La alegría de la gran remontada del último sábado ante Paraguay le duró poco a la selección peruana Sub 23. Ayer, la Bicolor cayó 1-0 ante Uruguay y complicó sus chances de clasificar al cuadrangular final del Torneo Preolímpico que se desarrolla en Colombia. Para acceder a la siguiente etapa, el conjunto peruano tiene que ganarle en la última fecha del viernes a Bolivia y esperar que Paraguay no supere a Brasil.
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Pese a que los muchachos pelearon cada jugada dividida como si fuera la última en disputa, el cuadro de ‘Ñol’ Solano sigue en deuda en lo futbolístico. Al menos por ahora, sigue siendo solo una ilusión clasificar a los Juegos Olímpicos Tokio 2020. Por ello, a continuación repasamos tres razones que provocaron esta dolorosa derrota ante la Celeste.
—Fragilidad en el fondo—
La Blanquirroja sigue dando licencias en el fondo. Ayer, pese a que los uruguayos no fueron un vendaval en ataque ni mucho menos, las pocas veces que llegaron al arco de Renato Solís hicieron daño a la retaguardia nacional. Tal como sucedió al minuto 12, cuando Francisco Ginella tuvo tiempo y espacio para sacar un remate rasante para abrir el marcador desde fuera del área.
Hasta ese momento era un encuentro que se daba con un trámite parejo. Sin embargo, la pasividad para encimar a los rivales volvió a costarle caro el cuadro peruano. Está claro que en la zona de presión, Jesús Pretell hace lo que puede, pero tiempo poco acompañamiento ya que Aldair Fuentes, el otro hombre de primera línea en la volante, siempre juega unos metros más adelantado y los rivales juegan a sus espaldas. En esos metros Perú siempre está desprotegido.
—No hay juego asociado—
Así como ante Brasil y Paraguay, al equipo bicolor se le complicó encontrar sociedades en la ofensiva. No hay ni siquiera intenciones de ejecutar alguna pared. Menos dio señales de agruparse para intentar llegar al arco rival con el balón sobre el césped. Todo el ataque se reducía a pelotazos largos que le facilitaron el trabajo a los centrales uruguayos. Los celestes ganaron todas por arriba sin ningún problema, pese a que Sebastián Gonzales Zela se mostró movedizo en todo el frente de ataque.
Además, se le cargó mucho la responsabilidad a un Fernando Pacheco que volvió a ser lo mejor del equipo nacional. El ex-Sporting Cristal mostró su velocidad y potencia para complicar a los charrúas por las bandas. Pero por el centro no existe el juego asociado. La única opción viable es Jairo Concha, el que mejor interpreta la función de armador. El volante de la San Martín es suplente, aunque en los minutos que ha jugado es el más lúcido para conducir al equipo hasta el arco rival.
—Bajo nivel individual—
Salvo Pacheco, flamante refuerzo del Fluminense brasileño, hay varios futbolistas de los cuales se esperaba mucho más de lo que realmente vienen ofreciendo en el torneo. Son los casos de Marcos López y Yuriel Celi, por ejemplo. El primero no pudo plasmar la experiencia conseguida en el San Jose Earthquakes de la MLS desde su banda izquierda. Tiene muchas intenciones de proyectarse, de ser una vía ofensiva, pero no está muy fino con la pelota y se le nota falto de físico. En cuanto al mediocampista de Cantolao, no ha reeditado las buenas actuaciones que tuvo en la Sub 17. Es más ganas que fútbol, no encuentra a los socios para generar jugadas de ataque. Conduce mucho el balón, descarga poco y mal, sin profundidad.
Perú tiene poco tiempo para corregir errores. Ante Bolivia será ganar o ganar y esperar otros resultados. Es necesario ser un once más compacto, acercar más las líneas para dejar menos espacios al rival, juntar más a los jugadores de buen pie para intentar crear más opciones de gol. Y en el fondo presionar mucho más al rival, no dejarlo pensar.
Quedan 90 minutos para tentar la clasificación, y en un grupo donde salvo Brasil nadie ha mostrado grandes virtudes, todo es posible.