En su última visita al país el famoso cocinero catalán Ferran Adriá elogió, una vez más, a la cocina peruana. Dijo que era una maravilla, una referencia en el mundo. Pero este éxito no es gratuito. Se debe a un trabajo intenso de un sector que es reconocido como producto bandera.
La denominación producto bandera fue una iniciativa del Plan Nacional Exportador 2003-2013, promovido por el Ministerio de Comercio Exterior (Mincetur) en el 2005, y su principal objetivo fue realizar un trabajo integral para potenciar sus exportaciones y para ello se contó con un presupuesto de US$600 mil otorgados por el BID y el Banco Mundial.
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Hace 10 años esta canasta especial estuvo compuesta por siete productos: cerámica de Chulucanas, gastronomía, pisco, maca, algodón, lúcuma y camélidos; en el 2010 se sumaron el café, espárragos, platería peruana, el caballo de paso y la quinua. Mientras que en el 2013 se unió el cacao.
Las actividades de promoción serían guiadas por el Comité de Productos Bandera (Coproba), del cual se desprenderían comités específicos de productos bandera llamados Ceproba. Al cumplirse una década de esta especial selección, buscamos hacer un balance de lo que pasó con ellos: ¿por ser considerados producto de bandera en verdad crecieron y se desarrollaron?
ORGULLO NACIONAL
El producto bandera que ha sido una de nuestras mejores cartas de presentación es la gastronomía. Hace diez años, recuerda Mariano Valderrama, vicepresidente ejecutivo de Apega, la oferta peruana en el exterior se limitaba a la nostalgia de los migrantes. Pero la nueva ola de cocineros nacionales –liderados por Gastón Acurio– trajo consigo algo que no se había visto en la gastronomía local: un enfoque empresarial con socios e inversionistas.
Acurio Restaurantes es solo una muestra de ello. Luego de asociarse con el empresario Irzio Pinasco en el 2006, el cocinero inició un agresivo plan de expansión para todos sus formatos. Esto no solo atrajo comensales, sino también inversionistas. Así, el 2012 ingresó a la sociedad el fondo privado británico Aureos Latin America Fund.
Todos estos esfuerzos han colocado a la comida peruana en el radar mundial hasta ser considerada en las listas de las más destacadas.
Este reconocimiento contribuyó también a la salida de otras cadenas locales que no eran “de autor”, como marcas de comida rápida y pollerías, a través de franquicias, el mayor vehículo de crecimiento internacional. Hasta el año pasado, de las 21 franquicias peruanas establecidas en 17 mercados, 86% estaban vinculadas a la cocina y habían generado alrededor de US$67 millones.
El éxito de la gastronomía ha impulsado a otros productos bandera como el pisco. Iván Livschitz, gerente de márketing de Tabernero, explica que los restaurantes peruanos son la puerta de ingreso del destilado nacional en el exterior, tal como sucedió en Chile, principal mercado de destino, donde se vende a un precio superior a los licores de ese país y también se comercializa en supermercados.
Pero hay países en los que todavía la oferta de restaurantes peruanos es baja. Es por ello que los productores de pisco participan en ferias internacionales para contactarse con distribuidores e inversionistas extranjeros. Para ello destinan gran parte de sus presupuestos. Es gracias a esta estrategia que el licor está llegando a más países.Otro producto bandera que ha tenido alto reconocimiento internacional es la quinua.
La creciente tendencia en el mundo por consumir productos saludables ha beneficiado la demanda de este grano andino, sobre todo en los dos últimos años. Es más, su alto valor nutricional ha hecho que la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO en inglés) promueva mundialmente este producto y sus beneficios. Un gran paso en esa línea fue cuando al 2013 se lo declaró Año Internacional de la Quinua.
Adicionalmente a esto, gran parte del trabajo de internacionalizar el grano ha venido por las iniciativas de los productores locales. Según cifras de la Cámara de Comercio de Lima, entre el 2013 y 2014 la quinua peruana ingresó a 26 nuevos mercados. Solo el año pasado se sumaron 18 destinos. Gracias a esto, 80 empresas iniciaron la exportación de quinua y las ventas llegaron a los US$196 millones (148% más que en el 2013).
En esta expansión ha jugado un papel importante que la quinua se pueda cultivar en distintas zonas del país, logrando así satisfacer la demanda con un menor precio. Así como lo hizo la gastronomía con el pisco, la quinua ha sido la plataforma para la salida de otros granos andinos como la kiwicha.
Pero pese al buen momento y a los logros alcanzados por estos tres productos bandera, todavía hay grandes desafíos por resolver para que no decaigan, siendo el más importante la innovación. Yoselyn Malamud, gerenta general de la Sociedad Agrícola Virú, menciona que la firma ya exporta alimentos listos para consumir a base de quinua.
Mientras que Tabernero está próximo a lanzar mezclas a base de pisco en el mercado chileno, ya que el consumidor de este país gusta de tragos listos para tomar. Pero es necesario un mayor esfuerzo si se quiere lograr la meta de masificar más estos productos.
Para lograr esta innovación es necesario realizar estudios con el fin de mejorar la producción de insumos nativos y que cada vez más alimentos puedan ser exportados. Al menos así lo cree Valderrama, de Apega.
Es necesario un mayor apoyo del Estado, que aunque ha ayudado mucho en estos años, según reconoce Alfredo Perret, presidente del subcomité de Gastronomía de la CCL, falta mayor compromiso. Este se debe de reflejar en dar mejores condiciones en la exportación de insumos, con mayores protocolos sanitarios que permitan el ingreso de nuestros productos agrícolas a diferentes mercados.
MENOR DESARROLLO
Pero si los productos bandera que más han destacado tienen problemas de acceso a nuevos mercados, existen otros como el algodón de las variedades pima y tangüis, de fibras extralargas, que pese a ser considerados de alta gama por su suavidad y calidad, no les ha ido muy bien, a tal punto que sus índices de producción están muy alejados de los registrados en la década de los 60 y 70.
Alfredo Lira, presidente del Instituto Peruano del Algodón (IPA), cuenta que hace más de 40 años entre Cañete y Nasca se producían entre 100 y 120 quintales de algodón tangüis por hectárea entre setiembre y abril –los meses de campaña– y hoy llegan solo a entre 30 y 50 quintales por hectárea.
Con el algodón pima ha sucedido casi lo mismo.Para el algodón ser un producto bandera no ha significado desarrollo ni crecimiento, porque el motivo principal de tener esta denominación significaba mejorar su competitividad y esta solo se puede conseguir con estudios que mejorasen su genética, algo que prácticamente, salvo casos aislados, no ha ocurrido.
“La baja producción es por la desarticulación del sector y si a eso le sumamos que hay cultivos de mayor rentabilidad y una tendencia mundial de preferir mezclas de fibras para confeccionar prendas a un menor costo, eso da como resultado que el sector esté en crisis”, dice Lira.
Como el Perú es uno de los 17 países con mayor biodiversidad del planeta es lógico que entre sus productos bandera se encuentra más de uno agrícola, y así llegamos a la lúcuma, fruta que despertó muchas expectativas entre los agroexportadores por su sabor único –reconocido por la afamada escuela de cocina Le Cordon Blue– que la posiciona como producto gourmet.
Los buenos augurios fueron tales que incluso pasó el complicado examen de la Unión Europea y pudo ser retirada de la lista Novel Food, un régimen sanitario que restringe el ingreso de productos agrícolas a este mercado comunitario.
Este hecho hizo prever un aumento de sus exportaciones y de mercados de destino, lo cual ha sucedido, pero no en los índices esperados, ni mucho menos en los mercados previsto, pues Chile sigue siendo su principal mercado.
Hay un factor en contra: mientras que para la quinua solo son necesarios cuatro meses para tener una buena cosecha, con la lúcuma se debe esperar seis años. “Es más, en un mismo árbol puedes encontrar un fruto que recién nace, otro que está en crecimiento y un tercero listo para ser cosechado.
No ha habido un trabajo de homogeneización de la producción”, dice Graciela Trujillo, ex presidenta de Pro Lúcuma y gerenta comercial de Unión de Negocios Corporativos, empresa dueña de la marca Mariposa Andina.
No es el único caso. Otro producto bandera que despertaba grandes expectativas pero que no ha tenido el despegue esperado fue la cerámica de Chulucanas. Se esperaba que su desarrollo iba a mejorar el nivel de vida de comunidades muy pobres de Piura, sobre todo si se tiene en cuenta que este rubro mueve miles de millones en el mundo, impulsado por las compras de Estados Unidos, Alemania e Italia.
Si bien, al inicio de toda esta historia de la denominación de productos bandera se le dio a la cerámica un impulso con apoyo técnico para su sofisticación, de pronto este proceso comenzó a desacelerarse. La idea era que deje de ser monócroma para dar paso a una paleta de colores que se ajuste a los requerimientos del cliente internacional, además de mejorar la forma de producción.
Como esto no pasó, las exportaciones de cerámica de Chulucanas tuvieron una caída de 47% en el 2014, comparado con el 2013. Hernán Macalupú, director del Cite Cerámica de Chulucanas, explica que esta caída se ha dado porque el producto ha dejado de responder a la tendencia internacional, puesto que el consumidor demanda cerámica utilitaria y la de Chulucanas es ornamental y de piezas únicas.
“Estamos en un proceso de adaptación del producto, sin dejar su esencia, para el próximo año recuperar lo perdido”, dice Macalupú.
HORA DE ACTUAR
El análisis del desempeño de estos seis productos bandera nos dice que no ha habido la atención debida pese a ser muy representativos de la oferta peruana. Para empezar, según observan especialistas en comercio exterior como Juan Carlos Mathews y Jorge Gil, aparentemente se ha perdido el foco al tener 13 productos en esa lista –una exageración– y sería mejor repensar ese grupo porque el mercado extranjero no necesariamente demandará caballos de paso.
William Arteaga, secretario técnico del Coproba, afirma que los productos que están en la lista no necesariamente van a ser exportados, sino que representan la peruanidad dentro y fuera del país. Pero más allá de ello, los especialistas no ven la institucionalidad de la comisión, ya que no cuenta con el presupuesto ni el empoderamiento necesario para hacer estudios bases que indiquen el camino hacia la competitividad.
Por ejemplo, no hay estudios que permitan el desarrollo genético para la lúcuma o el algodón, con los que se podría conseguir para el primero un menor tiempo de cosecha y para el segundo más variedades de fibras extralargas, o que también se inicie una política de promoción de la gastronomía como tiene Chile.
Reestructurar el Coproba junto con la lista de productos bandera puede ser una buena decisión para alcanzar una mejor diversificación de la oferta exportable peruana.