Semanas atrás, Repsol reveló sus planes para optimizar su cartera global de proyectos, empezando por el abandono de los países que le son menos rentables y la evaluación rigurosa de sus activos de exploración y producción de petróleo y gas.
Esta noticia pasó casi desapercibida en nuestro medio, hasta que hace unos días se difundió que la española estaba abandonando la exploración de hidrocarburos en el Perú, debido a dificultades sociales y burocráticas.
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Ejemplo de esta problemática es lo que ocurre en el lote 103 (San Martín), cuya exploración se encuentra detenida desde hace once años por la oposición de los sucesivos gobernadores regionales.
Tomás Zapata, director de exploración para América de Repsol, ha explicado que una demora de esa naturaleza es inadmisible para una empresa petrolera.
“No basta con encontrar hidrocarburos, sino que hace falta llevarlos a producción lo antes posible. Si se demora más de cuatro años deja de ser comercial”, indica.
En el Perú, el tiempo promedio para poner en producción un proyecto de hidrocarburos bordea los 10 años.
Según varias fuentes consultadas por Día1, esta situación habría inducido a que la petrolera decida paralizar o renunciar a sus proyectos de exploración, entre ellos, el lote 103 y las áreas LIII, LIV, LV, LVI y LVII (en el off-shore de Lima e Ica).
Por el contrario, mantendría sus operaciones de producción y refinación, que sí le generan ganancias: el lote 57, la refinería La Pampilla y los lotes 56 y 88, donde tiene un 10% de participación.
Inquiridos por Día1, representantes de la empresa española advirtieron que la petrolera se encuentra trabajando con normalidad en los lotes 56, 57 y 88, y que “mantiene y consolida” su presencia en el upstream de hidrocarburos en el Perú.
Con esto pondría paños fríos a las disquisiciones sobre su alejamiento de la actividad exploratoria.