“Cristiano y el Real Madrid eran un matrimonio perfecto, una pareja guiada por los mismos valores y el mismo objetivo: ganar y después ganar y después ganar de nuevo”. (Foto: EFE)
“Cristiano y el Real Madrid eran un matrimonio perfecto, una pareja guiada por los mismos valores y el mismo objetivo: ganar y después ganar y después ganar de nuevo”. (Foto: EFE)
Jerónimo Pimentel

La crítica regular a la Liga Española trató siempre sobre su disparidad: ¿cómo podía ser interesante un torneo en el que dos equipos aplastan a todos hasta que, dos veces el año, se miden para establecer la primacía nacional? El reparo no va más. Lamentablemente, no porque haya habido un emparejamiento hacia arriba, sino por la crisis del .


Zinedine Zidane, sin aspavientos pero con la seguridad que confiere ser un mito vivo, logró hasta el año pasado lo imposible: acompañar la reconversión de ‘CR7’ en un delantero de área a la vez que dirigía a los merengues, con clasicismo táctico, a una seguidilla espectacular de victorias y títulos. Perder a la vez al entrenador francés y al goleador portugués ha sido un golpe demasiado fuerte para un equipo al que hoy le cuesta articularse mínimamente para estar a la altura de su historia.


En las últimas dos décadas el Real Madrid no necesitó nunca lucimiento, sino triunfos. Pero sin ellos, la realidad los descubre ordinarios, como ha dejado claro el Levante hace dos días. Hay más talento en una uña de Modric que en todo el conjunto de Valencia, pero eso no importa cuando las fichas no están alineadas y la idea es rústica. No se ganan los partidos comparando la cotización de los jugadores ni sumando sus valores en el FIFA 2019.


Del último aficionado a Florentino Pérez es claro en quién recae la responsabilidad de esta caída libre: Julen Lopetegui. No porque la tenga, sino porque es la respuesta más sencilla, la más evidente.


El diario deportivo “Marca”, adicto al Real Madrid, lo resume de esta forma: si se le despide antes del derby, se expone al reemplazante por gusto; si cae estrepitosamente en el Camp Nou, la salida está doblemente justificada. El vasco entró por la puerta falsa al Bernabéu, exponiendo a la selección española a puertas del Mundial, y se irá por la ventana, en siete días o antes. Parece una lección moral, pero es pragmatismo. ¿Quién lo reemplazará? Si es interino, suenan Guti y Solari. En el mercado internacional, Conte.


Pero algunas sensaciones quedan. La principal es que Cristiano y el Real Madrid eran un matrimonio perfecto, una pareja guiada por los mismos valores y el mismo objetivo: ganar y después ganar y después ganar de nuevo.


No se ve cómo Mariano y Lucas Vásquez vayan a reemplazar esa cuota de gol, como no se ve cuánto tiempo necesitará Ronaldo para adecuarse al Calcio y a la Juve, sobre todo ahora que pesan sobre su nombre graves acusaciones de violación. En todo caso, cubrir a un goleador de la talla de ‘CR7’ es difícil o imposible. Y los llamados a hacerlo (Neymar y Mbappé) han resistido las ofertas.


El clásico del próximo fin de semana será un poco triste: sin Messi –por lesión– y sin Cristiano. Hemos vivido una era excepcional, algún día tenía que volver la normalidad.

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