Inversores en todo el mundo, que han visto pérdidas millonarias por la guerra comercial, se mantendrán atentos a cualquier interacción entre Trump y Xi. (Foto: Reuters)
Inversores en todo el mundo, que han visto pérdidas millonarias por la guerra comercial, se mantendrán atentos a cualquier interacción entre Trump y Xi. (Foto: Reuters)

En los últimos meses una mezcla de factores externos –como la escalada de la desatada por EE.UU. y su fuerte impacto en los precios de nuestras exportaciones– y factores internos –como el ruido político, la conflictividad social y la excesiva carga regulatoria– han colaborado para frenar el ritmo al cual veníamos creciendo, a tal punto que diversas instituciones han ajustado a la baja sus proyecciones de expansión del PBI para este año de 4% a 3,3% en promedio.  

La evidencia sugiere que para devolverle a nuestro crecimiento económico una velocidad que le permita seguir generando empleo formal y reduciendo la pobreza es imprescindible impulsar la inversión privada, particularmente en minería, actividad esencial para el desarrollo del país. Y para eso, claro, es muy importante dar señales que transmitan confianza al inversionista.   



No podemos seguir teniendo proyectos mineros, que de por sí requieren de largos años para madurar, demorados por trámites burocráticos irracionales y lentos, cuando no duplicados, o paralizados por conflictos sociales que vuelven letra muerta permisos conseguidos con tanto esfuerzo.  

El futuro de proyectos de varios cientos de millones de dólares que dinamizarían la economía depende, en parte, de cómo se resuelvan los conflictos mineros vigentes, como el de Las Bambas, donde la amenaza aún es palpable. Un buen desenlace enviaría un mensaje muy positivo a los inversores nacionales y extranjeros. 

Lo que suceda con Tía María también podría marcar un punto de inflexión y no solo porque el monto de inversión es significativo (US$1.400 millones). El inicio de la construcción de este emblemático proyecto bien podría despertar la confianza empresarial, dando pie a que otras iniciativas mineras en cartera puedan ver la luz este año como Corani, Pampa Pongo, entre otras.  

Es claro que poco o nada se puede hacer para controlar las condiciones externas. Pero tan cierto como ello es que nuestro marco constitucional le confiere al Ejecutivo distintas herramientas para hacerle frente a esta situación, tales como la posibilidad de proponer reformas y de aprobar o corregir reglamentos y, a la vez, la facultad de hacer cumplir la ley y de velar por el orden interno. 

El jefe del Estado y sus ministros no pueden continuar actuando como si lo único que importara fuera la lucha anticorrupción y la reforma política. Tienen que reaccionar y percatarse de que la mayoría percibe que no están haciendo lo suficiente para que la economía avance. Así lo revelan las encuestas.  

El presidente Vizcarra aún tiene la oportunidad de dejar un significativo legado liderando personalmente los cambios necesarios para aligerar la burocracia y destrabar inversiones. Desde luego, no es una tarea que pueda realizarse sin resistencias y riesgos, pero sí una que puede dar enormes frutos y, ciertamente, hacer la diferencia para volver a crecer a tasas aceptables.