La Lima de hoy enfrenta el reto de ser sostenible para encarar el futuro. [Foto: Alessandro Currarino]
La Lima de hoy enfrenta el reto de ser sostenible para encarar el futuro. [Foto: Alessandro Currarino]
Pablo Lavado

En los últimos meses hemos visto cómo el Perú vive en un ambiente en donde abunda la corrupción, la mentira, la violencia y la falta de transparencia. Nos quejamos de lo pésimas que son nuestras autoridades. Sin embargo, estas mismas expresiones las vivimos, y muchas veces practicamos, en nuestra vida diaria: cuando manejamos, en los colegios y universidades, en los centros de trabajo y hasta en nuestro entorno familiar.

Estamos próximos a elegir a nuestros representantes locales y regionales, y demandamos de ellos que tengan valores, sean honestos, transparentes y que sepan trabajar en equipo. Hay mucha evidencia acerca de la relación entre las habilidades socioemocionales (perseverancia, compromiso con el trabajo, trabajo en equipo, responsabilidad, entre otros) y el desarrollo socioeconómico de las personas. Sin embargo, falta cerrar el círculo con los valores. 

El profesor Guido Tabellini de la Universidad de Bocconi, experto en macroeconomía y economía institucional, muestra en diversas investigaciones la relación positiva entre valores de confianza y respeto, y el fortalecimiento de instituciones que sostienen el desarrollo económico y social de un país.

En ese sentido, dos instituciones juegan un papel importante: las familias y la escuela. En primer lugar, las familias constituyen la primera fuente de generación de actitudes y comportamientos que, en un gran grado, acompañarán al individuo toda su vida. Y no solo estamos hablando de inversión en habilidades cognitivas y socioemocionales, sino también en valores: pedir por favor, dar las gracias, ceder el paso, decir la verdad, respetar a las personas, entre otros.

En segundo lugar está la escuela. Y me refiero a ella desde la educación preescolar y con mucho énfasis en la primaria y secundaria. Este debe ser el siguiente gran paso en cuanto a las reformas educativas: la enseñanza de los valores desde la niñez en las escuelas. En este sentido, la evidencia muestra el retorno de la inversión temprana. Parafraseando un proverbio: la instrucción en justicia desde la niñez perdurará a lo largo de la vida del individuo.

El estudio empírico de la relación entre valores y desarrollo es un área apasionante y poco estudiada. Tabellini plantea tres preguntas que quedan como futura investigación. La primera es cuál es el mecanismo a través del cual los valores individuales generan un mejor desempeño de las instituciones. La segunda, cómo los valores evolucionan en el tiempo y el rol fundamental de las familias. Tercero, cuáles serán los instrumentos de política a fin de adquirir, aprender y enseñar los valores que afectan positivamente al desarrollo de una sociedad.

Finalmente, parafraseando otro proverbio: la justicia engrandecerá y hará prosperar al Perú, mientras que la maldad impedirá su desarrollo. Empecemos a cultivar valores de confianza y respeto, honestidad y transparencia, y enseñemos a hacer el bien. Podemos hacer un país mejor para nosotros y, más importante aún, para nuestras futuras generaciones.