A llorar a la duna. Se fue el Dakar.
No entiendo cómo invertir 6 millones de dólares para generar 637 millones de dólares no puede ser negocio. El año pasado, en diciembre, la ministra Magali Silva declaró: “El Dakar 2013 generó un impacto económico de 278 millones de dólares. Asimismo, contó con una transmisión de 1200 horas de difusión en 190 países y 70 canales, logrando una valorización equivalente a 359 millones de dólares”. Ayer la misma persona firmó un comunicado donde dice que pagar 6 millones es mucho. No sé muy bien cuáles serán las métricas de conversiones que maneja el Mincetur pero me late que cualquier inversión que te asegure un retorno de 100 a 1 es un negocio redondo.
Es probable que tras lo torpe que ha sido esta negociación ASO no vuelva a tocar la puerta del Perú al menos hasta un cambio de gobierno. En caso que el Estado los buscara para la edición 2016 es harto probable que la inversión que nos pidan será mucho más alta. Más allá de la negativa del Mincetur lo que ha dejado en claro este proceso, con un prolongado silencio de nuestras autoridades que terminó con un “no te pago” tras seis meses, es que el deporte no es prioridad. Si el Perú hubiese querido tener el Dakar pudo negociar –dado que según el comunicado de Mincetur todo se ha caído por dinero- pero para eso se necesita tiempo e intención. Aquí esas actitudes no existieron.
Con la salida de Perú de la ruta es imposible que la carrera algún día llegue a Ecuador. Si bien existe un documento, de hace un año, que indica que el país norteño no tenía intereses inmediatos en recibir la prueba también es cierto que existía un fuerte movimiento en Ecuador para coordinar con el Estado la llegada del raid para el 2016. Hoy eso es imposible. Sin Perú la única forma que la prueba llegue por aquellos lares sería con un puente aéreo.
Es probable que dada la premura del tiempo en el 2015 la ruta del Dakar sea esencialmente la misma: inicio en Argentina (Buenos Aires o Bahía Blanca), paso por Bolivia (ojalá que con algo más que motos y quads) y final en Chile. Para el 2016 se debería incluir a Paraguay, que este año organiza un fecha del Dakar Series, mientras que en el 2017, terminadas las Olimpiadas y el Mundial de Fútbol, los trazados del sur de Brasil deberían sumarse. En este sentido la salida de Perú podría afectar los planes del 2015 pero esta ahí nomás.
Tras lo sucedido es compresible creer que la actividad off road en el Perú se resentirá así como al participación de los pilotos peruanos en el raid se volverá anecdótica. El 2012 cuando fuimos llegada fueron 9 las tripulaciones peruanas inscritas. En el 2013, que éramos partida, el número de participantes patrios se elevó a 26. Este año, que la prueba no tocó ni una partícula de tierra peruana, la comitiva se redujo a 5. De ahora en adelante es probable que ese sea el número habitual de peruanos en el Dakar en gran medida porque para cualquier auspiciador no es comercialmente rentable patrocinar a un deportista que no correrá ninguna etapa aquí y estará levantando polvo en Atacama.
Aquí lo que se evidencia es una total falta, como país, de un plan a largo plazo. Es increíble la diferencia que puede haber entre un ministro y otro (en el Mincetur) para estas coordinaciones. Uno quiere todo y el otro no responde en seis meses y cuando lo hace dice no. Se evidencia una falta de política de Estado orientada al deporte y, por qué no, el rol meramente decorativo del IPD. ¿Qué impresión queda? Que al ministro José Luis Silva le encantaba el Dakar y por eso apostaba todas las fichas posible y que la actual ministra, la señora Magali Silva, el tema no le parece preponderante y bajos sus métricas el evento no merece mayor inversión. Esto quiere decir que las políticas estatales son consecuencia a las apreciaciones personales de los ministros de turno y no producto un plan o fin. ¿Cómo pudo el Dakar, en ocho meses, pasar de un gran negocio a un evento que no merece mayor inversión? ¿Dónde están los estudios que en su momento demostraron que era un acierto y que se difundieron con tanta pana?, ¿se los llevó José Luis Silva?, ¿están en un cajón de chapa dañada de la actual ministra?
Hubiese sido lindo que la ministra, a la hora de descartar el Dakar, se hubiese tomado un tiempo más para explicar por qué no recibimos la prueba. Por el frío comunicado enviado parecería que todo fue por dinero y en verdad si esa ha sido la evaluación nos parece bastante simplista. En la info dura queda que el dinero invertido genera 100% de retorno. Pero en la data anexa está el impacto de marca país, la exposición internacional por medios de comunicación, la generación de contenidos, el boca-a-boca que se genera de los visitantes, el impulso que se brinda a la actividad deportiva, el sentimiento de pertinencia que se le brinda a la población, el mejoramiento de la actividad hotelera por parte de los inversionistas, la generación de comercios paralelos y varias aristas más. Es por ello que con tantas variables un comunicado que a se resume en “mucha plata pe” es preocupante en varios niveles.
Algunos dicen: “¿por qué si la prueba se hace en nuestro país deberíamos pagar? ¡Qué tal raza pe!” El Dakar es un evento que además de la organización y la logística que significa, por el nombre que tiene, convoca a participantes de primer nivel que generan atención mediática (rebotes internacionales) e interés de los aficionados (asistencia en ruta). ¿Con seis millones de dólares podríamos hacer nuestro propio Dakar? En teoría si pero no sabemos cómo, no tenemos credibilidad para convocar pilotos de punta. ¿Y si ponemos premios millonarios no vendría gente? No sé. Ese era el pensamiento que impulsaba las carreras de los Autos Locos y de hecho los pilotos que corrían eran tipos como Pierre-No-Doy-Uno, Penélope Glamour y gente así. Si sufrimos para hacer dos fechas del Nacional de Rally en todo el año y en Caminos del Inca los pilotos se agarran a patadas y no excluyen a nadie, alguien me puede decir que le daría 6 millones de dólares a esta Federación para cualquier cosa.
Se fue el Dakar. A llorar a la duna.