“Alzira”, producción de alto nivel
Por Gonzalo Tello (Ópera Perú)
Calificación: 4/5 ⭐️⭐️⭐️⭐️
Antes del estreno de “Alzira”, un joven Giuseppe Verdi le escribe a su mecenas Andrea Maffei, diciendo que no espera mucho de su nueva ópera (estrenada en Nápoles en 1845). Incluso se refirió alguna vez a esta como “verdaderamente fea”. Y es que “Alzira”, junto a su segunda ópera, la comedia “Un giorno di regno” son las obras menos representadas de este desde sus estrenos. Tuvo pocas funciones en Nápoles y sólo una en Roma y Milán, pasando al olvido rápidamente hasta que, en el siglo XX y XXI, de manera eventual se ha montado en versión de concierto o escenificada, como rareza, y especialmente para conmemorar o celebrar a Verdi en 2001 y 2013.
Sin embargo, considerar mala a “Alzira”, en sí, sería un despropósito. Fue escrita nada menos que por Giuseppe Verdi, el compositor italiano mas importante de la segunda mitad del siglo XIX; el libreto se lo encargó a Salvatore Cammarano, uno de los grandes y marcó la primera colaboración entre ambos genios; La obra en la que basaron la ópera era del gran Voltaire, “Alzire ou les Americains”, y los teatros en que fue estrenada eran los mas grandes de Europa, con un público que exigía lo mejor de artistas de grandes ligas.
“Alzira” fue escrita por Verdi, como el mismo dijo, “de forma muy rápida y sin mayor esfuerzo” y durante su “época de galeras”, en la cual escribía por encargo de los teatros y en la cual, si bien tuvo grandes éxitos, sus obras en sí son muy parecidas, sin mayor profundidad dramática y basadas en el éxito comercial (salvo grandes excepciones como “Ernani” o “Macbeth”). Y es que Verdi, recién después del éxito de su famosa trilogía y su consagración internacional, recién se tomaba el tiempo para refinar sus obras y no las estrenaba hasta no revisarlas por completo. Es por eso que, a partir de la trilogía en adelante, solo encontramos obras maestras.
Encontrar en el compositor mas popular y representado del mundo una historia que se refiera al Perú y la época de la Conquista, (aunque el lugar no haya sido lo que importe tanto a Verdi, mas que la historia épica entre conquistadores y oprimidos, junto a un triángulo amoroso donde la venganza se hace presente) resulta atractivo para nuestro público. Por lo que, en un plan rumbo al Bicentenario de la Independencia del Perú, los elencos del Ministerio de Cultura deciden rescatar esta obra y ponerla en escena, al menos un siglo después de su estreno por estas latitudes, y casi veinte años después de una versión que Prolírica subió, en forma de concierto, a escena.
En siete años, las producciones del Ministerio de Cultura pueden calificarse de exitosas, por un cuidado en la puesta en escena, buen gusto en la concepción de cada producción, selección de elencos internacionales de calidad y oportunidad al elenco nacional para desarrollarse. Con esta producción de “Alzira”, el nivel se ve acrecentado con un grupo de profesionales en su mayoría locales.
La dirección escénica corresponde a Jean Pierre Gamarra, nuestro talento mas destacado en el rubro, no solo por la experiencia internacional adquirida, sino por el buen gusto y profundo conocimiento de la escena. Su “Alzira” no es una predecible puesta “tradicional” y llena de luces o color folklórico. Mas bien, se escogió llevar la escena a inicios del siglo XX, con vestuarios sofisticados, en que los “indios” (o mejor dicho peruanos originarios) son campesinos con vestimenta occidental, y los españoles invasores visten casi de la misma manera. El escenario es siempre minimalista y oscuro a los cuatro costados, solo iluminado por luces fluorescentes sobre los intérpretes. Esto da una sensación de tragedia, confinamiento y claustrofobia, adecuada a la tragedia de Alzira, Zamoro y los oprimidos, versus la locura y desenfreno de los invasores, encabezados por Guzmano. Las referencias al abuso sistemático de la iglesia (vemos al sacerdote Obando quién ha violado a una indígena, y siendo celebrado por los demás), o la violencia como se trata a los oprimidos, le dan mucha actualidad a la obra. Gamarra decide incluir, entre el Prólogo y el Primer acto, un pasaje en audio con declaraciones de campesinos oprimidos durante la época del terrorismo, dando a entender o destacar la importancia de reivindicar estos casos. Sin embargo, durante la obra no vemos mayor profundización sobre estos temas, mas allá de lo estilístico. ¿Inclusión adecuada? No. Se pudo haber hecho alguna exposición audiovisual en el foyer, o quizá durante el intermedio, antes de irrumpir la música de Verdi con estos audios dentro de la misma ópera.
La sorpresa de este elenco lo marca que el 95% son artistas locales, salvo la inclusión de la soprano argentina Jaquelina Livieri (dada la cancelación a último momento de la soprano peruana Ximena Agurto) como la protagonista Alzira, la dirección musical del español Oliver Díaz y el vestuario y escenografía del belga Lorenzo Albani, el cual presenta una escenografía y vestuarios impecables, de calidad internacional.
El reparto es muy adecuadamente cuidado. La inclusión del tenor ligero peruano Juan Antonio de Dompablo resulta perfecta. Su voz se ajusta perfectamente al rol, y aunque no es la voz lírica típica y de bravura que se encuentra en los tenores verdianos de esta época, demuestra en la escena una brillantez y claridad de la voz, siendo un Zamoro viril y contundente. Jaquelina Livieri, figura que se ha abierto paso en grandes teatros como el Colón de Buenos Aires, demuestra una bella voz ligera, con una coloratura precisa y presencia portentosa. Si bien Alzira es una heroína bastante discreta, Livieri le da un porte de mayor personalidad. La sorpresa para mí fue la del barítono peruano Jorge Tello, interpretando al villano Guzmano. Demostró gran destreza y experiencia escénica, y una voz muy elocuente, bello timbre y correcto uso de la paleta verdiana, siendo sus escenas un deleite. Si la ópera no se llamara Alzira, debería llamarse Guzmano, pues este personaje no solo canta grandes escenas, sino que es el tiro de gracia de la historia, quien deja de ser malo para perdonar a sus enemigos, de una manera bastante mas prematura que otras grandes creaciones de Verdi en esa cuerda, como Boccanegra, Nabucco, Posa, entre otros.
Los breves roles de Alvaro (Xavier Fermández), y (Ataliba (Carlos Fernández) fueron cantados con oficio, y de una manera mucho mas modesta los de Zuma (Rosa Parodi), Ovando (Manuel Rodríguez) y Otumbo (Juan Pablo Marcos). El Coro Nacional, dirigido por Javier Súnico cumple con su rol, en una obra, en que, a diferencia de otras grandes óperas corales de Verdi, este tiene menos relevancia que los solistas.
El español Oliver Díaz dirige con excelente oficio a la Orquesta Sinfónica Nacional, y sacando de ella matices interesantes, tiempos y colores que enaltecieron la mediocre orquestación verdiana. Comparando con las pocas grabaciones disponibles, podríamos decir que esta versión de Díaz tiene un interés especial y aporta al drama y a las carencias de la obra.
Un montaje digno de verse en otros escenarios es esta producción de “Alzira”, la cual será la primera co-producción internacional de una ópera hecha en el Perú, por peruanos, que llegará en el 2020 a ponerse en escena en el Teatro ABAO Olbe de Bilbao (España) y la Ópera Royal de Wallonie-Liège de Bélgica. Por fin, el Gran Teatro Nacional ingresa por derecho propio al circuito internacional de la ópera con un titulo, además de cercano y propio, de atractivo internacional.
“Alzira” tendrá cuatro funciones más en el Gran Teatro Nacional de Lima el 11, 13, 16, y 18 de noviembre del 2018.