La 'U' solo quiere ganar
A la espera del reinicio del Clausura y con el Clásico -casi casi- a la vuelta de la esquina, reproduzco esta entrevista que le hice al periodista e historiador, Jaimer Pulgar Vidal, sobre su última publicación, ”El clásico, el inicio de una rivalidad”, un libro en el que explora las razones históricas que enfrentan -y unen- a Universitario y Alianza Lima, los clubes de fútbol más populares e importantes del país.
Para Alianza el fútbol es diversión, la ‘U’ solo quiere ganar
(Publicado en El Comercio, el 26 de agosto del 2014)
“Para Alianza el fútbol es diversión, la ‘U’ solo quiere ganar” by Pedro Ortiz Bisso
Años atrás, cuando realizaba un reportaje sobre el primer partido entre la ‘U’ y Alianza -jugado el 23 de setiembre de 1928, bautizado como el de ‘los bastonazos’ por la bronca que se desató-, Jaime Pulgar Vidal encontró un ejemplar de “La Prensa” de ese entonces en el que se culpaba de lo ocurrido a Universitario. En El Comercio hallaría una versión diametralmente distinta. “Algo está pasando acá, se dijo. En ese momento decidió investigar el inicio de esta rivalidad.
-La creencia común es que Alianza es el equipo de los negros y la ‘U’ de los blancos, pero tú señalas que entre los fundadores de Alianza hay un descendiente de italianos.
Incluso sostengo que estos italianos no son necesariamente los fundadores, sino los padrinos originales de Alianza. Los Pedreschi cosen las camisetas y les ponen el color que ellos desean, el verde, de la bandera de la vieja monarquía italiana. Y hay diferencias en el estatus. Uno de los jugadores de Alianza, que era carpintero, se enamora de una de las hermanas de Pedreschi y este se opone a la relación. Los jugadores del Alianza original y de los años 30, más que caracterizarse por un color de piel, lo hacen por un comportamiento. Son trabajadores independientes, como un gasfitero o un chofer de combi de hoy, que en algún momento se reúnen con sus amigos. Para ellos lo más importante era la amistad. Ese es el jugador de Alianza. No tiene que ver con un color de piel, sino con una forma más tradicional de comportamiento.
-Sin perder su extracción popular.
Alianza tiene dos caras, la interna, la de los jugadores, que han funcionado como una cooperativa; y también la cara del padrino, del dirigente, que ponía la plata, los organizaba, armaba los partidos. Un rostro que, lamentablemente, tiene un aspecto racista porque es el blanco -no necesariamente porque tenga ese color de piel, pero se presenta como tal- quien los organiza.
-Era una forma de relacionarse.
En esa época era normal buscar estos apadrinamientos entre alguien que tuviera cierto poder y un sector popular que quería algo del otro. La Lima de las dos primeras décadas del siglo XX era violenta. Es una sociedad que pide la jornada laboral de ocho horas, que no suban los alimentos. Una forma de control era hacer oficiales las actividades del pueblo y una de ellas es el fútbol.
-En el libro señalas que la ‘U’ está relacionada con la élite que tiene un concepto distinto del deporte. Lo practican por disciplina, como actividad formadora de valores. En Alianza, en cambio, ven el deporte como diversión y motivo para jaranearse.
Lo importante en el clásico no es el color de piel, sino el valor cultural que le dan los que juegan. Para Alianza el fútbol es diversión en la cancha y fuera de ella. Para la ‘U’, el fútbol debe ser jugado por gente disciplinada en los centros educativos para entender sus reglas.
-Dices que la rebeldía de los jugadores de la ‘U’ de ese entonces, propia de los universitarios de la época, es la simiente de la garra crema.
Es que entienden que el fútbol, además de salud y respeto por las reglas, es ganar. Ojo: no es que a Alianza no le guste ganar. Ocurre que si no gana, luego del partido dicen: “Oye, qué bacán la huachita que hiciste”. En cambio, la ‘U’ solo quiere ganar. En ese momento eso no se llamaba garra; es más, en los 40 los periódicos señalaban a Alianza como el equipo de la garra. Esa idea de que la ‘U’ tiene que ganar los partidos, no importa como juegue, es lo que empezamos a llamar garra luego.
-La popularidad que ha mantenido este enfrentamiento es porque representa dos formas no solo de ver el fútbol, sino de ver la vida.
Lo interesante es que aunque la ‘U’ tiene jugadores jaraneros como los de Alianza , cuando se enfrentan, la identidad resurge.
-En los 90 se decía que la ‘U’ reflejaba al peruano que intentaba salir adelante, que se cachueleaba. El símbolo era el ‘Puma’ Carranza.
El cachueleo también es garra, la lucha, la pelea día a día.
-Alianza ha tenido jugadores de ese tipo, pero más se lo identifica con Cubillas, Cueto, los ‘potrillos’…
Alguna vez dije que Alianza no tenía ídolos y me dijeron de gallina para abajo…En esta suerte de situación amical que existe en Alianza, desde sus inicios, lo importante no es que alguien destaque. En el callejón nadie destaca, todos son iguales.
-Es más el vacilón, la diversión…
Todos son compadres, todos son amigos. Alianza tiene brillantes jugadores. Es más, creo que los mejores jugadores del Perú han pasado por sus filas, pero no los tratan como ídolos. Más bien sus ídolos son aquellos que han abandonado el callejón al fallecer en situaciones trágicas como Roberto Rojas, Sandro Baylón, los del Fokker. Su estadio pudo llevar el nombre de su más grande jugador, Teófilo Cubillas, pero lleva el de uno que murió en una situación trágica como Alejandro Villanueva.
-¿Por qué persiste esta rivalidad?
El clásico sigue reflejando las viejas formas de ver la vida. Cuando un aliancista se pone su camiseta, se pone más de 100 años de historia. Cuando uno de la ‘U’ lo hace, se pone 90 años de historia. ¿Cómo una camiseta puede modificar una forma de pensar? Aún no lo sé. Pero que lo hace, estoy seguro.
El libro de Jaime es interesantísimo porque se sumerge en las raíces de una rivalidad que no se termina, cuyos inicios van más allá de lo futbolístico o racial. Su lectura es imprescindible.
También recomiendo la historia del título 2014 (incluye una colaboración mía).
Y este perfil de Lolo Fernández que empezó como una tarea de un curso universitario y se convirtió en libro. El autor es Gonzalo García Bedón.
Espero sus comentarios, un abrazo para todos
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