¿En qué caso una empresa debe elegir un proceso de intermediación y en qué caso uno de tercerización de personal?
Si bien estos conceptos parecen similares, hay unas características definidas que permiten diferenciarlas de forma que la empresa toma una mejor decisión.
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“La intermediación es un servicio de contratación de personal a través de un tercero de carácter temporal, ocasional, especializado y/o para desarrollar funciones complementarias a la actividad principal, sin estar relacionadas directamente con el core business”, explica Diana Dasso, directora de Staffing de Adecco.
Por otro lado, la tercerización refiere a un servicio integral que ofrece especialización y expertise en un determinado proceso, añadió. Además, puede estar relacionado con la actividad principal del negocio.
La ejecutiva señala que la elección de un proceso u otro debe responder a preguntas esenciales: ¿a qué se dedica la empresa?, ¿qué área se requiere atender?, ¿cómo funciona?, ¿la necesidad del cliente apunta a la administración del personal o al desarrollo de un servicio integral?
En la intermediación la empresa cliente mantiene sus facultades de supervisión y control del trabajador a nivel funcional; es decir, el proveedor administra la nómina permitiendo al área a enfocarse en sus actividades estratégicas.
En cambio, la tercerización implica delegar a especialistas ciertas actividades para que sean desarrollados con recursos propios y teniendo la responsabilidad operativa sobre el servicio otorgado.
¿Y cuáles son los desafíos a los que se enfrenta una empresa cuando terceriza? Principalmente son dos puntos clave a considerar, señala Dasso: que el personal tiene supervisión directa del proveedor e impide la subordinación directa por parte de la empresa cliente y poder establecer claramente los ratios de medición que el proveedor deberá cumplir para obtener el servicio esperado.