Ana Bazo Reisman

En el país, los centros de acogida residencial son que reciben a menores en riesgo de desprotección familiar o en estado de abandono. Si bien en la mayoría de casos, los menores aún tienen familia y, por tanto, se prioriza la eventual reintegración a su hogar de origen, un subgrupo en o en completa desvinculación familiar cumple los 18 años hasta que el Estado ya no puede velar por ellos de la misma manera.

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ECData solicitó a la Dirección de Adopciones del el número de declaraciones de extinción de la tutela estatal por mayoría de edad. De acuerdo con la institución, desde el 2013 se han acumulado hasta 939 casos de este tipo. De ellos, cerca del 30% se registró en Lima.

Transición a la vida adulta

Carmen Oroz es directora de la Unidad de Servicios de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes del Programa Integral Nacional para el Bienestar Familiar (Inabif), institución anexa al MIMP, que tiene a su cargo los 54 centros de acogida residencial que existen a nivel nacional. En entrevista con El Comercio, la funcionaria señaló que la institución no corta inmediatamente el vínculo con los jóvenes que salen del sistema.

“Somos conscientes de que, al cumplir los 18 años, los adolescentes que acogemos no adquieren inmediatamente independencia económica. El lazo no se rompe de la noche a la mañana. Si bien no tenemos, como Estado, otros ambientes diferenciados a donde ellos puedan ir, las puertas de nuestros centros de acogida se mantienen abiertas”, aseguró Oroz.

Según añadió, para este año, 13 adolescentes llegaron a la mayoría de edad mientras eran albergados, y en todos los casos se aseguró su orientación vocacional o estudios técnicos o superiores mediante convenios. “Muchos ya empiezan a emprender o a estudiar, pero continúan en los centros de acogida, donde comen y duermen hasta que alcancen una estabilidad propia si es que no tenían familia”, dijo.

Grupo mayoritario

Al menos en los últimos seis años, del 2018 al cierre del 2023, a los centros de acogida residencial públicos ingresaron 15.824 menores, entre bebés, infantes y adolescentes. Precisamente, el último grupo –de chicos entre los 12 y los 17 años– es el más numeroso: fueron 7.838 de la cifra total de menores acogidos.

Paola Olivera es coordinadora de proyectos en Aldeas Infantiles, una organización privada con 12 locales a nivel nacional para servicios de acogida bajo coordinación permanente con el Estado peruano. En el 2023, Aldeas Infantiles acogió a 485 menores, de los cuales 20 alcanzaron la mayoría de edad sin que se haya logrado una reintegración familiar o una adopción.

“Por supuesto que es una situación muy dura. De acuerdo a su edad, siempre se les va informando [a los menores acogidos] sobre su realidad. Los que tienen familia, saben que se está trabajando para que, en algún momento, regresen con ella. Con los que no tienen familia es más complicado. Muchos chicos sin familia, que ya son más grandes, saben que tal vez no va a llegar su adopción. Pero no los dejamos en la incertidumbre, sino que les aseguramos una continuación en el apoyo que ya se les brinda”, explicó Olivera a este Diario.


Los que más se albergan y los que menos se adoptan

Los adolescentes son también quienes menos acceden a familias adoptivas. De 796 trámites concretados del 2018 al 2023, solo 43 correspondieron a dicho grupo. Por otro lado, desde el 2013 a la fecha, se registraron 31 adopciones frustradas de menores en general, en las que familias adoptivas los devolvieron al Estado pese a que, por ley, estos procesos son irrevocables.

“En algunos de esos casos, se volvió a promover la adopción. En otros, ya cuando son adolescentes más grandes, ellos mismos expresan que no quieren más ser adoptados”, aclaró Mayda Ramos, directora de Adopciones del MIMP.

Entre enero y julio de este año, el Inabif registró a 2.255 menores en centros de acogida residencial. De ellos, 1.593 (el 71%) tenían entre 12 y 17 años. En los mismos meses, el programa identificó a 6.156 menores en situación de calle, de los cuales 3.047 estaban en la adolescencia.