(Foto: Archivo)
(Foto: Archivo)
Pablo Lavado

En estos días se está llevando a cabo la . El tema central es “democrática frente a la ”. A pesar de la notoria ausencia del presidente de los Estados Unidos, , la cumbre se ha propuesto discutir cómo fortalecer las instituciones democráticas, a fin de garantizar la transparencia, la rendición de cuentas y la participación ciudadana para prevenir, denunciar y combatir la corrupción. 

Este reto implica pensar en un trabajo sostenido y de largo plazo y que se centre en 4 puntos importantes: (i) instituciones democráticas, (ii) incentivos y castigos, (iii) participación ciudadana y, (ii) ética.

Primero, es indiscutible que las instituciones democráticas han contribuido al desarrollo de los países. Sin embargo, aparentemente las democracias han fallado a los ciudadanos. En el Estudio Internacional de Educación Cívica y Ciudadanía realizado en 38 países (5 en , entre ellos el Perú) por la Asociación Internacional para la Evaluación del Logro Educativo, se encuentra que el 77% de estudiantes peruanos justificaría una dictadura si esta trae orden y seguridad y un 72% la justificaría si es que trae beneficios económicos.

Estos porcentajes reflejan la enorme desconfianza en la institucionalidad democrática de los próximos peruanos que serán autoridades. ¿Cómo revertir esta situación? El mismo estudio menciona que se debe luchar contra la corrupción, los actos de nepotismo y la censura de los medios de comunicación.

Segundo, la reforma del debe fundarse en un sistema meritocrático que incentive a los mejores funcionarios a participar en la gestión pública y castigue severamente a los que infrinjan la ley. Pero no solo del sistema judicial, sino también en todos los sectores y, en particular, en los sociales: educación, salud y seguridad. El sistema debe simplificarse, no puede ser que, ante indicios de corrupción, existan tantos pasos para destituir a una persona. Esto va de la mano con una reforma de la legislación laboral.

Tercero, los peruanos debemos exigir calidad en los servicios que usamos. No es posible que sí nos quejemos por el mal servicio recibido en un restaurante o devolvamos los productos que no están a la altura de nuestras expectativas, y no hagamos eso cuando nuestros hijos no están recibiendo una educación de calidad o los pacientes resultan maltratados o esperan muchos días para ser atendidos deficientemente.

Los ciudadanos deben estar más empoderados para participar más y mejor en acciones para exigir la calidad de los servicios.

Cuarto, no vamos a conseguir nada si no enfocamos nuestros esfuerzos en infundir valores a nuestros hijos. Un estudio de la Universidad de Harvard realizado por el neurocientífico Howard Gardner encuentra que las personas más exitosas son las que cumplen con el acrónimo ECE: excelentes (en su profesión), comprometidos y éticos. Adam Smith, padre de la economía moderna y a quien se le atribuye el capitalismo y la mala interpretación de la “mano invisible”, plantea en su libro “Teoría de los sentimientos morales” (escrito en 1759 antes de “Riqueza de las naciones”) que no es posible el desarrollo de una sociedad sin pensar en los demás. 

No solo se trata de mí, sino también de qué puedo hacer para mejorar el bienestar del que está a mi lado. Meditemos en esto.