El último domingo, el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) nombró a Rafael Ugaz Vallenas como el nuevo director ejecutivo de la Agencia de Promoción de la Inversión Privada (ProInversión).
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Ugaz, quien es economista egresado de la Facultad de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), deberá afrontar diversos retos, entre ellos, cumplir con la cartera esperada para el 2020 de 28 proyectos por US$5.033 millones de inversión.
El Comercio conversó con diversos especialistas sobre la designación del nuevo representante de la Agencia.
¿Cuáles cree son los principales retos que deberá afrontar el nuevo director de ProInversión?
Para Cayetana Aljovin, Presidenta de la SNP y ex directora de ProInversión, es innegable el reto de Proinversion en un país como el Perú, el cual tiene un déficit de infraestructura supera los US$ 160,000 millones.
A ello se suma el contexto de los escándalos de corrupción de Odebrecht que han impactado en el sistema de asociaciones público-privadas (APP).
Por ello, quizás el principal desafío es generar confianza en este sistema que, si está bien diseñado y se realiza de manera transparente, genera beneficios indudables para los ciudadanos, les brinda accesos a servicios públicos de calidad como el de agua, electricidad, saneamiento, telecomunicaciones, carreteras, entre otros.
Milton Von Hesse, Director en Videnza Consultores y ex director de ProInversión, por su parte señala que Ugaz tendrá dos retos.
El principal y más grande será recobrar la confianza del sector privado. Esto dado que [Pro Inversión] antes se caracterizaba por tener muchísima confianza por parte del sector privado.
El segundo reto –que está muy relacionado al anterior– va por cómo potenciar la entidad y qué cambios internos hay que hacer con la finalidad de que los mensajes hacia afuera sean creíbles. Lo primero que debe hacer el nuevo director es dar señales creíbles.
Alonso Segura, Exministro de Economía y Finanzas, cree que el primer reto es restaurar la capacidad operativa de ProInversión.
Tiene que establecer una agenda priorizada, establecer cuáles son sus metas, cuáles son los proyectos que va a sacar en los próximos 18 meses, qué cambios quiere hacer .
Y eso pasa también por pensar en qué proyectos deben quedar en cartera, ya que hay demasiados proyectos y hacen falta modificaciones en los procesos, y enfocarse en los más importantes. Otro tema es recuperar la credibilidad de las APP.
En esa línea, el también ex ministro de Economía y Finanzas, Alfredo Thorne, dijo a este Diario que entre los retos de la nueva gestión está destrabar las obras de APP que están detenidas. Y para ello, sería bueno que el MEF le ceda diversas competencias a ProInversión, tales como la facultad de que la Agencia decida qué obras hacer bajo la modalidad de APP y cuáles no.
Otro reto también importante, es el reto de la transparencia. Como se recuerda, explica Thorne, las APP han sido vinculadas con diversos casos de corrupción, sobretodo con Odrebrecht. Así, es necesario mejorar los sistemas de transparencia y rendición de cuenta de los proyectos.
Otra opción sería, la contratación de miembros independientes en el directorio para que estos garanticen la transparencia.
¿Qué tan factible será cumplir con la cartera del 2020 de 28 proyectos por US$5.033 millones?
Para Aljovin, lo importante este año no debe centrarse en las cifras, sino en la calidad de los procesos.
Lo importante, agrega, es adjudicar proyectos que se encuentren diseñados y estructurados de la mejor manera, para que una vez adjudicados no tengan que ser sujetos de adendas por tener deficiencias, ya que ello atenta contra la institucionalidad y la credibilidad de Pro Inversión.
Asimismo, es importante establecer medidas que aseguren en todo momento la transparencia en los procesos de adjudicación y en la toma de decisiones.
Según Von Hesse, sin embargo, si en tres años la Agencia no ha podido sacar una proyecto importante, en un año [el 2020] no podrá sacar los US$5.000 millones esperados.
Lo primero que tiene que hacer es poner objetivos claros, precisos y creíbles para que el sector privado y los stakeholders vean que a través de estos y con tiempo [los proyectos] se podrán cumplir.
Por ejemplo, contratar un asesor de transacciones demora entre 5 y 6 meses en el mejor de los casos, y trabaja por lo menos un año para recién convocar a un concurso. No es creíble que vas a sacar muchos proyectos sino un par, comenta.
Segura coincide con Von Hesse y añade que a menos que tengan todos los proyectos ya listos, parece imposible que estos salgan el próximo año.
Lo primero que debería hacer Ugaz es enfocarse y fijarse metas, tiene que establecer dos cosas. Primero, plazos razonables para los proyectos, cuáles salen en el 2020 y cuáles no. Y [segundo] limpiar la cartera en lugar de reprogramar los proyectos. Tener proyectos en exceso genera problemas de credibilidad porque las obras no avanzan y genera costos y gastos innecesarios.
Para Thorne, la ejecución de proyectos el próximo año dependerá también del empoderamiento que se le de al nuevo director y de los grados de libertad que él tenga para hacer las modificaciones que necesite.
Lo ideal, dice Thorne, es que Ugaz pueda amoldar y especializar ProInversión en una agencia especializada en proyectos de APP. Hoy en día, recordó, la decisión de qué proyectos son “APPeables” y cuáles no, no le compete a ProInversión sino a los ministerios.
ProInversión debería dirigir qué proyectos se pueden ejecutar por APPs y tener ese tipo de libertad es fundamental para que se pueda mover con facilidad y ejecutar esos proyectos, sostiene.