"Matemáticas nunca más", por Pedro Canelo
"Matemáticas nunca más", por Pedro Canelo
Pedro Canelo

Hay fotografías imborrables de esos últimos momentos con chance que ha tenido en las últimas Eliminatorias mundialistas. Desde ese 4-0 que sigue doliendo ante Chile en el Nacional de Santiago en 1997, pasando por el 6-0 frente a Uruguay en el Centenario con Chemo indignado en el banco de suplentes, hasta aquel 2-1 frente a los mismos charrúas en lo que fue la despedida de Brasil 2014 con Sergio Markarián como técnico. Ese instante de quiebre que hemos sufrido en los últimos 35 años es lo que tendrá que revertir el once de este jueves contra Venezuela en Maturín y ante Uruguay (tantas veces, Uruguay) el próximo martes en Lima. Estamos, en resumen, a pocos días de que pase el último tren de las oportunidades para esta selección nacional. Si no sumamos por lo menos cuatro puntos en la fecha doble, nos enfrentaremos a la tristeza futbolística de un día sin mañana. Pamplinas con las matemáticas. Nunca más nos refugiemos en eso.

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Las estadísticas tampoco son aliadas para llenarnos de prematuro optimismo: es cierto que Venezuela es el colero absoluto de estas Eliminatorias; sin embargo, a los llaneros no les ganamos de visita desde hace casi 20 años (3-0 a favor de los dirigidos por el actual director FPF, Juan Carlos Oblitas, el 20 de agosto de 1997). Después han sido acumulaciones de derrotas en cadena, incluyendo ese 3-2 en Puerto Ordaz –10 de setiembre del 2013– que fue el tiro de gracia para el equipo de Markarián. Con ese libro de historia escrito en clave de tragedia tendrá que lidiar el ‘Tigre’ Gareca cuando dé la última charla técnica en el camerino del Monumental de Maturín.

No es sumarle presión a lo complicado, sino una asimilación sensata de la realidad. Perú está obligado a ganar los dos partidos de esta fecha para dar ese salto en la tabla que quedó pendiente al caer en noviembre del año pasado con Brasil en casa. Vivimos más de diez años en esa zona relegada de los tres equipos coleros. Ha costado una vida impulsarse a ese quinto o sexto lugar que regala oxígeno para competir hasta las últimas fechas. Si los resultados no acompañan, todo lo demás que se comente será letra muerta para alargar una agonía. Cerca de la medianoche del 28 de marzo, podremos saber si tenemos vida o no en estas Eliminatorias para Rusia 2018. Así de determinante, aunque suene apresurado.

Gran reto para este grupo formado el año pasado en la Copa América Centenario. Lo primero es recuperar la jerarquía histórica ante una selección vinotinto que vive una etapa de renovación al enfocarse en las próximas clasificatorias rumbo a Qatar 2022 (24 años de edad como promedio en su plantel). Y después, derrumbar el favoritismo de un Uruguay que traerá dos delanteros que están actualmente en el top ten mundial: Luis Suárez y Edinson Cavani.

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Dato curioso es que, al igual que en el anterior proceso, lo decisivo se marcará en una fecha doble que reúne como rivales a Venezuela y Uruguay. El once de Markarián sumó dos derrotas y se despidió a dos fechas del cierre de la competencia. Y también fueron Venezuela y Uruguay los adversarios en esa fecha de marzo del 2016, cuando se decidió prescindir de jugadores como Claudio Pizarro, Juan Vargas, Jefferson Farfán y Carlos Zambrano. Coincidencias hay, aunque el reto ahora estará en darle vuelta al desenlace.

Ricardo Gareca se ha mantenido sereno durante toda su estadía como entrenador de la selección. En los días más difíciles, su estrategia de paños fríos ha sido decir que el camino aún es largo y que mantendrá el discurso positivo hasta que las matemáticas lo dejen. Tiene derecho a hacerlo, pero el análisis deberá ser mucho más crudo porque para sufrimientos en Eliminatorias ya tuvimos bastante.

Es inútil negarlo, todavía arrastramos las imágenes de Marcelo Salas riéndose del ‘Viejo’ Balerio, del ‘Cóndor’ Mendoza fallando el gol ante Ecuador, de Paolo Guerrero expulsado en el Centenario o de Farfán llorando en el Estadio Nacional. Fueron los puntos finales de tantas esperanzas mundialistas, esos fantasmas reincidentes que los muchachos de Ricardo Gareca tendrán que fumigar para sentir que ahora, por fin, sí se puede. 

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