APOYO Consultoría aseguró que la incapacidad del ejecutivo es la razón por la que como país no hemos podido resolver los problemas que enfrente la economía actualmente y que está pasando factura a los ciudadanos, una vez más.
“Si bien el incremento generalizado de costos (petróleo, insumos alimenticios, fertilizantes) es un fenómeno global, la mala gestión del Gobierno exacerba su impacto negativo sobre la economía. Así, su incapacidad de reaccionar oportunamente, de lidiar con las protestas y de diseñar un paquete de medidas acorde con la situación ha agravado el costo económico de este problema sobre el Perú, en vez de reducirlo”, escribe la consultora.
Contexto
A finales del 2021, el costo de los insumos se incrementó como consecuencia de la recuperación económica mundial, así como de los problemas que presentaron sus cadenas de suministros.
Sin embargo, la guerra entre Rusia y Ucrania recrudecieron los problemas durante los últimos días de febrero, sin embargo, desde el Estado las medidas fueron anunciadas a finales de marzo, cuando organizaciones de transportistas y agricultores habían convocado paros a nivel nacional afectando el abastecimiento de alimentos y, por consecuencia, sumando una nueva arista para el incremento de precios.
Las medidas del gobierno, según lo comentado por APOYO, resultan ser deficientes.
“La exoneración de impuestos a los combustibles (ISC) y a productos alimenticios (IGV), así como el incremento del salario mínimo no son respuestas adecuadas ante el aumento de precios, pues son poco efectivas, no están focalizadas en atender a la población más vulnerable y son permanentes o difíciles de revertir. Existían mejores alternativas”, escribe.
El precio del petróleo ha subido persistentemente este año, aunque con una alta volatilidad, desde US$ 80 el barril en diciembre hasta US$ 124 el barril a comienzos de marzo, cotizándose recientemente por debajo de los US$ 100.
Problema: La exoneración del ISC a los combustibles será políticamente muy difícil de revertir, lo que generará menor recaudación de manera permanente, beneficiará en mayor medida a las familias y empresas que consumen más, y terminará incentivando el consumo de combustibles que generan mayores emisiones de carbono.
Solución: La medida más efectiva es utilizar el Fondo de Estabilización de Precios de Combustibles, pues evita que el aumento de precios se traslade a la economía, con un costo fiscal que fluctuará en función de la variabilidad del precio y que desaparecerá cuando el precio se regularice, lo que reduce sus efectos en la recaudación en el mediano plazo.
Esta medida no sólo tiene un efecto incierto sobre los precios y no tiene ningún criterio de focalización sobre la población más vulnerable, sino que reducirá la recaudación, podría hacerse permanente, genera un pésimo precedente de política tributaria y hace más engorrosa la administración tributaria.
Problema: Es muy probable que la reducción del IGV se pierda en la cadena de comercialización de estos productos, por lo que el impacto en el precio al consumidor no será el que espera la población. Además, aún cuando se establecen plazos de vigencia de la exoneración, será muy difícil revertir la medida. Se está enfrentando un choque temporal con medidas que tendrán un costo permanente, con lo cual se generará una menor recaudación y un mayor déficit fiscal en el mediano plazo.
Solución: Es por ello por lo que la entrega de un bono focalizado es la medida más efectiva para defender temporalmente el ingreso real de la población más vulnerable y permitir que adapten su canasta de consumo, sin afectar su bienestar.
Problema: Es equivalente a un subsidio generalizado sin ningún criterio de focalización. Se estima que la exoneración del IGV de los alimentos incluidos en el proyecto equivaldría a un subsidio mensual de S/30 para hogares de niveles socioeconómicos altos. En tanto, para hogares de niveles socioeconómicos bajos, el subsidio sería de apenas S/5 debido a que el consumo de los productos exonerados es menor y a que la cadena de comercialización de productos, como el pollo, es informal.
Solución: Hubiese sido más eficiente otorgar un bono que compense el aumento del costo de la canasta de consumo a la población más vulnerable y no aprobar una lista de productos cuyo gasto es menor en hogares de pobres.
Problema: Se está perforando el régimen del IGV y sentando un muy mal precedente. Para que el régimen del IGV sea exitoso, es importante que tenga la menor cantidad de exoneraciones posible. En la medida en que el impuesto es sobre el valor agregado, si solo se exonera al producto final y no a los insumos, el IGV que se paga por estos no podría acreditarse y tendría que reflejarse como un mayor costo, por lo que los precios no se reducirían en 18%.
Solución: Si se decide devolver el IGV pagado por los insumos, se hace más engorrosa la administración tributaria y se eleva la pérdida de recaudación y la posibilidad de evasión.
Problema: El nuevo salario mínimo afectará en mayor medida a las micro y pequeñas empresas, para las cuales representa una valla muy alta para efectuar contrataciones formales, pues supera al salario promedio en este grupo de empresas. El aumento del salario mínimo hará que sea aún menos probable que las micro y pequeñas empresas puedan crear empleos formales, con lo que se fomenta la informalidad laboral que llegó a 77% en 2021 producto de la pandemia.
Solución: Nuevamente, la medida no está bien focalizada, pues perjudica justamente a la población más vulnerable perpetuándola en la precariedad laboral, y beneficia a muy pocos trabajadores.
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