Boeing sigue analizando nuevos “fallos potenciales” en su polémico modelo 737 Max, fuera de servicio desde hace casi diez meses y a la espera que mejore su software de navegación tras dos accidentes que ocasionaron un total de 346 muertes, según informó The New York Times.
Como parte del trabajo para devolver el Max al servicio, la compañía y los reguladores han examinado cada aspecto del avión, descubriendo nuevos defectos potenciales de diseño.
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A petición de la Administración Federal de Aviación (FAA), Boeing llevó a cabo una auditoría interna en diciembre para determinar si había evaluado con precisión los peligros de los sistemas clave y cuánto tiempo le tomaría a los pilotos responder a las emergencias, según las fuentes consultadas por el Times.
Entre los problemas más apremiantes descubiertos se encontraban las preocupaciones no reportadas anteriormente con el cableado que ayuda a controlar la cola del Max.
La compañía está analizando si dos paquetes de cableado están demasiado juntos y podrían causar un cortocircuito, lo que en esa área podría provocar un accidente si los pilotos no responden correctamente.
Boeing todavía está tratando de determinar si ese escenario podría ocurrir realmente en un vuelo y, de ser así, si necesitaría separar los cables en los aproximadamente 800 aviones Max que ya se han construido. La compañía dice que la solución, si es necesario, es relativamente simple, informa el Times.
La compañía comunicó a la FAA esta vulnerabilidad potencial y el nuevo director ejecutivo de Boeing discutió los posibles cambios en el cableado en una conferencia telefónica interna la semana pasada.
La compañía eventualmente necesitará analizar si existe el mismo problema en el 737 NG, el predecesor del Max. Actualmente hay unos 6.800 de esos aviones en servicio.
La aparición de nuevos problemas en el Max amenaza con extender una crisis que está consumiendo a una de las compañías más influyentes de Estados Unidos e interrumpiendo el negocio de la aviación global.