a columna
de la editora
JIMENA
DE LA QUINTANA
Víctima del Estado
Metió la mano al bolsillo y sacó 9 soles en monedas de un sol y algunos centavos. Ya había perdido la cuenta del dinero invertido en taxis, pasajes en combis, mototaxis y fotocopias. Lo que no había olvidado era el rostro de la persona que lo atendió la última vez: molesta, de voz poco amable, apurada y casi sin paciencia le había dicho que faltaba una copia más, que debía adjuntarla al fólder que presentó para que pudiera proceder su trámite ante el Estado. Le dijo que debía regresar y con un “siguiente, por favor” volteó su rostro para no mirarlo más. Juan aún no puede abrir su puesto de abarrotes en el mercadito de su barrio donde tiene invertidos todos sus ahorros. El dinero se acaba y Juan se desespera.
Juan se siente maltratado, como él muchos hemos sentido lo mismo frente al Estado y sus servidores públicos (existen honrosas excepciones) que, armados de filudas normas se hacen poderosos frente a ciudadanos que empequeñecen. Gustavo Yamada y Ricardo Montero en “Corrupción e inequidad en los servicios públicos en el Perú” (2011) sostienen que “la ineficiencia de la «tramitología» todavía sigue reinando en muchas instituciones públicas. Los datos utilizados para la presente investigación muestran que se puede llegar a necesitar hasta diez trámites para culminar una gestión con el Estado”. Agregan “la simplificación administrativa no solo es buena para reducir los costos de transacción y aumentar la competitividad de la economía peruana, sino también para disminuir la carga inequitativa que pesa sobre las familias pobres del Perú”.
Como verá, no solo se trata de menos trámites sino también de equidad, progreso y desarrollo. Y es que los eventos políticos vinculados a la reforma educativa (o que la tenían como excusa) nos ha distraído de otra reforma en la que se está avanzando y que el Gobierno ha hecho suya. La reforma de simplificación administrativa toca a Juan y nos toca a todos, ciudadanos y empresas. Los ciudadanos somos, en muchos casos, clientes obligados del Estado y por lo tanto, a veces, sus víctimas y rehenes. Si bien un servicio puede ser entregado a través de una institución pública o privada, hay servicios que solo el Estado nos da, el otorgamiento de una licencia de funcionamiento, por ejemplo.
Hay mucho por caminar, pero creo que el balance de este 2016 deja claro que se han dado los primeros pasos en la simplificación de trámites inútiles en el Estado: la entrega gratuita y al momento de la primera copia certificada de la denuncia policial, se hará un único pedido de documentos como DNI, antecedentes policiales o judiciales (el Estado se interconectará y compartirán una misma base de datos) etc. También se ha presentado el paquete promotor y simplificador para la pequeña y microempresa y la modificación a la Ley Marco de Licencia de Funcionamiento.
Se va un 2016 complicado, Día1 les trae en esta edición un ajustado balance de diferentes sectores de la economía. En algunos se requiere también urgentes cambios y reformas como las que se conducen en términos de simplificación administrativa. No hay que olvidar que los ciudadanos debemos continuar demandando mejores servicios, es la única manera de sostener en el tiempo las reformas emprendidas y las que se emprenderán. Necesitamos un Estado eficiente, que no entorpezca el desarrollo, que no nos convierta en sus víctimas. Es el Estado que tiene que construir Juan, el que tenemos que construir todos.