“Las prestaciones de Griezmann y Mbappé fueron superiores a las de ‘CR7’ y del egipcio, incluso la injerencia de Hazard en el funcionamiento de la maquinaria del seleccionado belga fue más destacada”. (Foto: AP)
“Las prestaciones de Griezmann y Mbappé fueron superiores a las de ‘CR7’ y del egipcio, incluso la injerencia de Hazard en el funcionamiento de la maquinaria del seleccionado belga fue más destacada”. (Foto: AP)
Guillermo Oshiro Uchima

Pese a la saludable democratización que prometía el The Best agrupando a seleccionadores, capitanes, periodistas e hinchas como gran jurado para elegir al mejor futbolista del año, la subjetividad y el escaso análisis de los votantes le han dado forma a una terna que genera mucha polémica. En sintonía con la UEFA, el podio para los dueños de la pelota se repite: Modric, Cristiano Ronaldo y Salah. Los tres de indiscutida gran temporada. ¿Pero fueron realmente los mejores del 2018, los que más méritos individuales y colectivos hicieron para tentar la corona?


Más allá de la ausencia de Griezmann o hasta del caserito Messi, la valoración del ente europeo tiene concordancia con la relevancia de los candidatos en su torneo más importante de la última temporada, la Champions. Bajo esa mirada encorsetada que premia exclusivamente a los finalistas de ese torneo, se entiende que los grandes protagonistas sean los actores principales de su gran fiesta. El francés conquistó la Europa League mientras que el argentino ganó el doblete con la Liga y la Copa del Rey. En ambos casos, esos trofeos no pueden competir con la Orejona. Hasta ahí, lo de la UEFA podría ser discutible mas no descabellado.


El panorama cambia cuando se trata del The Best, un trofeo creado por la propia FIFA. Es ilógico entonces que el peso mayor vuelva a recaer en los finalistas en la Champions. En Rusia 2018 observamos versiones descafeinadas de Cristiano y Salah, ninguno pasó del brillo efímero con algunos goles. Durante el Mundial hubo actuaciones muy superiores a las de ambos. Por eso se entiende la queja de Deschamps. “Creo que un francés lo habría merecido no solo por haber ganado el Mundial, también por la temporada que han hecho. Al menos merecían estar entre los tres finalistas”, explicó el seleccionador galo poniendo un poco de cordura a tanta insensatez. La FIFA, sencillamente, dejó que en su propia balanza la Champions le ganara a su Copa del Mundo.


Además del enorme mérito del título, en canchas rusas las prestaciones de Griezmann y Mbappé fueron superiores a las de ‘CR7’ y del egipcio, incluso la injerencia de Hazard en el funcionamiento de la maquinaria del seleccionado belga fue más destacada. Aunque las comparaciones son odiosas, habrá que recordar que el prestigioso Balón de Oro de “France Football”, donde solo votan periodistas, siempre fue a manos de un campeón del mundo en año mundialista desde que el premio no se restringió solo para jugadores europeos: Zidane en el 98, Ronaldo en el 2002 y Cannavaro en el 2006. Cuando se asoció con la FIFA se empezó a torcer la tendencia: Messi lo ganó en el 2010 y Cristiano en el 2014. En ambos casos hasta podría aceptarse porque el nivel que tenían estaba lejos de lo terrenal, muy por encima de la pléyade que los veía en el cielo.


La FIFA puede aclarar que no tiene injerencia en los votos. Tiene razón. Pero estos resultados hablan por sí solos de la imperfección de su búsqueda para elegir al nuevo rey. Tendrá que repensar su método para no volver a mostrar un cariz errático que le quita credibilidad al galardón. Lo único que le queda es rezar para que sea Modric el que levante el trofeo. Otro ganador resultaría un verdadero fiasco.

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