(Foto: Reuters)
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Felipe Larraín es coautor de uno de los textos de macroeconomía más utilizados en . Profesor universitario ha sido casi toda su vida, nos dice. Y ahora es, por segunda vez, ministro de Hacienda de Chile.



— Con el comercio internacional moderándose, ¿la Alianza del Pacífico va a contrapié de lo que ocurre en el mundo?
Esa es una gran virtud de la : a este mundo con más restricciones al comercio le respondemos con mayor integración. Entre los cuatro países miembros, en términos de habitantes o de PBI tenemos un peso similar o superior al que tiene Brasil. Y tenemos una agenda de integración no solo comercial.

Pero todavía el comercio intraalianza es bajo, estamos trabajando en el proceso de desgravación arancelaria. Nos estamos acercando también en la integración con . Hay voluntad, ahora tenemos que ver cómo se va a materializar. Eso es parte de los desafíos que tiene la presidencia pro témpore de Chile.

— En esa presidencia pro témpore, ¿qué le interesa impulsar a Chile?
En primer lugar, integración financiera. El Mercado Integrado Latinoamericano tiene mucho más potencial de lo que se ha logrado hasta el momento. Tenemos el pasaporte de fondos, [de modo] que los fondos que se transan en un país puedan transarse también en los otros; eso está virtualmente implementado. Tenemos también cooperación en ciberseguridad y desarrollo tecnológico en el mundo fintech.

Un punto especial que estamos trabajando es el financiamiento al cambio climático. es el primer país que coloca un bono soberano verde en los mercados internacionales: en el bono en euros obtuvimos 0,83% y hemos estado sobresuscritos más de cuatro veces. Y doce veces en el bono en dólares. La emisión fue dual, colocamos una cantidad neta de US$1.500 millones. El bono verde refleja compromiso con el medio ambiente. Hay una demanda creciente por papeles financieros que tengan este componente amistoso con el medio ambiente.

Segundo, cooperación en ; estamos en proceso de ratificación de convenios de doble tributación y tratando de homogeneizar el tratamiento a las exportaciones de servicios.

El tercero es la inversión en infraestructura. Aquí tenemos dos grandes temas. Uno es el de las asociaciones público-privadas, infraestructura pública con recursos o inversión privada. Y el fondo de infraestructura de la Alianza del Pacífico, el FIAP.

El cuarto punto es el manejo del riesgo catastrófico. Ya tenemos experiencia con la emisión del primer bono catastrófico, que aseguró riesgo de terremotos a los cuatro países de la región. El Perú está cobrando por un terremoto que hubo recientemente.

— Un tema común a nuestros países –aunque no tanto a México– es el de la migración desde Venezuela. ¿Cómo impacta dicho factor en nuestras economías?
Venezuela era el país más rico de América Latina en los años sesenta; hoy día más del 80% de los venezolanos vive bajo la línea de pobreza. Esto es uno de los indicadores más claros de la crisis en Venezuela que ha provocado que millones de venezolanos hayan salido de su país. Frente a esto, está la idea de poder apoyar a nuestros vecinos, pero tenemos que hacerlo de forma ordenada.

A Chile han entrado en los últimos cuatro años poco menos de un millón de inmigrantes. Esto genera efectos positivos, debo decir también, en términos de mayor crecimiento. De hecho, el recálculo que hacía el Banco Central en el crecimiento tendencial lo atribuye fundamentalmente a la migración. El migrante llega y toma el primer trabajo que encuentra. Pero luego se produce lo que se llama ‘job matching’, que es el proceso de acomodación de las habilidades de las personas.

(Foto: Archivo)
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Le pongo un ejemplo: llega un ingeniero, no tiene trabajo. Lo primero que hace es manejar un Uber. Pero después encuentra trabajo [como ingeniero], su productividad aumenta, entonces su salario aumenta. Hay un efecto positivo en la medida en que se trate de un proceso de inmigración ordenado. Colombia tiene casi un millón de migrantes, pero no en cuatro años: ¡en el último año! Los estudios revelan el impacto positivo de la migración.

Pero en el corto plazo hay un estrés muy fuerte sobre los recursos del Estado, particularmente en salud, vivienda y educación. Eso, cuando se trata de procesos masivos, genera reacciones contrarias de la población que se ve, de alguna manera, desplazada por los inmigrantes. Ese es un tema mayor.

— ¿Qué diferencia destaca entre el análisis teórico frente a lo que se puede hacer en el campo de la política económica?
Yo hice mi primer curso como profesor a los 21 años. En ese tiempo uno publica libros, ‘papers’… Pero también tuve la suerte de ser asesor económico en 20 países de América Latina antes de ser ministro. Cuando uno es asesor, empieza a mirar no solo la investigación, sino también la realidad. Pero no toma decisiones. Cuando uno es ministro está en la realidad, toma las decisiones y sufre las consecuencias. Un ministro tiene que preocuparse de hacer buenas políticas que le lleguen a la gente.

A veces hay políticas muy positivas en el largo plazo y la gente no percibe sus beneficios. Por eso uno tiene que hacer un esfuerzo para que los perciba. Y lo otro es que uno tiene que negociar. Cuando uno va al Congreso, aprendí que uno puede ganar el argumento y perder la votación

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