Si viajas a Costa Rica es inevitable que te encuentres con su expresión más festejada: “pura vida”. Esta frase, a modo de saludo, es un deseo honesto para que las cosas te salgan bien. Cuando el PSG sufría la avalancha de un Real Madrid insistente, su arquero costarricense fue el oxígeno para seguir respirando. En los momentos que el cuadro francés lucía desahuciado, Keylor Navas se ajustó bien los guantes de portero para ser “pura vida”.
El empate 2-2 tuvo varios protagonistas en el Bernabéu. En el Real Madrid fue sobresaliente lo del uruguayo Valverde –en poco tiempo sacó etiqueta de indiscutible en el once titular– y lo de Karim Benzema con un soberbio doblete. Al frente, Navas ofreció un recital de resistencia. El golero tico sumó diez paradas, su mejor registro en los últimos cinco años. Sin ese muro centroamericano, el club merengue hubiera sumado un mínimo de cuatro goles. Este empate, que asegura el primer lugar del PSG en el Grupo A de la Champions League, también lleva su nombre.
Por eso, tantos aplausos de hinchas con buena memoria, en el coloso madridista, y por eso, tantos abrazos de excompañeros, a quienes les dejó como herencia el respeto por todo lo ganado (tricampeonato de Champions). Si bien el PSG reaccionó en los últimos diez minutos con tantos de Mbappé y Sarabia, esto no hubiera sido posible si Navas no dejaba al club parisino con vida ante un Real Madrid demoledor.
—Lo que viene—
Este resultado le abre el paso al PSG, como líder de su grupo, a un fixture más despejado para una clasificación a instancias finales. Aún se espera que Mbappé y Neymar terminen de hacer la diferencia y que Navas no se resfríe. Ese valor agregado podrá ser el impulso para dar el gran salto en octavos y cuartos de final (la etapa que aún no puede superar). De momento, ha mostrado entereza de club grande ante la adversidad. Igualarle al Madrid en el Bernabéu después de estar 2-0 abajo es solo para un titán del Viejo Continente.
Hace un mes quizá hubiera preocupado más este segundo lugar ocupado por el Real Madrid en su grupo. Pero la recuperación de sus principales jugadores (sobre todo sus volantes) despierta optimismo a pesar del poderío del próximo rival que tendrá en la segunda fase. No hay miedo, solo certeza de haber recuperado el rumbo en esa alfombra por donde siempre debe caminar la realeza (del fútbol).
Sí, fue un buen partido del Real Madrid. Hazard, a pesar de la lesión, cada vez gana más autoridad con la pelota; Marcelo vuelve a mostrarse como carta ganadora para pelear cosas importantes y hasta Bale, pese a las pifias, quiso hacer la diferencia. Su tiro libre en el cierre confirma que no se resigna a ser suplente.
Cuatro goles con dos clubes del top cinco en todo el planeta. De lo mejor que podrá verse en estas últimas semanas del 2019. Un partido atractivo, con el césped poblado de estrellas. En esa constelación de brillo intenso hubo una luz que eclipsó al resto. Fue Keylor Navas, el seguro mejor pagado para cuando ese Ferrari llamado PSG choque en su ruta ganadora. El Bernabéu lo homenajeó como si fuera maravilla del mundo. Los ochenta mil presentes en el Bernabéu saben que el arco del triunfo ahora está en París.