Por: Sebastián Rubio, director de ZSports
El Club Regatas Lima se acaba de coronar campeón de la Liga Nacional Superior de Vóley (LNSV), máxima competición de clubes que organiza la Federación Peruana de Vóley (FPV) desde el 2004.
Asistimos a su última etapa de playoffs, y reafirmamos el arraigo del vóley en nuestro país. No solo es el deporte más conocido (95%) y practicado (30%) por nuestra población femenina, sino el más asociado al éxito. Sin embargo, a nivel internacional, somos menos competitivos y no hemos vuelto a tener una generación dorada como la de los 80.
Hay muchos frentes de trabajo (dirección deportiva, divisiones menores, descentralización, en infraestructura, gobernanza), pero potenciar la liga superior de Vóley es una prioridad.
A través de una mayor calendarización (contenido los 12 meses vía ligas de ascenso o copas regionales) y cobertura en medios, se podrá ampliar la base de aficionados y patrocinadores que permitan a los clubes reforzarse mejor y ofrecer un mejor espectáculo.
Un buen reposicionamiento de la marca y la digitalización del producto también son claves. Seguir el ejemplo de Brasil es una alternativa. Hasta hace poco, compartíamos la hegemonía del vóley sudamericano con Brasil, donde es el deporte más popular (el fútbol se considera religión).
La CBV (Confederación Brasilera de Vóley) organizó en el 2016 más de 5.000 partidos al año entre todas sus modalidades, categorías y divisiones (selecciones, clubes, regionales).
La TV transmitió 720 partidos por señal abierta (317 en vivo), mientras que las webs CBV tuvieron más de 3,39 millones de visitas y sus redes sociales más de 767.000 seguidores. Como resultado, su superliga de clubes transfirió 241 jugadoras al exterior.
Nos tomará más que el siguiente ciclo olímpico para recuperar nuestro sitial, pero la FPV ya tiene el ingrediente más importante para su plan estratégico: la pasión de los peruanos por el vóley.