(Foto: Bloomberg)
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Redacción EC

Una de las tantas sorpresas que tuvimos la semana pasada fue la relativa calma en el y otras variables financieras tras la renuncia de Pedro Pablo Kuczynski a la presidencia de la República el miércoles 21 de marzo. De hecho, ese día la Bolsa de Valores de Lima (BVL) cerró con un alza de 0,4% y el sol se apreció 0,5% frente al dólar.

Lo que a primera vista puede parecer extraño es, en realidad, el reflejo de tres cosas. Primero, el mercado no espera que el nuevo presidente realice un cambio drástico en el manejo de la economía. Esto se explica porque, a lo largo de su trayectoria como gobernador regional de Moquegua y como ministro de Transportes y Comunicaciones, ha dado señales de tener una actitud y una gestión favorables hacia la inversión privada.

Segundo, a pesar de sus problemas políticos, el Perú tiene una sólida estabilidad macroeconómica. La deuda pública bruta es una de las más bajas de la región (24,8% del PBI) y el país cuenta con una buena cobertura de reservas internacionales –alrededor de un tercio del PBI– para hacer frente a una eventual salida de capitales. Además, el sistema financiero es sólido, y las aperturas comercial y financiera son favorables al entorno de negocios. En conjunto, esto explica, en gran parte, la decisión de Fitch de mantener la calificación de grado de inversión de la deuda soberana y su perspectiva estable, a pesar de la salida de PPK. Moody’s y S&P tampoco realizaron modificaciones en sus calificaciones.

Tercero, el valor del dólar en el mundo se ha debilitado frente a varias monedas, entre ellas el sol. En el caso de algunas economías avanzadas, como el Reino Unido y los países de la Eurozona, estas vienen mostrando cifras de crecimiento mayores a las anticipadas.

Como resultado, las monedas de estas economías se han fortalecido frente al dólar. Algo similar ha ocurrido con las divisas de las economías emergentes. El flujo de dólares a estas economías, como la peruana, ha continuado siendo importante en lo que va del año como resultado del mayor valor de las exportaciones y de la entrada de capitales de inversionistas financieros internacionales que continúan demandando bonos y acciones. Estos factores han reducido la volatilidad en las variables financieras, lo que es positivo para las empresas y familias peruanas. La calma en el mercado financiero local ha evitado que el costo de las importaciones y la tasa de interés de los créditos en dólares aumenten, o que el financiamiento en general se encarezca por una subida del riesgo-país. Dicho de otra manera, si la renuncia de PPK hubiese generado volatilidad, estaríamos hablando de un golpe negativo adicional a la economía y a los bolsillos de la población.

Por eso, este episodio de crisis política sin volatilidad financiera también sugiere dos reflexiones para el nuevo gobierno. Primero, que es importante mantener la salud macroeconómica del país y particularmente la responsabilidad en el manejo de las cuentas fiscales. Para ello, el diálogo entre el Ejecutivo y el Congreso será vital para tratar de corregir algunas medidas irresponsables de gasto público aprobadas los últimos meses. Y segundo, que parte de la estabilidad que vivimos es un regalo del entorno internacional, actualmente favorable. Hay que estar atentos y esperar que no surjan sorpresas negativas por este frente.

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