El Bundesbank y el instituto IFO se pronunciaron sobre la economía alemana. (Foto: AFP)
El Bundesbank y el instituto IFO se pronunciaron sobre la economía alemana. (Foto: AFP)
/ INA FASSBENDER
Agencia AFP

Alemania se prepara para entrar en recesión este invierno, debido al duro impacto de la crisis energética en los hogares y las empresas, según los pronósticos del instituto IFO y el banco central.

“Las reducciones del suministro de gas de Rusia durante el verano y las alzas drásticas de los precios que provocaron hacen estragos en la economía”, resumió el lunes el instituto IFO, uno de los más influyentes en la primera economía europea.

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El organismo redujo cuatro puntos porcentuales su previsión de crecimiento hecha en junio, y ahora prevé un retroceso de 0,3% del PBI en 2023.

Se trata del primer instituto alemán en pronosticar una caída del PBI el año que viene.

El IFO vaticina una recesión técnica en el primer trimestre de 2023, con una caída de 0,4% del PBI, tras un retroceso de 0,2% en el cuarto trimestre de 2022.

La víspera, el presidente del influyente banco central alemán, Joachim Nagel, ya dio a conocer un pronóstico parecido y declaró que era “posible” una recesión a finales de este año y principios de 2023.

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“Hay un cierto número de elementos” que apuntan a esta hipótesis, dijo en la radio pública.

Según el IFO, la situación podría “normalizarse” en 2024 con un “crecimiento de 1,8%”.

“Vamos hacia una recesión invernal”, resumió Timo Wollmershäuser, director de estudios coyunturales de este instituto.

En cuanto a la inflación, deberá alcanzar el 9.3% el año que viene, después de situarse a 8,1% en 2022, según el organismo. El Bundesbank prevé una inflación a “más de 10%” en diciembre, y a “más de 6%” en 2023.

La invasión rusa de Ucrania y las sanciones impuestas por la Unión Europea a Moscú han hecho que el gigante ruso Gazprom reduzca drásticamente sus entregas de gas a Alemania hasta interrumpir totalmente el suministro en septiembre.

Alemania, muy dependiente del gas ruso, tiene ahora que buscar otros proveedores, mucho más caros.

Esta situación ha disparado el precio del gas y la electricidad en el país, que ya era muy elevado en plena recuperación económica tras la pandemia del COVID-19.

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