Este sábado se llevará a cabo la pelea entre Tyson Fury vs. Deontay Wilder por el título mundial de los pesos pesados del boxeo. Este evento es uno de los más esperados del año y ha despertado el interés de todo el mundo deportivo.
En la previa de esta gran pelea, es imposible no resaltar el penoso incidente en el que cayó Tyson Fury antes de volver a los cuadriláteros este año. El británico había alcanzado la fama luego de vencer a Vladimir Klitschko en el 2015; sin embargo, esto le trajo más de un problema.
Dos semanas después de esa victoria la IBF le quitó a Tyson Fury el título porque se negó a pelear con Vyacheslav Glazkov. Luego fingió una lesión en el tobillo y nunca se dio la revancha ante Vladimir Klitschko.
"Si soy honesto, puedo decir que no tenía nada. No he pisado el gimnasio desde hace meses. He estado ausente: bebiendo y haciendo cualquier cosa para distraer la mente. Adoraba el boxeo cuando era pequeño, pero ahora lo odio", dijo Fury en el 2016 en la revista británica Rolling Stone.
Lo único que entretenía a Tyson Fury era emborracharme hasta no poder más. “Dicen que soy bipolar. Soy maníaco depresivo; espero que alguien venga y me mate antes de que me mate yo mismo", fueron otras de las desgarradoras declaraciones que dio el púgil que aseguró que era más feliz cuando no era campeón mundial.
“He consumido mucha cocaína. Estoy pasando por un infierno personal, tratando de quitarme muchos demonios de encima. No quiero seguir viviendo. Esta gente me ha llevado al límite, no puedo más. La cocaína es algo menor en comparación con el deseo de no seguir viviendo", concluyó Tyson Fury.
Han pasado dos años de aquellas revelaciones y ahora Tyson Fury busca reinventarse en el boxeo. Este año ganó dos peleas y espera obtener su tercer triunfo para recuperar su cinturón.