De todas las lecciones que nos está dejando la pandemia, estar en casa nos ha hecho ser más conscientes del gran impacto que tenemos sobre el medio ambiente y cómo podemos contribuir a su cuidado. Al mismo tiempo nos ha hecho valorar más nuestro día a día y la gente que nos rodea.
Los biohuertos, aparte de beneficiar nuestra salud al mejorar la calidad del aire y producir hortalizas sin pesticidas, también incitan el fortalecimiento de los vínculos familiares si todos se involucran en su cuidado. Por otro lado, esta actividad nos ayuda a valorar el inmenso trabajo de los agricultores, además de que contribuye a la reducción de la huella de carbono.
Eso precisamente es lo que quiso hacer la estudiante de secundaria Thalia Ávila, por ejemplo, quien nos enseñó el biohuerto que instaló en el patio de su casa -ubicada en la provincia de Cañete- durante los meses de pandemia. “Implementé mi propio biohuerto con el fin de alejarme de los aparatos tecnológicos, y me ha cambiado la vida. Me liberó del estrés y me volvió más organizada”, sostiene sobre los múltiples beneficios de este pasatiempo saludable.
Más allá del bien emocional, existe una gran variedad de hortalizas que se pueden cultivar en casa para el consumo diario. Entre ellas están el nabo, la lechuga, el tomate o la albahaca, por mencionar algunas. Todo dependerá de la estación en la que se decida iniciar con el proyecto del biohuerto, aunque el período más recomendable es entre abril y setiembre.
“Los espacios ventilados que reciben luz solar son perfectos para los biohuertos” dice Cusi Mejía, comunicadora y fundadora del proyecto Lima Compost. “Si tenemos una ventana, esa es la zona ideal. Ahora, si a la ventana le cae el sol solamente por la parte de arriba, entonces lo recomendable es tener macetas colgantes que estén ubicadas donde les dé el sol”, aconseja la experta. ¿Qué hacer si no tenemos espacios con acceso a luz solar? Su colega de Lima Compost, Abraham Silva, indica que podemos tener otra clase de productos no menos valiosos. “Ahí podemos sembrar hierbas aromáticas de sombra, como el cilantro y perejil”, explica.
¿Cuál puede ser el primer paso si nos animamos? Se recomienda empezar con hortalizas de hojas (lechuga, acelga o espinaca) ya que no requieren tanto espacio: 40 centímetros de profundidad serían suficientes. Parece un paso pequeño, pero es un paso más que nos lleva a la sostenibilidad.