Fitch Ratings prevé que la actividad económica del Perú se expandirá alrededor de 4% en el 2019 y el 2020. (Foto: AFP)
Fitch Ratings prevé que la actividad económica del Perú se expandirá alrededor de 4% en el 2019 y el 2020. (Foto: AFP)

El sector empresarial debe tener claro que cualquier error en el encauzamiento de sus se traducirá, inevitablemente, en pérdidas de valor. Para el 2019 si nuestros empresarios son extremadamente pesimistas sobre nuestro acontecer económico, perderán mercado; si son irrealmente optimistas, perderán márgenes de contribución.

De allí la necesidad de ponderar adecuadamente el derrotero de nuestra más allá del ruido político o mediático.Lo primero que debemos estar claros es que este año, en ningún escenario, dejaremos de crecer.​ Ni en el más negativo entorno que nos podamos imaginar.






Nuestra economía ya demostró ser resiliente a la irresponsabilidad de nuestro frente político, a la ineficiente asignación de recursos del , a los choques de una Es más, hemos aprendido a crecer pese a la inadecuada infraestructura y limitado liderazgo económico sin institucionalidad.

Segundo, la única posibilidad de que crezcamos menos del 4% se daría en el marco de un desbalance mayor en el frente financiero internacional, un desastre natural desproporcionado o un desequilibrio político en magnitud similar al del 2001.Aun, en dichas circunstancias, nuestro crecimiento sería cercano al 2,5%, similar al experimentado en el 2017 e incluso mayor al de América Latina.

Tercero, en un contexto no esperado de caída extrema de precios de commodities, el Perú dispone de “estabilizadores naturales” que impedirían un desastre de nuestro frente externo. Si el precio del cobre cayera, el del oro inevitablemente subiría dada su naturaleza refugio; la pesca ayuda sustancialmente cuando menos lo esperamos; nuestra agroexportación viene explicando, como nunca antes, casi el 15% de nuestras exportaciones y se consolida cada vez más en mercados como el norteamericano y el europeo.

Cuarto, la demanda interna continúa recuperándose. A pesar de posturas en extremo pesimistas, la inversión pública y privada se ha acercado a las metas que se establecieron para el 2018, mientras que el consumo viene creciendo en el marco de una progresiva normalización de la dinámica del crédito.

Es decir, las restricciones de inversión y consumo que experimentamos durante el período 2013-17 se revirtieron parcialmente en el 2018 y continuarían esa tendencia el presente año. Los problemas estructurales se mantienen, pero a pesar de ello el 2019 no debe resultar adverso.

Quinto, los grados de libertad para aplicar medidas de política económica contracíclicas no son escasos. Somos una de las pocas economías de la región que, en caso de ser necesario, podríamos continuar recibiendo apoyo financiero internacional en condiciones envidiadas por el resto de la región.

A su vez, dispondríamos de la menor volatilidad esperada en materia cambiaría dado que mantenemos la segunda mejor clasificación de riesgo soberano de la región, además de la más alta presencia de RIN por unidad de PBI. Claro está, en ningún caso asumamos que el año que empezamos hoy será carente de retos y problemas.

Decir que habrá incertidumbre no aporta nada. La verdad, en el 2019 no viviremos en condiciones paradisíacas, pero en ningún caso constituirá un desastre. Esté seguro de ello.