El ciclo de Claudio Pizarro con la selección peruana ha culminado. El propio "Bombardero de los Andes" lo ha expresado a través de una curiosa mecánica en redes sociales. (Foto: USI)
El ciclo de Claudio Pizarro con la selección peruana ha culminado. El propio "Bombardero de los Andes" lo ha expresado a través de una curiosa mecánica en redes sociales. (Foto: USI)
Ricardo Montoya

Hizo bien Ricardo Gareca en no convocar a Claudio Pizarro para el Mundial. Tenía a Ruidíaz y a Farfán en el plantel y la situación de Paolo abría la posibilidad de que finalmente pudiera, como ocurrió, jugar en Rusia. Claudio no estaba teniendo una buena temporada en el Colonia y llamarlo hubiese sido un retroceso en toda la coherencia y el compromiso que el técnico siempre pregona. No fueron temas personales los que lo alejaron del Mundial. Más allá de las desafortunadas declaraciones de doña Peta, que dan cuenta de disputas entre Pizarro y Guerrero, si Claudio hubiese estado rindiendo en su escuadra, Gareca no hubiese podido prescindir de él. Pero su momento no era el mejor. De todas formas, una vez conocido el desenlace mundialista da la impresión que, quizá, pese a su falta de rodaje futbolístico, Perú pudo echar mano del hombre del Bremen para refrescar un ataque poco efectivo. Siempre es más fácil analizar las campañas con los números puestos.

Lo concreto es que la oportunidad pasó y Claudio ya nunca jugará un Mundial. Cada vez que en Alemania le preguntan al respecto, vuelve a sangrarle la herida. Le duele y, aunque trate de minimizarlo, se le nota. Pizarro siempre soñó con disputar una Copa del Mundo y, a la vez, poder revertir esa imagen de que nunca pudo ser el mismo con la Blanquirroja que con sus equipos alemanes.

La sentencia, aunque cierta, es exagerada. Si bien Claudio no brilló con la selección como sí lo hizo en el Bayern o en el Bremen, tampoco pasó desapercibido. Por Perú el ex hombre de Alianza anotó 20 goles y se ubica quinto en la tabla de máximos goleadores históricos nacionales. Algunos de esos tantos fueron decisivos, como los que le convirtió a Venezuela en la Copa América de Chile o a Ecuador en la victoria en las Eliminatorias del 2013. Poco para alguien de su linaje goleador, es cierto. Pero no nulo, como algunos detractores se empeñan en señalar. Por eso la congoja y la bronca mascullada del goleador. No es reclamo, no es pose, tenía ganas de revancha y no se le dio. Ninguna desolación es mayor que la que provoca las cosas que perdimos sin saber por qué.

Afortunadamente, como le pasó a Gareca con Bilardo en el 86, el tiempo coloca todo en su lugar, y Claudio entenderá eventualmente que, aunque parezca mentira, su nivel de hoy es superior al que tenía en la antesala de Rusia.

De todas formas, ¿no hubiese sido un detalle hermoso de la federación despedirlo contra Alemania en el amistoso en Hoffenheim? Pizarro ha manifestado que no le veía sentido a su convocatoria para ese partido si no lo hicieron antes. La respuesta debió ser “este partido no hubiese sido un llamado oficial, sino un tributo y una despedida como capitán peruano en el país donde conseguiste tus mayores logros y donde se te adora”. No se hizo y se perdió el momento de decirle adiós a lo grande a un futbolista peruano que dejó su marca en el fútbol internacional. Una lástima.

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