El Observatorio Paranal, el lugar donde la ciencia y la ficción se dieron la mano
Si has visto la última película de James Bond, quizás te habrá llamado la atención el inhóspito paraje en donde se desarrollan las últimas secuencias de “Quantum of Solace“. Pues resulta que se rodó en las instalaciones del Observatorio Paranal, en Chile. Pedro Ortiz, periodista de El Comercio y fanático de las películas del agente 007, tuvo la oportunidad de presenciar -gracias a una invitación de Sony Pictures- las escenas filmadas en esa locación. Hoy hemos publicado una nota al respecto. A continuación, les dejamos su testimonio de esa interesante experiencia en donde las estrellas estuvieron más cerca de la Tierra que nunca. Además, una impresionante galería de fotos de las instalaciones.
La primera vez que vi una película de James Bond era muy niño. Fue en el cine Super Hall -en ese entonces una respetada sala de barrio de Balconcillo- y recuerdo queantes de ingresar mi papá invitó hamburguesas a toda la familia en un prehistórico ‘fastfood’ de la avenida México. Era “La espía que me amó“, acaso una de las menos logradas cintas de toda la saga, pero que en ese momento me dejó embrujado. Quedé prendado del personaje -Roger Moore interpretaba a un 007 muy divertido-, los gadgets, los villanos -’Mandíbulas’ se convirtió en uno de los malvados más populares de los setentas- y, sobre todo, de Barbara Bach, una mujer increíblemente bella que luego se convertiría en la señora de Ringo Starr. Sobran las palabras para decir cómo me sentí cuando recibí el encargo de asistir a la filmación de “Quantum of Solace” en Chile.
Lo primero que me llamó la atención fue el extremo secretismo con que se manejó la producción. El Observatorio Paranal se encuentra a unas dos horas en auto de Antofagasta, en medio de un desierto donde la existencia de vida parece un imposible. El complejo se halla en una hondonada rodeada de cerros, en cuyo punto más alto se encuentra el Very Large Telescope (VLT). Antes de ingresar, una garita de seguridad controlada por carabineros nos dio la bienvenida.
¿La primera restricción? Nada de teléfonos celulares, cámaras fotográficas o cualquier otro adminículo que permitiera tener un registro gráfico de lo que íbamos a ver (por eso este post no lo puedo acompañar con ningún video hecho por mí en el lugar). La treintena de periodistas invitados de todas partes del mundo fuimos conducidos a la residencia del observatorio, el lugar donde viven los científicos y que tiene una parte preponderante durante el desarrollo de la película.
Una vez allí empezó la larga espera. La filmación solo podía ser observada por pequeños grupos, así que mientras unos lo hacían, el resto fue conducido a visitar los telescopios. El sol quemaba con furia, aunque la falta de humedad -dicen que no supera el 10% en la zona- lo hacía soportable (al menos para mí).
Allí nos explicaron que una entidad del viejo continente, Organización Europea para la Investigación Astronómica en el Hemisferio Austral (ESO, por sus siglas en inglés), es la encargada de la administración del observatorio. Que el espejo del VLT tiene 8,2 metros de diámetro, que puede ver objetos cuatro millones de veces más débiles de lo que podría hacerlo el ojo humano y que con algunos ajustes podría distinguir el titular de un periódico a más de diez kilómetros de distancia.
De vuelta a la residencia nos topamos con Mathieu Amalric, el francés que hace del malvado Dominic Greene, amoratado y con la ropa hecha piltrafas. Bond, luego nos enteraríamos, lo acababa de hacer puré. Esperamos dos horas más y, al fin, nos llevaron a la filmacion.
¿Qué vimos? A Daniel Craig, vestido de negro, corriendo por una ladera de la residencia mientras disparaba hacia el piso, a una especie de tragaluz (pueden ver algo de lo que vimos al final de este clip).
El director, Marc Forster, lo hizo repetir la carrerita, mientras una asistente nos explicaba que supuestamente estaba persiguiendo a Greene. Craig creo que ni sudó y apenas cortaron la escena se escabulló en una tienda de campaña. “That’s it” y hubo que volver a la residencia.
Luego pudimos reunirnos con Craig, Forster, el mítico productor Michael G.Wilson, Barbara Broccoli (la heredera de la franquicia de 007), Amalric y, por supuesto, con Olga Kurylenko, a quien algunos han acusado de ser una de las chicas Bond más insípidas de la historia (dicha conversación pueden leerla aquí y aquí). La amabilidad y sencillez de los actores, sobre todo, Amalric, fue sorprendente para quien imagina que el divismo es una pandemia en el mundo del cine. Lo paradójico fue que pese a interpretar al agente secreto más intrépido del mundo, Craig era seguido a todos lados por un guardaespaldas. Hasta tuvo que esperarlo a la salida del baño.
Aunque cansadora, la experiencia fue inolvidable. La película, pese a no alcanzar la calidad de “Casino Royale“, se deja ver y va camino a convertirse en el filme de 007 más taquillero de todos los tiempos. ¿Y la escena que vimos? No dura más de tres segundos en pantalla. Así es el cine, pues.
Pedro Ortiz B.