“En los edificios de hoy falta armonía con la naturaleza”
Daniel Pouzet
Arquitecto y diseñador
Nací hace 49 años en Francia. Estudié arquitectura en la Universidad Ion Mincu de Bucarest y en la Escuela de Arquitectura de París Charenton. Mi mayor virtud es la locura, mi peor defecto es que me encariño mucho con mis proyectos.
Por: Renzo Giner Vásquez
Daniel Pouzet diseña desde líneas de grifería hasta estadios de fútbol. El campo del Chivas de Guadalajara, que costó US$200 millones y tiene 50 mil asientos, es una de sus obras más reconocidas. “No he tenido una carrera clásica pero es porque mi vida también está llena de aventuras. Tras construir el estadio en México, vendí mi casa y decidí viajar por el mundo con mi esposa e hijos”, nos cuenta durante la videollamada que nos permite verlo en Kenia.
— Debe ser difícil diseñar en escalas tan diferentes…
Hay gente que se especializa en un dominio, para mí es muy importante que el trabajo sea un manantial de novedades, una aventura. Y las escalas hacen parte de este juego.
— ¿Esa variedad no impide que tenga un estilo propio?
El estilo no me interesa, me parece una pobreza del espíritu. Cada proyecto tiene su sentido, su razón de ser. Ya sea un edificio o un producto se debe responder a una necesidad pero con cierta poesía. ¿Cómo podría hacerlo si me limito a un estilo? Desde ese viaje busco desesperadamente la libertad.
— Cuénteme más sobre su viaje…
Junto a mi familia pasamos tres años viajando desde Alaska hasta Ushuaia [capital de Tierra del Fuego, Argentina] a bordo de una casa rodante. Creo que debería ser obligatorio para todas las familias. Con el tiempo se convirtió en un estilo de vida, nos enseñó sobre la naturaleza, las culturas indígenas.
— ¿Esas enseñanzas influyeron en el diseño del estadio en Guadalajara?
Las experiencias que más me impactaron fueron las que mezclaron profesión y cultura. Ese proyecto me hizo descubrir la cultura mexicana y me dio ganas de descubrir más del mundo. Terminarlo tomó 7 años pero tiene una tremenda calidad y con un presupuesto increíblemente bajo. Cuando veo lo que se hizo en los mundiales de Sudáfrica o Brasil me parece increíble lo que logramos.
— ¿Qué es lo que más destaca de ese estadio?
El volcán, como símbolo de energía positiva, pero además como símbolo de México. Es importante que los diseños incluyan símbolos que atraigan energía positiva. Me gusta abordar este tipo de proyectos de una manera más poética, que el edificio sea una extensión del paisaje que lo rodea.
— ¿Qué opina de las ciudades latinoamericanas?
Falta una mayor noción urbanística. Las ciudades se están desarrollando de forma muy desorganizada. Hay una gran falta de visión global. Darse cuenta de cosas como que la construcción vertical es más ecológica que la horizontal. Además, todo edificio hoy debe ser autosustentable. En las construcciones de hoy falta esa armonía con la naturaleza. El edificio debe calzar en la ciudad y el contexto, pero guardar armonía con la naturaleza.
— ¿Cuánto se puede sacrificar el diseño para lograr la autosustentabilidad?
No es un sacrificio, todo lo contrario. Al concebir la idea de autosustentabilidad abrimos la puerta a nuevas opciones. Generamos conciencia sobre otras formas de abordar la construcción.
— ¿Qué lo llevó a Kenia?
Estoy diseñando un cuarto de hotel sobre un estanque, con una terraza bajo las estrellas donde puedes pasar la noche admirando a los animales. Es más, hace media hora estaba viendo a unos elefantes desde mi ventana.
— ¿Es el lugar más lejano al que ha ido por un proyecto?
También estuve en Filipinas para un proyecto social. Trabajamos con una comunidad que vivía en un basurero de la ciudad de Cebú. El cliente había comprado un terreno en la selva, juntos creamos un pueblo para poder trasladar a esa gente. Luego, junto a una ONG, les enseñamos a cultivar la tierra y a criar animales. En la primera etapa conseguimos mover a 40 familias y faltaban 40 más.
— Toda una hazaña…
Fue bastante especial y complicado, sobre todo al momento de recaudar fondos. Sin embargo, lo más difícil no fue construir el pueblo, sino enseñarle a esa gente a vivir en comunidad. Algunos incluso decidieron volver a su situación anterior, eso me pareció sorprendente.