El chispeante e inteligente humor de Sofocleto
El chispeante e inteligente humor de Sofocleto
Redacción EC

RAÚL MENDOZA CÁNEPA

La chispa de Sofocleto vive en sus escritos, aunque es apropiado reconocer que los tiempos han cambiado como  han cambiado las sensibilidades. Aun así,  es difícil no reír  con sus ironías.  Ejemplo al vuelo, en“Los cojudos”  señala: “  Al cojudo de profesión le ponen cuernos, lo estafan, lo asaltan, le embarazan a la hija y le devuelven a la hermana. Tiene tías solteronas y va al circo solo, porque se encandila con el payaso, el trapecio y los leones. Es siempre el último de la cola, el que pierde la lotería por un número y camina como pato porque sufre escaldadura crónica...”.

 La edad:

En el más celebrado de sus libros (“Los cojudos”, precisamente), Sofocleto  traza la línea para definir al “cojudo” según su edad: “ El cojudo llega a su clímax sobre los treinta años y alcanza la apoteosis a los cincuenta y nueve. De los sesenta para arriba es lo que se llama ‘un viejo cojudo’, lo cual significa que no le falta sino cometer la Gran Cojudez Final que cierre con broche de oro su carrera, antes que algún pendejo de la familia consiga meterlo en el manicomio bajo los cargos de Arterioesclerosis Generalizada”.

 Dos columnas:

 Sofocleto  aportó humor a las páginas de este Diario cuando comentó  en su espacio “A dos columnas” el campeonato sudamericano de 1957:  “La delantera peruana ataca. La pelota se  defiende. Escutti es un fenómeno. Efectivamente tiene seis dedos en cada pie. Dispara Terry, Escutti detiene. Dispara Vides, Escutti detiene. Dispara Tatán, la policía lo detiene. Registran a Tatán y le encuentran once kilos de ropa ecuatoriana, una dentadura postiza y una refrigeradora de once pies”. 

Décimas/Resignación:

Populares son también  las décimas de Sofocleto: “Recién ayer he sabido/que estás de luto cerrado/ por causa de un estofado/que liquidó a tu marido./ Pero en fin...ha transcurrido/ ya una  semana...y pensando/ que el tiempo pasa volando/ sobre los pobres difuntos,/ ¿Por qué no comemos juntos/ en vez de estar lloriqueando...?”    

(De: El Dominical)

Sobre Demóstenes:

Sobre el gran orador  ateniense escribió  en “Muertos inmortales” lo siguiente: “...dejó una escuela dialéctica a la cual pertenecen los vendedores ambulantes, los maridos que dan explicaciones  y los que tratan de convencer a un policía de tránsito...”.

Sofonetos:

Una de las  muestras del brillo  del humorista fue el sofoneto. Uno de ellos (“Viraje”) dice así:  “Yo quisiera explicarme algunas cosas/ raras y misteriosas de la vida/ que mi lógica deja suspendida/ por absurdas que son y por odiosas./ Tú, por ejemplo, me pedías rosas, poemas delicados...y cogida/ de mi mano, pedías a la vida/ crepúsculo, silencio y mariposas.../Pedías solo amor y solo aquello/ donde la luz de un pensamiento bello/perfecciona la vida y la retrata.../ Pero ahora, que fuimos al Juzgado/(para el divorcio) me quedé asombrado/ porque ante el juez, solo pedías plata...”.

(De: El Dominical)

El telefonito:

No hay  mayor opción para la risa, sino revisemos el siguiente diálogo:

-¡Aló...negra...¿Ya se fue tu marido?

-No...todavía me estoy afeitando

-¡Click!

(De: El Dominical)

                 

Donde mueren las palabras:

El humorista retrató la ingenuidad y el ridículo :

-¡Vaya maestro...Por fin conseguí taxi...Imagínese...A las siete de la noche y uno con toda la quincena de la planilla en el maletín...!

-¡Arriba las manos!

                          [...]

-¡Negra, mañana cumplimos veinticinco años juntos...! ¿Cómo te gustaría festejarlo?

-¿Qué tal si nos casamos?

(De: El Dominical)

Diccionario loco:

Las palabras sirven a la elocuencia, presentamos algunas  de Sofocleto para la ocasión:

-Cementerio: Lugar con virtudes astrigentes porque cuando uno va a los entierros se le encoge todo.

-Calavera: Pepa de la cabeza humana que se ríe de todo, fuma  y –según la ignorancia popular– se presenta de noche con una sábana, como nos pasó esa vez en Haití.

(De: El Dominical)

Palabras imposibles:

Y aquí una frase imposible de escuchar: “¡Pero hombre, no faltaba más...¿Cuánto necesitas?”.  

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