A partir del viernes, los consumidores podrán alquilar prendas por 350 coronas (US$37) a la semana en una tienda renovada en la plaza Sergels Torg, en el centro de Estocolmo.
►LIF Week: ¿Cómo generar una moda cada vez más sostenible?
►Entel reduce 13,5% sus emisiones de CO2 y apuesta por compartir redes
El minorista sueco sigue el ejemplo de sus competidores Banana Republic y Urban Outfitters, que introdujeron servicios similares a principios de este año para acceder a un mercado que alcanzó los US$1.000 millones en 2018. Sitios web como Vinted y Hurr Collective se están expandiendo en Europa, ofreciendo a los consumidores una forma de vender o alquilar ropa usada.
El modelo de alquiler de H&M se limita a una colección de 50 prendas ofrecidas a los miembros del programa de fidelización de la compañía. H&M evaluará la prueba en tres meses antes de ampliarlo. La tienda, que está probando nuevos conceptos, también contará con servicios de reparación de ropa, una cafetería y un salón de belleza.
“Creemos enormemente en el alquiler, pero aún queremos probar y aprender mucho, y hacer ajustes y cambios”, dijo Daniel Claesson, responsable de desarrollo de negocios de H&M, en una presentación en la tienda del grupo.
El analista de Credit Suisse, Simon Irwin, dijo que tiene dudas acerca del plan.
“Me sorprendería si se puede hacer que funcione como modelo de negocio”, dijo. “No veo que los costes laborales de un modelo de alquiler a esos precios realmente tengan sentido”.
La industria de la ropa ha sido objeto de un escrutinio cada vez mayor, ya que es responsable de hasta el 10% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero y consume más energía que la aviación y el transporte marítimo juntos, según las Naciones Unidas. H&M quiere llegar al punto en que sus emisiones de gases de efecto invernadero sean negativas, lo que significa que compensaría más de lo que produce, para 2040.
El responsable ejecutivo del grupo, Karl-Johan Persson, ha reconocido la necesidad de reducir el impacto ambiental de H&M, aunque también ha expresado su preocupación por las consecuencias sociales de avergonzar a los consumidores.