Desde miradas lascivas hasta chantaje sexual. Así de amplio es el espectro del acoso sexual laboral, que, aunque se reduce a paso lento, todavía persiste.
Según el último informe de Espacios Laborales Sin Acoso (ELSA), un software que permite a las empresas del sector privado identificar, medir y actuar frente a estas prácticas, el 16% de trabajadores en el Perú ha sufrido de acoso sexual laboral en el 2024. La cifra muestra una leve mejora respecto del año pasado, cuando la incidencia fue de 17%.
En la mayoría de los casos (45%), el acoso provino de un colega o compañero de trabajo, mientras que el 19% corresponde a superiores jerárquicos.
Pero el acoso sexual laboral no afecta a todos por igual: la comunidad LGTBIQ, por ejemplo, reporta una incidencia de 35%, más del doble que el promedio general del país. Las personas afrodescendientes alcanzan el 19%.
Además, el acoso se manifiesta de distintas maneras, según el grupo. En el caso de las personas LGBTIQ, por ejemplo, predominan los comentarios homofóbicos o sobre la identidad de género, mientras que las personas afrodescendientes reciben principalmente manifestaciones de acoso relacionadas al cuerpo, explica Marlene Molero, CEO y cofundadora de ELSA.
Para Brenda Álvarez, abogada y presidenta de la asociación Proyecta Igualdad, estos datos demuestran que el acoso sexual es “profundamente desigual”, ya que impacta de manera desproporcionada a grupos históricamente discriminados.
“Esto resalta la necesidad urgente de implementar políticas de prevención que no sean genéricas, sino que reconozcan estas desigualdades. Abordar el acoso sexual laboral requiere estrategias específicas y focalizadas, diseñadas para proteger y empoderar a los grupos más vulnerables, garantizando así entornos laborales verdaderamente inclusivos y seguros para todas las personas”, sostiene.
Pese a las mejoras, la denuncia sigue siendo la última opción: solo una de cada diez víctimas la interpone. En la mayoría de casos, se opta por evitar a quien acosa. ¿Por qué no se denuncia? Principalmente, según las respuestas, debido al temor a ser percibidas como personas problemáticas (40%) o por miedo a represalias (25%).
“Lo que suele pasar es que el caso de acoso se resuelve correctamente, pero la víctima termina renunciando al trabajo porque le están haciendo ‘bullying’ dentro del área, llamándola exagerada, cuestionando o responsabilizándola”, comenta Molero.
Este dato coincide con la percepción del personal: el 85% de trabajadores responsabiliza a la víctima por no rechazar expresamente el acoso.
En ese sentido, Álvarez considera fundamental promover una cultura organizacional que rechace el acoso sexual.
“La ley establece límites y sanciones, pero no cambia por sí sola las creencias culturales ni las actitudes permisivas que sustentan el acoso sexual, las cuales son la raíz del problema. Las cifras reflejan cómo las organizaciones que implementan estrategias sostenidas de prevención logran reducir la incidencia al generar entornos más seguros y con tolerancia cero hacia la violencia”, señala.
La encuesta también revela los efectos del acoso sexual laboral en quienes lo padecen. El 45% sufrió estrés y el 36% ansiedad. Además, los encuestados declararon haber tenido problemas de rendimiento como consecuencia del acoso: Tres de cada diez tuvieron problemas para concentrarse en sus labores, y dos de cada diez redujo su productividad.
La prevención sí importa
Según los resultados del informe, existe una correlación entre el mayor nivel de implementación de sistemas de prevención y la menor incidencia de acoso sexual: aquellas empresas con mejores mecanismos preventivos reportaron un 9% de acoso sexual laboral, mientras que las que mostraron menores esfuerzos alcanzaron el 20%.
“Las empresas que mejor performance tienen no solo tienen un sistema de prevención completo, sino que le ponen un esfuerzo integral: tienen un canal de denuncia, pero también comunicaciones periódicas y capacitaciones a los líderes. Las empresas que hoy tienen un 9% de incidencia de acoso, hace dos años tenían de 20% a 30%”, asegura Molero.
La reducción del acoso en estas compañías no solo es en cantidad, sino también en calidad. “En estas, prácticamente se ha erradicado el chantaje sexual. Además, se ha reducido la rotación de personal asociada al acoso sexual. Lo que aún persiste son las bromas sexuales o sexistas, que son prácticas muy arraigadas”, agrega.
Para Molero, un sistema de prevención idóneo debe tener tres componentes: una política contra el acoso sexual distribuida periódicamente al personal, campañas de comunicación y capacitaciones al personal en todos los niveles jerárquicos.
Acerca de ELSA
ELSA es una plataforma diseñada para identificar, medir y actuar frente al acoso sexual laboral utilizada en 67 empresas de ocho países de Latinoamérica. Esta recoge, en tiempo real, información anónima del personal que, a través de algoritmos, se transforma en estrategias específicamente diseñadas para cada empresa. Los tableros analíticos permiten a las organizaciones identificar áreas críticas, monitorear la efectividad de sus políticas de prevención y adaptar sus esfuerzos a las necesidades específicas de cada entorno laboral.
Informe ELSA 2024: hallazgos clave y conclusiones sobre el acoso sexual laboral en Perú
Corte de la data: 1 de enero de 2024 a 31 de octubre de 2024
Muestra: Perú: 26 630 entradas de información (respuestas de trabajadores/as)
Composición de la muestra por género: 51% hombres, 49% mujeres
Composición de la muestra por otras variables de identidad: 5% se autoidentificó como parte de la Comunidad LGBTIQ+, 1.4% se autoidentificó como personas afrodescendientes.
85% reportó tener entre 18 y 49 años.
Participación de líderes en la encuesta ELSA: Solo respondió un tercio de los/las líderes reportados/as en las organizaciones que usaron la herramienta.