(Foto: Shutterstock)
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Inés Temple

Si sus clientes o proveedores tuvieran que ponerle una nota por lo amable, cumplido o eficiente que es, ¿qué nota cree que le pondrían? Si sus colegas, subordinados o jefes abrieran una aplicación para calificarlo, ¿cuál sería esa nota que le pondrían, del 1 al 5? Si sus amigos o familiares pudieran hacer lo mismo, ¿cómo lo calificarían?

Imagine ahora despertar un día y descubrir que junto a su nombre hay un número grande que es, ni más ni menos, el promedio de todas esas calificaciones. Y que ese número está a la vista de todos cada vez que aparece su nombre en Internet o en cualquier red social. Esa calificación sería como una suerte de carta de presentación en el mundo digital. Y se extendería al mundo físico cada vez que aplicara a un cargo o a una promoción, al solicitar un crédito bancario o incluso al pedir una reserva en algún buen restaurante.

Sería agotador y muy difícil vivir así, ¿cierto? Y sería muy duro tener que aceptar el poder que tendrían otros sobre nosotros al evaluarnos y calificarnos permanentemente, ya que esas calificaciones tendrían un impacto real en muchos aspectos de nuestras vidas profesionales y personales. Y por supuesto no siempre serían justas, generosas o coherentes con cómo nos vemos a nosotros mismos.

Algo así pasó en la industria hotelera cuando las calificaciones y comentarios de huéspedes satisfechos e insatisfechos aparecieron en aplicaciones especializadas, lo que creó una gran disrupción en el sector. Hoy leemos esas calificaciones y comentarios para decidir dónde alojarnos. Los hoteles saben que de ellas dependen para el éxito de sus operaciones y se esfuerzan por mejorarlas.

Me animo a estimar que pronto podrían aparecer disrupciones similares en lo referido a nuestra marca personal y nuestra reputación. Las calificaciones o notas públicas –o estrellas de nuestra marca personal como escribí hace un tiempo– vienen en camino: ya hoy existen aplicaciones que nos califican como usuarios o proveedores de servicios en algunos sectores. Pero aún faltan llegar aquellas que integren todas las distintas variables de nuestro accionar vía inteligencia artificial para el análisis de nuestra data, hasta concluir con una suerte de nota o promedio general sobre nosotros.

Disrupciones en el mundo del trabajo como esas están por llegar y nos toca aceptarlas con la flexibilidad de quien encuentra la oportunidad en el desafío antes que los demás.

Felizmente aún tenemos tiempo para revisar nuestro comportamiento y hacer los ajustes necesarios en función de preservar y potencializar el valor de nuestra marca personal. Quizá debamos empezar definiendo claramente la nota a la que aspiramos llegar o la que creemos merecer. Y elaborar un asertivo plan de desarrollo y mejora personal que nos permita lograr el objetivo antes que la disrupción nos tome por sorpresa. Hacerlo a tiempo será nuestra principal ventaja competitiva. ¡Suerte con su nota!