato?
¿Hay algún compositor o pieza que no haya interpretado hasta ahora y le gustaría hacerlo?
Hay millones de piezas. Tengo un repertorio bastante razonable pero hay muchas que me gustaría aprender y no creo que lo haga. Fíjese, Alicia Larrocha me preguntó, cuando tenía yo unos 40 años: – ¿Piensas hacer toda la Suite “Iberia”? – Pues chica, no lo sé todavía, toma un par de números… – Pues ya puedes darte prisa porque pasan los años y no vas a tener tiempo de estudiarla (risas). Entonces no toco toda la Suite Iberia, ni toco todas las Sonatas de Beethoven. Yo lo que si quisiera es ir a fondo en las cosas que estudio, pero no intelectualmente como el crítico inglés que leía el menú, sino física y sensorialmente. Vamos a parafrasear a Einstein en el Espacio-Tiempo que precisamente son los cien años de su teoría: Vamos a llamarle el Tiempo-Sonido en música, cómo se combinan unas cosas con otras. Hay sonidos que requieren un tiempo más denso, más grande. Piense usted en Scarlatti, en Mahler o en Gershwin, son totalmente distintos.
¿Usted tiene esperanzas en el futuro musical?
(Silencio) ¿Y qué más da si yo tengo esperanzas o que no las tenga?
(Risas) Quiero su opinión…
Creo que dentro de 50 años se hará música de manera distinta, y no sé cómo será.
Gracias.
Mientras Achúcarro coordina temas de su agenda de los próximos días, le pido una foto. “Ah, ¡un selfie!” Saca un peine del bolsillo, se arregla, y procedemos a tomarlo. Ambos con amplia sonrisa.
Orquesta Sinfónica Nacional
Director: Fernando Valcárcel (Perú)
Solista: Joaquín Achúcarro, piano (España)
- Edgar Varese / Tuning up (estreno en Perú)
- Manuel de Falla / Noche en los jardines de España
- Maurice Ravel / Concierto para la mano izquierda
- Maurice Ravel / Suite N° 2 de “Dafnis y Cloe”
Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil
Solistas: César Conde (corno), Joaquín Achúcarro (píano).
PROGRAMA
Jean Sibelius / Finlandia, Op. 26
Richard Strauss / Concierto para corno N°. 2 (estreno en Perú)
Edvard Grieg / Concierto para piano
Entradas a la venta en Teleticket y boletería del teatro.