Un tremendo error en camino, por Carlos Adrianzén
Un tremendo error en camino, por Carlos Adrianzén
Redacción EC

La mayoría de las proyecciones en materia de crecimiento económico para el 2016 oscilan entre 3,5 y 4%. El gran supuesto es que no habrá cambios sustanciales en las líneas maestras del modelo económico que opera en el Perú los últimos 25 años, y que, además, no habrá un descalabro en el frente financiero internacional como en setiembre del 2008.

¿Cómo el actual escenario político y eleccionario podría estropear la posibilidad de continuar en la senda del crecimiento?

Primero, a través del anuncio de un gobierno electo que no disponga de la confianza del frente empresarial, tanto interno como externo. No basta con buenas intenciones ligadas a un plan de gobierno.

Debemos recordar que el camino al mismísimo infierno está también plagado de buenas intenciones. Aquel frente político que no logre disponer de la confianza empresarial, de partida, habrá fracasado en el cometido de sostener y acelerar el crecimiento de nuestro PBI.

Segundo, también sería contraproducente intentar la recuperación ampliando la presencia del Estado. La inversión pública, por sí sola y en las actuales circunstancias, no constituye un sustituto de la inversión privada ni en calidad ni en volumen. Lo que se requiere realmente es una reingeniería total de Estado para que sea este el que impulse la infraestructura física y humana que demanda el sector empresarial para incrementar productividad sostenidamente.

Tercero, pretender fomentar inversión privada proponiendo restituir los niveles de tasa de impuesto a la renta vigentes hasta el 2014 sería también un contrasentido. En un escenario cargado de volatilidad en el frente internacional y de un crecimiento que aún requiere consolidarse para hacerse sostenible, no debe modificarse la estructura impositiva y menos darle un sesgo restrictivo.

Cuarto, presumir que con la sola reducción de la tasa de interés de referencia del BCR se generarán condiciones para fomentar inversión y crédito resulta de lo más ingenuo. Nuestro mercado financiero no es profundo y el frente internacional podría generar condiciones adversas para que ello sea sostenible. La lógica simplista que encierra esta propuesta presume que el mercado financiero peruano funciona como el norteamericano. Absurdo.

Quinto, dejar de lado la urgencia de elaborar un gran Plan Estratégico Nacional le quitaría credibilidad a cualquier propuesta económica ligada del resultado del proceso electoral.

Generará más confianza el candidato que explique con detalle cómo haremos para reducir nuestro grave déficit de infraestructura, para generar institucionalidad, para desarrollar ordenadamente las reformas estructurales pendientes y que proponga un programa para apuntalar un cambio integral en el accionar y eficiencia del Estado.

Casi un 30% de la población reclama un cambio y, a futuro, si no se comparten apropiadamente los beneficios del crecimiento, se generarán serias grietas. No es un tema ideológico, sino de racionalidad pura. La inclusión de todos los peruanos debe ser vista como condición de sostenibilidad del crecimiento. Esa es la lección del resultado del 10 de abril.