¿Cómo vencer adicciones... y qué tiene que ver el yoga con esto?
Suena raro, ¿no? Adicción y yoga son palabras que no deberían de estar en la misma oración. Pero tremenda sorpresa me llevé hace unas semanas, pues no solo van juntas en una oración, sino que una necesita de la otra.
Todo empezó cuando escuché que una amiga hizo su tesis sobre adicciones. Me quedé pensando por qué alguien que no es doctor estaría escribiendo sobre lo que hacen los químicos al cuerpo. Decidí investigar.
Encontré varios artículos, pero este fue el que más me llamó la atención. Johann Hari, autor de “Chasing the Scream: The First and last days of the war and drugs”, rompe el mito principal. Él afirma, luego de años de investigación, que la adicción a las drogas (cigarro, cocaína, pastillas, alcohol, y de más) no tiene nada que ver con sus químicos; que no se trata de que “el cuerpo necesita la droga”.
Según cuenta, esta especie de respuesta automática frente a las drogas se debe a los resultados de un experimento que se realizó en los años 80: una rata tenía una botella de agua y otra con heroína en una jaula. Al poco tiempo, la rata estaba loquísima: adicta a la heroína. El caso se cerró. Desde ese momento se “comprobó” que la heroína es adictiva porque es heroína. Punto.
¡Pero no! Había que ver más allá. Un profesor, Bruce Alexander, se dio cuenta que el asunto no era si la rata elegía agua o heroína. El asunto tenía que ver con que la rata estaba sola. Para probar su teoría, armó una jaula soñada para ratas: pelotas de colores, comida, diversión, más ratas por ahí. Todo bien con ese mundo.
¿Qué pasó?: Todas consumían agua. Una que otra le metía su sorbo a la que tenía heroína (nunca faltan), pero ninguna murió. En cambio, cuando se hizo el experimento con una sola rata, esta moría al poco tiempo.
El autor da otros detalles que sorprenden, y este es el que me llamó más la atención: Muchas de las drogas (por no decir todas) que te dan en un hospital tras una cirugía intensa, son más intensas que la heroína. Pero los pacientes, cuando terminan su tratamiento y regresan a casa con su familia, con quienes aman, no las necesitan más.
No es, entonces, un químico especial en cada droga la que no deja que uno la suelte: tiene que ver con la falta de lazos, de amor, de bienestar en su vida. En el artículo se cita a Peter Cohen, un profesor, quien asegura que el ser humano necesita de conexiones, que no debería de estar aislado. De ahí a que un ludópata puede tener las mismas reacciones violentas cuando se le prohíbe ir a un casino, como cuando se le quita la heroína a alguien adicto a ella.
La soledad, el vacío, nuestra lucha con nuestro pasado son las verdaderas causas por las que uno se vuelve adicto a una o varias drogas. Tener a tus amigos cerca, a tu familia, tener amor alrededor es lo que permite que te sientas bien, y eso también es yoga: Meditar, darse el tiempo para relajarse, para uno mismo. Sentirse bien, para que todos alrededor estén bien.
Namasté.