¿La crisis de Pura Vida generará una reacción modernizadora en la gestión del grupo? (Foto referencial: Tomada de proyectocisne)
¿La crisis de Pura Vida generará una reacción modernizadora en la gestión del grupo? (Foto referencial: Tomada de proyectocisne)
Gonzalo Carranza

Escribo esta columna desde el EY World Entrepreneur of the Year, en Mónaco. Son días de ponencias y paneles, con empresarios y pensadores que analizan a fondo el futuro de los negocios en tiempos de cambio tecnológico e incertidumbre geopolítica. En paralelo, un grupo de siete jurados internacionales –incluida una peruana, Rosario Bazán, de Danper– evalúa a los 48 empresarios ganadores de las ediciones locales del premio para entregar el galardón mundial. Nos representa James Valenzuela, fundador de Resemin, una empresa que diseña y produce equipos de perforación para minería y que se ha expandido por los cinco continentes.

En uno de los paneles, Ofra Strauss, presidenta del grupo familiar israelí de alimentos y bebidas que lleva su apellido y que factura más de US$2.000 millones, contó cómo eran sus conversaciones con la siguiente generación de los Strauss. Ellos le hacen preguntas difíciles y agudas sobre las operaciones de la empresa y sus apuestas para el largo plazo. También son muy críticos con los contenidos de azúcar en los productos que vende la compañía.

Estos duros comentarios responden a una mirada propia de la generación más joven, que tiene una mayor conciencia sobre la calidad nutricional de lo que consumen (y lo que venden), reflexionaba Strauss. Y yo pensaba al escucharla: ¿dónde estaba la nueva generación que tomará el mando de Gloria en unos años, mientras sus mayores se metían en el problema de Pura Vida?

¿Nunca preguntaron si Pura Vida era de verdad leche y si correspondía poner a la famosa vaquita en su etiqueta, sobre todo después de los procesos y sanciones que ha afrontado Gloria por no ser clara en sus comunicaciones? Y una vez desatados los problemas, ¿no elevaron su voz para criticar la estrategia de manejo de crisis, propia del siglo XX de la empresa? ¿No hicieron notar que hoy vivimos en un mundo –su mundo– de consumidores empoderados, redes sociales y virales que van más allá de lo técnica o legalmente verdadero?

Tal vez la buena noticia de la crisis de Pura Vida para Gloria sea su capacidad de generar una reacción modernizadora en la gestión de una empresa que, acomodada en su masivo éxito, no ha evolucionado en su gobierno corporativo –la rotación de gerentes generales en los últimos años es un síntoma de ello– ni en su forma de relacionarse con el consumidor y la comunidad.

Si los Strauss son un ejemplo a seguir, le toca a la nueva generación de accionistas de Gloria alzar su voz para acelerar este proceso.