Los ejemplos abundan: supuestos avistamientos de fauna salvaje en la superficie lunar en el siglo XIX; la propaganda en las elecciones estadounidenses del 2016, lo que le dijo el tío del vecino a la prima del amigo (y a ti te llegó por WhatsApp). La difusión de noticias falsas ha estado siempre a la orden del día. Y hoy, cuando un titular se puede viralizar en minutos, el riesgo de que una noticia objetiva sea opacada por otra sin bases sólidas es real (basta con una foto convincente).
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El problema no es solo la divulgación de datos falsos (algo de por sí grave), sino además la proliferación de información imprecisa o incompleta adrede. El rol de la prensa en la formación de la opinión pública no puede ser tomado a la ligera. Y difundir por difundir no ayuda.
Si nos enfocamos en el tema económico, el panorama no mejora. Recientemente, más de un diario latinoamericano ha informado que el gobierno del expresidente boliviano Evo Morales habría generado el mayor crecimiento en la región, lo que no es falso en sí mismo. Lo ignorado por esos titulares es que el desempeño económico de ese país también ha caminado de la mano con un déficit fiscal mayor al 8% del PBI; un banco central que hace malabares para mantener un tipo de cambio fijo y un gobierno empresario que hasta hoy abarca a más de un tercio de su producción. Es decir, una bomba de tiempo en acción.
Asimismo, no han faltado opinólogos que sueltan tuits que distorsionan los efectos de las protestas en Chile (incluyendo imágenes trucadas de Santiago en llamas, por ejemplo). No hay duda de que lo que viene ocurriendo en el país vecino es grave. Pero no por ello debemos dejar de revisar con lupa cada dato o imagen que vemos en redes. Santiago no se incendió (al menos no literalmente). Lo que sí ocurrió es que en octubre el indicador mensual del PBI chileno registró su mayor caída desde 1996 (5,4%), y en noviembre el número de despidos por “necesidades de [la] empresa” casi duplicó a los números del mismo mes del 2018.
La manera como se han multiplicado las herramientas para producir información obliga a los periodistas a ser doblemente responsables al momento de presentar las noticias. Ahora que se vienen las elecciones al Congreso, no faltarán candidatos con propuestas económicas populistas que excedan la función parlamentaria (de hecho, ya hay quien propone instaurar el medio pasaje para volar en avión…). No solo se debe corroborar la información antes de divulgarla. También se le debe dar el contexto adecuado, y fiscalizar y denunciar cuando una propuesta es absurda y perjudicial. Eso sí, no toda teoría conspirativa merece atención. Nunca hubo bisontes en la luna.