En los últimos meses hemos visto a algunas economías emergentes en problemas. Desde la quincena de abril la mayoría de sus monedas han perdido valor frente al dólar (se han depreciado en 7,6% en promedio), el retorno de las principales bolsas de valores ha caído significativamente y sus costos de financiamiento aumentaron considerablemente.
Hasta el momento, la economía peruana se ha salvado de seguir a la mayoría de sus comparables y, dada nuestra estabilidad fiscal e independencia de nuestro Banco Central, esta turbulencia financiera internacional probablemente tendrá un impacto acotado.
¿Por qué están en problemas algunas economías emergentes?
El principal factor tiene que ver con el retiro de la liquidez a nivel global. Nos encontramos en medio de un ciclo de subida de tasas de interés de la Reserva Federal de EE.UU.; a ello se suma que los bancos centrales más importantes empezarán a retirar liquidez, lo que también presiona las tasas de interés al alza.
Como consecuencia, los acreedores globales exigirán mayor pago de intereses por el servicio de deuda, elevando el gasto financiero de los países endeudados.
Es lógico, entonces, que los países más vulnerables en este entorno financiero sean los países con mayor deuda externa. Hoy abundan los países emergentes que se sobre endeudaron aprovechando el largo período de tasas bajas.
El nivel de deuda de las economías emergentes asciende al 28% de la deuda global, cuando antes de la crisis del 2008 representaba solo 13%. Son más vulnerables las economías con pasivos en moneda extranjera; deuda que suele generarse por la emisión de bonos en dólares o euros para incrementar su atractivo.
Así, en los últimos meses las experiencias más dolorosas han sido las de Turquía y Argentina, que han estado viviendo una crisis financiera producto de dudas en los inversionistas internacionales de su capacidad de pago del servicio de deuda externa, debido a la combinación de: debilidad de fundamentos macroeconómicos (elevados desbalances externos o fiscales y falta de independencia de la autoridad monetaria) y un entorno financiero más difícil (mayores costos de financiamiento y apreciación global del dólar).
Turquía tiene un elevado endeudamiento externo del sector corporativo no financiero. Las empresas turcas tienen una deuda que representa casi dos tercios del PBI y la mitad de ella está en moneda extranjera. A ello se suma un elevado déficit de cuenta corriente que refleja una gran necesidad por dólares y una autoridad monetaria con escasa o nula independencia.
En Argentina, el endeudamiento del Gobierno es elevado y el 80% está denominado en dólares. Adicionalmente, cuenta con un déficit fiscal elevado que no ha podido reducir. Esto se agravó porque el Banco Central continuó financiando el gasto del sector público y no logró reducir la elevada inflación.
¿El Perú podría ser una nueva víctima? Lo más probable es que esto no ocurra.
Hoy, la economía peruana destaca por su buen perfil de deuda pública –con un pequeño porcentaje denominado en dólares– y cuenta con un bajo déficit fiscal, por lo que no requiere de financiamiento adicional. Además, tiene un Banco Central independiente que vela por la estabilidad de precios y financiera.
Por ello, a pesar de la alta volatilidad y mayor aversión al riesgo producto de las crisis de Turquía y Argentina, nuestra moneda solo se ha depreciado 3,3% en el período de análisis. Si queremos que no haya efecto dominó, será vital que se mantenga sobre todo la responsabilidad fiscal, evitando iniciativas que eleven permanentemente el gasto corriente.