(Foto: Bloomberg)
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Redacción EC

Proponerse que una transite por el camino del éxito es sin duda el anhelo de cualquier empresario, independiente del tamaño o giro de una compañía. Por lo mismo, temer a los riesgos que puedan amenazar la estrategia y la gestión de la firma es complemente natural. Sin embargo, se debe tener claro que se puede controlar esos riesgos, nada es por arte de magia.

Para asegurarse de que todo esté en orden, lejos de prácticas antiéticas y en línea con la ley, se debe ir más allá de la función del directorio, que por supuesto es clave pero que también necesita un aliado que pueda dar esa tranquilidad.

Con la próxima entrada en vigencia de la ley de responsabilidad administrativa de las personas jurídicas en el Perú y la aplicación de modelos de prevención del delito que esta norma establece, tenemos que considerar un cargo de suma importancia que garantice que los trabajadores estén alineados con una cultura de hacer bien las cosas, que estén capacitados sobre lo que dictamina la ley y que con ello se atrevan a denunciar si ven de cerca alguna irregularidad. Debe ser alguien cercano, que inspire confianza para dar este paso sin temores y en algunos sectores ya es obligatorio tenerlo.

Ese cargo es el del oficial de cumplimiento, alguien que no puede ubicarse en un escritorio aislado en la empresa, o ser visto como el que suele acusar a todos en una sala de clases. Ese concepto erróneo es el que justamente debe evitarse. Pero también hay que tener en cuenta que alguien tímido, sin aptitudes de líder, no debería ser oficial de cumplimiento. A la hora de contratarlo, las compañías deben tener en cuenta que lo más importante en ese rol son las habilidades blandas del postulante como empatía, capacidad de comunicar, liderazgo.

Además, no necesariamente tiene que ser un abogado o contador, pero sí debe conocer la ley y conocerla muy bien. Debe ser una persona que esté en contacto con todos los equipos de trabajo al interior de una firma y que conozca al detalle sus procesos.

Debido a la importancia de su cargo, es necesario que tenga acceso directo y rápido a la alta dirección, sin estar subordinado a otras posiciones que puedan interferir con su labor, y debe ser parte de las decisiones de negocio para que pueda detectar oportunamente posibles riesgos.

El cargo requiere de exclusividad e independencia para evitar posibles conflictos de intereses y debe dotársele de los recursos humanos, físicos y financieros necesarios para un óptimo desempeño.

Empoderarlo es fundamental, pues el oficial de cumplimiento debe contar con apoyo, la suficiente autonomía y facultades para llevar a cabo sus funciones adecuadamente.

En términos simples, es como el dueño del restaurante que además de participar en las preparaciones que se hacen en la cocina, también es la cara visible del lugar, quien se dirige a las mesas para preguntarles a las personas qué les pareció la cena, para luego implementar esas observaciones.

El ‘compliance’ o cumplimiento es sobre todo sentido común y el que vele por él es una pieza clave que se debe elegir cuidadosamente.

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