Aprobaron con once
Los Smashing Pumpkins se presentaron en Lima por primera vez en el marco del segundo Lima Hot Festival.
Hace mucho tiempo que no pongo un disco de Smashing Pumpkins. De todas formas me animé a escucharlos anoche en el Estadio de San Marcos, quizás porque algunas canciones de la banda habían marcado los últimos años de mi adolescencia. Imposible negar que “Tonight, Tonight”, “1979”, “Thirty Three”, “Mayonaise” y “Disarm” fueron parte de la banda sonora de mi educación sentimental. Para bien o para mal.
Los teloneros de Stereophonics hicieron un ‘set’ que empezó contundente y ágil pero acabaron volviéndose repetitivos. “Maybe Tomorrow” fue el momento de mayor conexión con el público. “You Stole May Money Honey”, brilló por su ausencia a pesar de ser la mejor canción de la banda. El público no se molestó en pedir más temas. La banda los tocó de todas formas.
Luego de una breve pausa que algunos aprovecharon para ir al baño o comprar unas cervezas, Corgan y su séquito salieron al escenario. Al pelado lo acompañaba una banda creada específicamente para clonar a los Smashing originales: un batero de golpes contundentes, un guitarrista medio oriental y una bajista parecida pero bastante más guapa que D’Arcy.
Comenzar con “Today” no fue una mala opción. Pero el público se quedó con ganas de seguir en la cresta de ola luego que Corgan la siguiera con un puñado de canciones oscuras, pesadas y densas, casi como si de un homenaje a Black Sabbath se tratara. Parecía como si los Smashing hubieran tratado de emular a las bandas de rock pesado de mediados de los setenta, con punteo de guitarra con los dientes y solo de batería incluido. Creo que para hacer eso habría que ser Hendrix o Zeppelin. De lo contrario el espectáculo parece forzado o displicente.
Las cosas se arreglaron cuando llegaron viejos éxitos como “Cherub Rock”, “Tonight, Tonight” y “Disarm”, que volvieron a poner al público al borde del clímax que se sintió al comienzo del concierto. De todas formas, ese final no logró cambiar la impresión de que Corgan eligió no tocar sus mejores temas ni esforzarse en conectar con el público. El ego desmedido que lo caracteriza parecía haberlo poseído nuevamente.
En resumen. Es extraño ver a los Smashing Pumpkins en el año 2010. No son una banda del recuerdo que vuelve a juntarse para tocar sus discos clásicos, como Pixies o Pavement hicieron en el resto de Sudamérica por estos mismos días. Tampoco es una banda que esté pasando por un gran momento, como R.E.M. en la primera edición de este mismo festival.
Así, sin en el kilometraje necesario para ser clásicos, ni un momento de alta creatividad que los respalde, los Smashing Pumpkins pasaron por Lima como la sombra de lo que algún día fueron. O de lo que algún día serán.