Leonardo Ledesma Watson

Cuando el avión aterriza en el aeropuerto Alfredo Mendívil Duarte, ya se puede sentir un clima templado, seco, con nubarrones que cubren como manto una ciudad fundada en el siglo dieciséis por los españoles bajo el nombre de San Juan de la Frontera de Huamanga y que hoy, en el siglo veintiuno, tras décadas de conflictos en el que sus habitantes padecieron la inhumanidad de grupos armados, será sede de la vigésima edición de los Juegos Bolivarianos luego de ganarle ese privilegio a Guayaquil, Ecuador. En Ayacucho, conocida por su fervor religioso, sus famosos retablos y por ser el centro político de los Wari, primer imperio andino preincaico, competirán atletas de diez países en veinticuatro diferentes disciplinas (muchas de ellas no olímpicas).

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¿Está preparada la ciudad para un evento de tal magnitud? Cuando se piensa en citas deportivas de alto calibre y eventos que albergarán no sólo atletas, sino periodistas, familias, directivos, público en general y demás allegados, se suele evocar a las grandes capitales o a puntos de desarrollo con presencia mediática, sin embargo, Ayacucho, un lugar calmo y rodeado de montañas, viene desarrollando e implementando infraestructura que poca explicación le debe a quien la cuestione. Para muestra, algunos ejemplos: el Colegio Mariscal Cáceres, institución fundada en 1848, cuenta con un importante número de canchas y coliseos (la mayoría techados) donde se disputarán partidos de básquet 3 contra 3, futsal o teqball (fútbol mesa), y también deportes de contacto/artes marciales como karate y taekwondo. Otra sede cuya adaptación la ha convertido casi en un centro de alto rendimiento, es el Colegio Nuestra Señora de las Mercedes, donde se desarrollarán la gimnasia, el fisicoculturismo, el kickboxing y el muay thai.

Panorámica del colegio Mariscal Cáceres, una de las sedes de los Bolivarianos. (Foto: Legado)
Panorámica del colegio Mariscal Cáceres, una de las sedes de los Bolivarianos. (Foto: Legado)

Punto aparte merece la famosa Pampa de la Quinua. Este fue el escenario de la Batalla de Ayacucho que selló definitivamente y para siempre la independencia del Perú -cuyo bicentenario coincidirá con la cita deportiva- liberando a sus habitantes del yugo español. Aquí, en un lugar tan histórico como significativo -y hoy también muy turístico- se realizará la carrera a campo traviesa, más conocido como cross. Además, será la Ruta de la quinua la que servirá como escenario de la maratón, una de las pruebas más relevantes de los juegos que, en esta ocasión, se correrá a más de 2.500 metros sobre el nivel del mar.

La Pampa de la Quinua, donde se libró la Batalla de Ayacucho. (Foto: Legado)
La Pampa de la Quinua, donde se libró la Batalla de Ayacucho. (Foto: Legado)

Faltan más de 230 días para el inicio de las competencias. El reloj, que roe el tiempo como un ratón, no se detiene ante nadie. Al igual que los latidos que retumban desde el pecho, es tirano o amigo de quien lo requiera. Como habrá atletas cuya necesidad de batir un récord o de llegar a la meta esté determinada por el más objetivo de los objetos, también hubo quienes trabajaron para crear el “Reloj Bolivariano”. Obreros, soldadores y trabajadores ayacuchanos levantaron el esta pieza una pieza de corte artístico cuasi expresionista que emula al obelisco de 44 metros, diseñado por un artista Aurelio Bernandino Arias, ubicado en la Pampa de la Quinua, pero que en este caso se encuentra en la Plaza Mayor, frente a la mismísima catedral.

Cuenta regresiva
Faltan menos de 240 días

Son menos de 240 días los que faltan para la inauguración de su edición especial.


El encendido se hizo desde la “Ciudad señorial” y estuvo a cargo del director ejecutivo del Proyecto Especial Legado, Carlos Zegarra, el alcalde provincial de Huamanga, Juan Carlos Arango, junto a deportistas destacados.


El reloj ubicado en medio de la Plaza Mayor mide 4 metros de alto y tiene una estructura que se asimila al obelisco de la Pampa de Ayacucho.

Faltan menos de 240 días

A la cita inaugural asistieron autoridades locales como el alcalde provincial de Huamanga, Juan Carlos Arango, y el director ejecutivo del Proyecto Especial Legado, Carlos Zegarra, judoca olímpico que representó al Perú en Beijing 2008. “Queridos hermanos, es un honor estar en esta cuenta regresiva. Me siento feliz, honrado de ser peruano y de estar en Ayacucho. Esta es una región maravillosa a la que tenemos que poner en valor y en este caso desde la tribuna deportiva. ¡Arriba Perú, arriba Ayacucho, hoy y siempre!”, expresó Zegarra en su discurso ante la vista no sólo de los involucrados en la organización sino transeúntes y curiosos que poco a poco se van empapando de la idea de convertirse en una ciudad deportiva.

Desde la terraza del Vía Vía, un clásico restaurante del centro de la ciudad, se puede observar Ayacucho en su esplendor: un espacio público aprovechado por vecinos, escolares que compiten por ver quién hace la mejor alfombra (dibujos en el suelo con motivos específicos, como el de los Bolivarianos, por ejemplo), fotógrafos itinerantes, turistas curiosos y más. Desde allí, en conversación con El Comercio, Zegarra comentó, primero, su visión del deporte: “Lo que hacemos en Legado es tratar de pensar en el deporte como un vehículo de transformación social, que cambia la vida de las personas para bien, que cambia incluso a una nación”.

 (Foto: Legado)
(Foto: Legado)
/ Santiago Regaira

El judoca, hoy director de Legado, se refirió también a lo que se esperan con estos juegos y, además, lo que será el Panamericano del 2027 en Lima: ”Los diferentes tipos de juegos, tanto los panamericanos como en este caso los Bolivarianos, no son el pretexto ni el fin, es parte de una estrategia nacional en lo que toca es replicar lo que ya se logró antes, mínimamente, y tratar de mejorar todo desde allí. No hacer borrón y cuenta nueva. Sí esto no es parte de una política de estado, no funciona. La idea es generar conocimiento en la sociedad para que desde las regiones y no sólo en Lima se tome una conciencia de competencia, no de competitividad. Lo más importante es generar un compromiso. Ayacucho se va a enriquecer de cultura deportiva. Hay un impacto social, económico, turístico y en varios aspectos. Hacer que el deporte envuelva un todo de manera integral es una de las metas y parte de la visión que tenemos”.

Retablos, Danzaq y un show deportivo

Ayacucho recibirá a unos 1255 atletas que, durante 11 días, competirán por la gloria en 24 deportes y 35 disciplinas. Es en ese contexto en el que Danzaq, el personaje oficial de los Juegos Bolivarianos, creado por Jeffry Ayme, representa a un danzante de tijeras, que transmite la gallardía, valor, entrega y fuerza propio de la cultura y tradición de una región cuya personalidad sincrética puede ser apreciada, por ejemplo, en sus retablos. Para esta ocasión, se creó el “Retablo Bolivariano”, a manos del maestro retablista Silvestre Ataucusi.

(Foto: Legado)
(Foto: Legado)
/ Santiago Regaira

No cabe duda que para finales del año, Ayacucho se pondrá de fiesta nuevamente y será el centro de atención deportiva de toda una región que espera sea este el inicio de un trabajo sostenido y con visión de desarrollo para el futuro.

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